Con el objetivo de indagar en las posibilidades de un estilo industrial contemporáneo que contrastara texturas y aprovechara la fuerza del color, el arquitecto plasmó sus intuiciones en un departamento perfectamente funcional, cuya sofisticación estilística se deja sentir en cada detalle.

Por: Giacomo Roncagliolo | Fotos: Yara Virreira

Acostumbrado a trabajar proyectos que nacieran de los requerimientos y las personalidades de sus clientes, el arquitecto e interiorista Fernando Álvarez decidió sacudir aquella trayectoria con un reto distinto: diseñar un departamento piloto para una inmobiliaria que necesitaba ejemplificar las bondades de su edificio. Ahora bien, no se trataba de armar el simulacro de una vivienda, sino un espacio absolutamente real y habitable. Esa era la premisa: conseguir ser atractivo para un público objetivo joven y bastante amplio, y, a su vez, lo suficientemente específico para que, llegado el momento, pudiera venderse a un potencial cliente con todo el mobiliario y las piezas elegidas. El desafío no solo trajo resultados comerciales, sino que además animó provechosas exploraciones de estilos y estrategias dentro de la carrera del experimentado profesional.

“El reto consistía en crear un estilo contemporáneo y neutral que pudiera gustarle a la mayoría de personas y que, al mismo tiempo, tuviera mi sello”, recuerda Fernando Álvarez acerca de las bases sobre las que diseñó el proyecto.

Enriquecer la mirada

En el ambiente principal del departamento, Fernando comenzó por priorizar la búsqueda de amplitud. Para ello, colocó un espejo en una de las paredes laterales, allí donde la arquitectura había delineado un hundimiento. Contra este, pegó la mesa principal, liberando el área de circulación, y asimismo eligió un sofá curvo, no demasiado grande, que permitiera plantear una disposición diagonal, realzada con ayuda de una alfombra que difumina la frontera entre sala y comedor. De esta manera, cuando la ocasión lo amerita, tanto el sofá, como las sillas de la mesa, los puffs y la silla del balcón pueden formar parte de una misma dinámica social.

Buena parte de las decisiones que se tomaron para el ambiente principal se orientaron a amplificar la percepción del espacio. El espejo en la pared lateral, la sala en diagonal y el área de comedor pegada a la pared permitieron sacar el máximo provecho de las dimensiones limitadas del departamento.

A nivel de materiales y texturas, el arquitecto definió el estilo desde la pared que se enfrenta al espejo. Allí, combinó un wall panel que emula una trama de madera con planchas de piedra sinterizada, para la cual diseñó un mueble modular y una serie de repisas con iluminación LED inferior, a fin de resaltar el contraste entre tan diversos elementos. Cada una de estas decisiones respondió al objetivo de lograr un carácter industrial contemporáneo que además aprovechara la madera para dotar al espacio de calidez. Así, una paleta amplia de sus tonos naturales fue repartida en distintos puntos del área social integrada, generando múltiples diálogos con el beige predominante y los acentos negros del marco de la mampara, las repisas y la mesa del comedor, también de piedra sinterizada, cuyas vetas claras sintonizan con las de la piedra sobre la que se luce el gran televisor de la sala.

El poder del color

Para el dormitorio, Fernando apostó por la continuidad del espíritu del espacio social, pero añadiendo un toque de color que pudiera reflejar más directamente la personalidad del futuro habitante. Asimismo, con la finalidad de destacar el volumen planteado por la arquitectura interior sobre el borde superior de la ventana, colocó un papel tapiz en tono gris que atrajera la mirada sobre esa zona de la habitación, bajo la cual organizó un escritorio que a la vez puede servir como tocador. Sobre la cabecera de la cama, implementó nuevamente el wall panel visto en la sala, esta vez coronado con luces LED, además de un conjunto de fotografías en blanco y negro que acabaron de redondear el concepto fresco y atemporal de esta zona privada.

La predisposición hacia el color también aparece dentro del baño, donde un azul acero conversa con el porcelanato tipo madera del suelo, la repisa de melamina bajo el lavabo y las canastillas de bambú, una combinación concebida para suscitar una sensación de intimidad y al mismo tiempo una frecuencia elegante, sin caer en la solemnidad ni en la saturación. Aquí también, como en la sala-comedor y el dormitorio, la yuxtaposición de texturas, puntos de color y repisas de fierro negro configura el estilo industrial y juvenil que late en cada rincón del departamento.

A nivel de estilo, Fernando procuró alejarse de las tendencias monocromáticas y, en cambio, apostar por el contraste entre distintos texturas y tonalidades, incluso dentro del abanico de posibilidades de un solo material como la madera.

Con este proyecto, Fernando Álvarez da muestra de sus enfoques e inquietudes, subvirtiendo las tendencias monocromáticas globales por una apuesta que aprovecha el potencial de los contrastes y una gama diversa de materiales y colores, todo orientado a producir una sensación de hogar, dinamismo y buen diseño. A través de la búsqueda de un estilo que interpele a clientes de distintos perfiles, lo conseguido acaba por evocar una frescura y un refinamiento capaz de seducir a cualquiera y al mismo tiempo materializar los deseos puntuales del virtual propietario.

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