La instalación, presentada en el Arsenale, propone una ciudad que convive con la naturaleza y está inspirada en los ecosistemas marinos del Perú. En exclusiva para CASAS, la arquitecta peruana Alexa Guerra Cam, parte del equipo creador, revela la dimensión personal, técnica y cultural detrás del proyecto.
Por: María Jesús Sarca Antonio
Blue Garden: The Architecture of Emergence destaca en la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura – La Bienal de Venecia como una de las propuestas más provocadoras del programa Biennale College Architettura. Activa desde el 10 de mayo hasta el 23 de noviembre de 2025 en el histórico Arsenale, la instalación concebida por Alexa Guerra Cam (Perú), Tanvi Khurmi (India-Canadá) y Rita Morais (Portugal) dialoga con el eje curatorial impulsado por Carlo Ratti: Intelligens. Natural. Artificial. Collective.

Blue Garden propone una arquitectura regenerativa hecha con concreto y conchas recicladas, diseñada para albergar algas marinas y reconectar al ser humano con el entorno costero.
Desde su concepción, Blue Garden explora la relación entre arquitectura y biología marina. Las baldosas que componen la instalación están elaboradas con una mezcla de concreto y conchas recicladas provenientes de la industria pesquera. Su estructura porosa y modular permite el crecimiento de macroalgas, organismos responsables de la generación de aproximadamente la mitad del oxígeno planetario.
En una entrevista exclusiva para CASAS, Alexa, arquitecta peruana residente en Londres, cuenta que es su primera vez en la Bienal y que el proyecto tiene un carácter profundamente personal: “Creo que es un gran logro personal y colectivo. Cuando yo estudiaba arquitectura en el Perú, me hablaban de la Bienal de Venecia como un gran evento lleno de burocracia. Al final, me permitió darme cuenta que a través de esfuerzo puedes lograrlo y creo que eso permite comparar a Perú con otros países y darte cuenta que también hay muchas ideas y potencial”.

Rita Morais (artista e investigadora portuguesa), Tanvi Khurmi (bio-diseñadora indocanadiense) y Alexa Guerra Cam (arquitecta peruana), creadoras de Blue Garden.
Arquitectura que aprende del litoral
Blue Garden se inspira en las condiciones ecológicas del ecosistema costero peruano, uno de los más productivos del planeta. Las algas marinas, recolectadas durante siglos por comunidades locales, adquieren un protagonismo simbólico y funcional. “Existe belleza en las algas y buscamos realzarla. Sirven de alimento y también se pueden hacer muchas otras cosas más como biomateriales o bioplásticos, entonces tienen un montón de usos”, explica Alexa.
El sistema modular fue diseñado desde la eficiencia: piezas porosas que permiten adherencia, sombra y variación de niveles de agua. “Las algas son de las especies más resilientes que existen. Están expuestas al cambio drástico entre calor y frío, humedad y sequedad, y soportan la fluctuación de salinidad”, explica la arquitecta. Para garantizar su supervivencia en la Bienal, se simula el flujo de las mareas mediante tanques con niveles alternantes y se monitorean nutrientes como nitratos, fósforo y sodio.

Las baldosas de “Blue Garden” están diseñadas para adaptarse al flujo de las mareas, permitiendo que distintas especies de algas prosperen en condiciones variables de luz, salinidad y nivel de agua.
La elección de trabajar con conchas marinas no fue fortuita. “Las conchas tienen carbonato de calcio, que es lo que construye los corales y ayuda a reducir la acidificación del mar. Incorporarlas al concreto le da mayor fuerza estructural y es como devolverle al mar lo que le hemos quitado”, señala la arquitecta. Sin embargo, acceder a los residuos representó un reto mayor: “Sería más fácil comprar cosas nuevas que reutilizar. El sistema actual no está preparado para facilitar el reciclaje”.
En su desarrollo técnico, el equipo combinó diseño paramétrico, fabricación avanzada y estudios biológicos. “Es completamente distinto a una construcción arquitectónica tradicional. Es prueba y error, con decisiones que se deben tomar en tiempo real y con un fuerte componente de manufactura”, asegura Alexa.

En este proyecto, las conchas marinas fueron incorporadas al concreto de las baldosas, aprovechando su alto contenido de carbonato de calcio.
Conoce más de la arquitecta
Nacida en Lima y criada en Huacho, Alexa proviene de una familia con raíces chinas y su infancia transcurrió entre campamentos y playas. Esa vivencia cotidiana del mar define su sensibilidad arquitectónica. “Siento que cuando hay un volumen de agua, tengo la necesidad de meterme. En Londres hay lagos y ríos, pero no es la misma sensación de libertad que da el horizonte marino”.
Egresada de la Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC) y con una maestría en Diseño Biointegrado en la Bartlett School of Architecture (UCL), Alexa se formó también como docente y arquitecta en el estudio Taller Temporal. Su trayectoria, cruzada por la docencia y la investigación, desemboca en Blue Garden como síntesis entre saberes tradicionales, tecnología y memoria personal: “Extraño el mar peruano todos los días y poder materializar mi nostalgia en un pedazo de mar es una especie de catarsis”.

Dos tanques alternan niveles de agua para simular el ritmo de las mareas, creando un entorno dinámico donde las algas crecen y se adaptan como en su hábitat natural.
Desde esa nostalgia se gestó el proyecto final de su maestría, luego evolucionado en equipo con Tanvi y Rita . “Nos dimos cuenta que Venecia tiene una relación con el mar única y que había muchas similitudes con el litoral peruano”, comenta. “La pesca artesanal, por ejemplo, es mucho más respetuosa y está conectada con el mar”.
Blue Garden busca también resignificar el saber ancestral costeño. “En el pasado se incluían las algas en la comida o en ciertos usos diarios que hoy se han olvidado. Queremos incentivar a la gente a que mire distinto y se dé cuenta del potencial de estas especies”.
Ver esta publicación en Instagram
Colectividad y futuros posibles
La colaboración entre las tres creadoras fue central para el desarrollo del proyecto. “Cada una tiene una perspectiva distinta: yo soy más pragmática, Tanvi trabaja con narrativa paisajística y Rita con investigación. Pero todas venimos del mismo programa y logramos una propuesta que nos representa”, explica Alexa. El proyecto también sugiere un modelo participativo para el futuro: “Así como existen jardines botánicos, podría haber jardines acuáticos donde se cultiven algas y se enseñe sobre su valor”.
Al preguntarle sobre la dimensión más desafiante del lema curatorial de la Bienal, la arquitecta peruana responde sin dudar: “Lo natural es impredecible. Hoy las algas están bien, pero cualquier cambio puede alterar su equilibrio. Adecuarse a la naturaleza, y no al revés, es una enseñanza que deberíamos aplicar más a menudo”.
Ver esta publicación en Instagram
Finalmente, desde el Arsenale, su deseo es claro: “Contemplación. Que quienes se detengan frente a la instalación aprecien la belleza del mar, sientan la calma que da la marea y respeten aquello que nos rodea”.
Suscríbase aquí a la edición impresa y sea parte de Club COSAS.