En entrevista con CASAS, Ondine Schvartzman comparte cómo revistió con una “segunda piel” la arquitectura original de Casa Wallqa: cuarcita exótica, shihuahuaco, lana de llama, luminaria escultórica y arte familiar crean una elegancia sobria, íntima y atemporal.
Por: Mery Jiménez
Hace una década, la arquitecta e interiorista Ondine Schvartzman participó en el diseño de una casa en San Isidro junto con sus colegas Claudia Casabonne y Kathy Grimberg. De forma rectangular y angosta, la vivienda destacaba por su jardín, donde apenas se vislumbraba un pequeño tronco que hoy se ha convertido en un gran árbol. En la actualidad, Ondine vuelve a ser convocada por la propietaria: “La clienta me dijo: ‘quiero que hagas el proyecto de interiorismo’”.
Para esta intervención, uno de los retos fue el diálogo entre la arquitectura original y la nueva propuesta. Ondine asegura que fue un proyecto muy “natural”, ya que conocía el espacio: “Había que hacer una especie de superposición de pieles en la casa, porque a mí me parece bien importante que no haya una noción del tiempo de intervención tan clara. Tiene que parecer que todo siempre estuvo ahí”.

Hall de entrada de la vivienda remodelada.
Esa continuidad entre lo antiguo y lo nuevo fue más que una decisión estética: “Es lo que la casa pide que pase con el espacio, mezclado con las necesidades del cliente y la expectativa de la experiencia que quiere tener”. A nivel general, el proyecto mantiene una paleta sobria, materiales en su estado natural y una atmósfera que refleja la personalidad y el estilo informal pero elegante de su propietaria.
Interiorismo, curvas y detalles

Escultura perteneciente a la familia, enmarcada con una pared en tonos tierra.
El recorrido por Casa Wallqa inicia en el vestíbulo, donde una obra de Mariu Palacios, instalada con anclajes ocultos, parece flotar. La acompaña una banqueta y una escultura familiar enmarcada por un muro pintado para realzarla. “Quise crear una atmósfera que abrazara esta esquina y la escultura”, comenta la interiorista. En el pasillo, piezas de Valentina Maiolo y Mateo Liébana se alinean en perspectiva y pueden apreciarse desde el exterior.

La sala de la casa cuenta con una luminaria conformada por cintas metálicas atravesadas con tubos de luz, un diseño con curvas para la mesa hecha especialmente para la clienta, un sofá DS-600 en cuero blanco, una silla Elda Chair verde y un tótem de Aldo Chaparro.
Una vez dentro, un elemento continuo y horizontal atraviesa la estructura desde la sala hasta el comedor. Esta base sostiene una chimenea, una bufetera adosada y un librero que fue diseñado a doble altura en la sala para albergar la colección de cerámicas del artista Carlos Runcie Tanaka que posee la propietaria. “La intención de este espacio es que fuera una cosa muy sencilla, un lujo más silencioso, no tan extravagante». En este ambiente también se luce un tótem del artista Aldo Chaparro.

En la parte superior destacan tres cuadros, herencia de la mamá de la clienta.
Asimismo, se ha colocado una mesa que define un concepto lleno de curvas y fue diseñada con tres tableros superpuestos. “Es muy ondeada, muy orgánica, como para darle un contrapeso a una arquitectura que es de ángulos rectos”. Para Ondine, el uso de elementos con ondas, como el sofá estilo setentas DS-600 que también se ajusta a este patrón, tiene que ver con su preferencia por lo orgánico. “Ese contraste con las líneas rectas me parece potente, da una sensación de paz”. Por eso trató de “eliminar esquinas en lo que sea posible”.
“Yo quería que tenga como un aire un poco prehistórico, tosco a propósito, por la proporción del espacio”.

La propietaria cuenta con una colección de cerámicas del artista Carlos Runcie Tanaka que hoy se lucen en el librero construido específicamente con ese fin.
La luz natural se amplifica con las superficies de vidrio, que generan una sensación de interior y exterior integrados. La iluminación artificial aporta calidez y crea acentos, como las tiras led empotradas en el librero. En la sala, la lámpara principal impresiona por su escala y diseño: cintas metálicas cruzadas por tubos de luz. Completan la escena una silla Elda verde y un sofá dispuesto entre la sala y el bar, que refuerza la continuidad del espacio.

Sofás Soriana en color marrón.
El bar como espacio de encuentro
Uno de los ambientes más importantes del proyecto fue el bar, un espacio bisagra entre la sala y el comedor que da cuenta del carácter sociable de sus dueños. “Me pedían mucho este ambiente de bar, que era clave en la vida de su casa, por eso tiene ese protagonismo espacial”.
En este espacio, los materiales se conjugan con libertad. Un ejemplo perfecto es la lámpara de piso a techo que se aprecia en él, cuya deformación le da un toque singular: “Ahí se hizo como un perfil con el ojo que es como un foco; era la broma del palo de pole dance convertido en silueta para dar un toque lúdico a esa zona”.

En el bar, una de las zonas más importantes de la casa, se ubica una lámpara de piso a techo que hace un guiño a un tubo de pole dance transformado en lámpara con forma de un rostro de perfil. Acompañan unas bancas de madera de shihuahuaco de aspecto rudimentario y una barra trabajada con cuarcita exótica.
El tablero de este ambiente es de cuarcita natural exótica. Tiene además una alfombra de lana de llama blanca que transmite “una reminiscencia a la textilería precolombina”. Las banquetas, talladas en madera shihuahuaco, tienen formas que evocan lo primitivo. “Yo quería que tenga como un aire un poco prehistórico, tosco a propósito, por la proporción del espacio”.

El comedor cuenta con una lámpara Gervasoni, mesa de cuarcita y sillas tapizadas.
Junto al salón, el comedor incorpora una mesa de cuarcita acompañada por sillas tapizadas de respaldar bajo, que aportan un aire más informal. Sobre la mesa, una lámpara de Gervasoni actúa como pieza central. En la pared, una pintura por encargo de Eli Bedón completa la escena.

Ondine diseñó una alfombra hecha con lana de llama, en tonalidad oscura y con líneas que la atraviesan de lado a lado inspirándose en la textilería precolombina.
Terraza y arte
Ondine también trabajó una intervención estructural en la terraza sin alterar su armonía original. “Se trató de hacer una segunda capa de techo que no se peleara con el techo sol y sombra que había dejado anteriormente”. El sistema de tubos anclados a una viga permitió suspender lámparas y plantas colgantes, y definir un comedor exterior relajado. “Con una mesa muy orgánica, con sillas distintas unas de otras, para darle un ambiente un poco más divertido”.

Para la terraza se usó un sistema de tubos anclados a una viga que permitió colgar lámparas y plantas.
En esta casa, que tiene forma de “L”, la idea era “tener la mayor huella posible de verde”. Por otro lado, cabe destacar que las obras de arte que hoy la decoran provienen de la colección de la clienta o de su familia; no obstante, llaman la atención de manera especial tres cuadros colocados en la pared superior entre la doble altura de la sala y el bar. “Esos, por ejemplo, son herencia de la mamá de la clienta; había que ponerlos en un lugar importante”. Asimismo, el área exterior cuenta con una piscina que remata magistralmente la zona del jardín y dialoga con lo natural.

Una piscina, que formaba parte del proyecto original, destaca al lado del comedor exterior, con sillas en color negro y blanco, y una lámpara para invitar a sus habitantes a tomar un descanso.
El proyecto Casa Wallqa no solo destaca por su diseño o la elección de materiales –entre ellos, cuarcitas, maderas, textiles de llama o concreto–, sino también por la visión de Ondine para adaptarse a lo que el cliente necesita. En tal sentido, explica que para este diseño destacó la proporción. “Es algo como invisible al ojo no experimentado, pero la sensación de bienestar y de armonía se percibe cuando se logra”.
Ha trabajado ocho meses para conseguir el resultado que califica como “potente porque tiene lo que tiene que tener”. “Es contundente, pero no es recargado. Yo traté de buscar el lujo en la sencillez”, asegura la interiorista, a la par que destaca que fue, sin lugar a dudas, un proyecto “íntimo y personal”.
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