La capacidad de entablar un diálogo directo entre lo clásico, lo ecléctico y lo contemporáneo se hace evidente en este proyecto de interiorismo en Nueva York, liderado por la interiorista colombiana, Francisca Trujillo

Texto y fotos: Mónica Barreneche para El Buen Ojo

Park Avenue siempre ha sido sinónimo de la alta sociedad tradicional neoyorquina. Este proyecto de renovación parcial, a cargo de Trujillo y ubicado en esta icónica avenida, simboliza la llegada de nuevos residentes con ideas frescas, pero con una nostalgia por la tradición. Enmarcar la herencia persa, personificada en una joven ejecutiva y enérgica no representó un reto para la diseñadora de interiores Francisca Trujillo, más bien fue un proyecto creativo que fluyó con naturalidad. El color jugaría un papel crucial, reflejándose en cada rincón de este apartamento de dos habitaciones, tres baños, una sala, comedor y cocina.

Mónica Barreneche

Sobre la mesa de comedor estilo Chippendale, la diseñadora dispuso diferentes candelabros, encontrados en anticuaros y tiendas de diseño, como una instalación que hace juego con la colorida obra de fondo.

“Todo comenzó con una mesa Chippendale”, comenta la diseñadora. Su clienta tenía claro que contar con piezas con historia era innegociable. De igual manera, Francisca sabía que, para lograr una coherencia visual y funcional debía hacer lo que mejor sabe: entablar una conversación entre lo antiguo y lo nuevo y hacer que funcionara.

El estilo desenfadado y ecléctico de la propietaria permitió que la diseñadora Francisca Trujillo experimentara con intervenciones sutiles que juegan con el color y la luz.

Dicho esto, al recorrer el proyecto, se pueden ver estas pequeñas pláticas entre lo tradicional y lo moderno. Una mesa de comedor del estilo del precursor del interiorismo del siglo XVIII se combina armoniosamente con las sillas Rey del diseñador Bruno Rey, editadas por HAY. También se destacan una araña de cristal estilo francés y candelabros de diferentes colores y tamaños, todo enmarcado dentro de una obra pictórica llena de color creada por la propietaria.

La elección de piezas de mobiliario representativas del diseño de colección en la sala y el estudio como, por ejemplo, la silla Lana de Christian Siriano marca un ritmo contemporáneo evidente.

Vista panorámica de la sala. Silla Lana, daybed Cleopatra y sillas italianas lady-Chair.

Desde la entrada al apartamento un pequeño vestíbulo, típico de las residencias neoyorquinas, da una primera impresión del diseño propuesto. Trujillo mantuvo las baldosas terracota originales del piso, pero introdujo un papel de colgadura temático como un guiño a la herencia persa de su propietaria. A partir de ahí, tanto los pisos de madera como los baños, la carpintería y la cocina fueron renovados para darle una nueva vida al apartamento.

“El corredor era angosto y largo y yo quería crear impacto visual, así como delinear los dos espacios; del espacio público al privado. Así mismo, desde el principio me di cuenta de que era la oportunidad perfecta para que este espacio funcionara como su galería”, Francisca Trujillo.

La elección de piezas de mobiliario representativas del diseño de colección en la sala y el estudio como, por ejemplo, la silla Lana de Christian Siriano marca un ritmo contemporáneo evidente. “Con este espacio luminoso y completamente abierto que enmarca el fondo industrial de la ciudad era necesario una pieza que centralizara la sala y la solución fue el sofá curvo de estilo mid-century que se encuentra en el fondo. Luego llegaron las sillas italianas lady-chair de Marco Zanuso y ese diván Cleopatra de Andre Cordemeyer”, cuenta Trujillo. Un tapete geométrico e irregular acentúa la elección del mobiliario personalmente seleccionado por la colombiana en galerías y mercados vintage en Europa.

El verde del estudio es el mismo que se utiliza en la ciudad para cerrar vías cuando se realiza una obra en el espacio público.  Francisca lo eligió para conectar el espacio con la ciudad que lo alberga.

Una de las grandes sorpresas para Francisca fue encontrar que detrás de esa fachada ejecutiva de su clienta existía una mujer de mente abierta con dotes artísticos. La gran mayoría de las obras expuestas en el proyecto nacen de ella. Con esto en mente, Trujillo visualizó el corredor que lleva de la zona social a las áreas más privadas como una galería de exhibición y juego para su clienta.

El textil de la cabecera de la cama es de Kelly Wearstler, mientras que el tapete persa enraíza la identidad de quien habita este espacio.

Los baños son una apuesta divertida y relajada en donde por medio de papeles de colgadura, espejos neón y murales se rompe la narrativa de un diseño típico del Upper East Side. “El enchape de baldosas blancas en forma horizontal a la altura del lavamos es algo típico de Nueva York, entonces lo dejamos. Pero con el resto de los baños sí jugamos a proponer algo diferente a lo usual”, añade Francisca.

“Gracias al estilo fresco y ecléctico de la propietaria, en este proyecto en particular, se hace evidente —para un ojo entrenado— una práctica que caracteriza la mayoría de mis proyectos y es la de intervenir de manera sutil objetos, piezas y espacios trayendo siempre algo nuevo a lo existente, creando así nuevas historias”, finaliza.

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