Construido en 1878 y aún habitado por la familia Gaekwad, el Palacio Lukshmi Vilas en Vadodara es mucho más que una reliquia. Su restauración, liderada por la reina Radhikaraje, impulsa una nueva mirada sobre el patrimonio indio y la artesanía tradicional.

Por: Mery Jiménez

Con más de 2.8 millones de metros cuadrados, el Palacio Lukshmi Vilas en Vadodara, India, es la residencia privada más grande del mundo. Es 36 veces más amplio que el Palacio de Buckingham y supera por diez al Palacio Blanco de Turquía. Pero más allá de sus dimensiones, sigue siendo un espacio habitado, en el que la reina Radhikaraje Gaekwad lidera una firme tarea de preservación, cultura y significado.

«Sabía de los Gaekwad y su contribución a nuestra cultura, pero nunca me había imaginado la magnitud del Palacio Lukshmi Vilas», recuerda Radhikaraje sobre su llegada en 2002, cuando se casó con el entonces príncipe heredero, Samarjitsinh Gaekwad. En ese entonces, dice, “buscar cosas en Google no era lo que es ahora”.

Tiene más de 2.8 millones de metros cuadrados, lo que lo convierte en la residencia privada más grande del mundo.

Encargado en 1878 por el Maharajá Sayajirao Gaekwad III, el palacio es una de las expresiones más significativas de la arquitectura indo-sarracena. Fue diseñado inicialmente por Charles Mant y terminado por Robert Fellowes Chisholm. La residencia combina cúpulas islámicas, motivos hindúes y elementos europeos. La torre del reloj, por ejemplo, se ilumina en rojo cuando la familia está presente.

El interior refleja la misma ambición cultural. Los pisos ornamentales fueron traídos de Venecia; las vidrieras, inspiradas en la mitología india, llegaron desde Bélgica; los mosaicos dorados fueron fabricados en Murano. Las esculturas combinan santos indios con figuras europeas, y algunas tecnologías —como un ascensor manual y grandes ventiladores de techo— ya estaban integradas hace más de un siglo.

Entre tradición y modernidad

Su diseño combina elementos góticos, victorianos e indo-sarracenos.

Durante el reinado de los Gaekwad, también se introdujeron innovaciones urbanas. Entre ellas, la primera línea ferroviaria de vía estrecha en la India y un sistema de agua por gravedad que todavía abastece partes de Vadodara. La familia también fue mecenas de la industria textil local y de instituciones educativas que aún operan.

«Sayajirao quería que el mundo supiera que Vadodara era acogedora, abierta a ideas y no temerosa de lo diferente», explica. “Enmarcó esas influencias ‘extranjeras’ con lo mejor de nuestro arte y artesanía, llevando la excelencia india al escenario mundial”.

La colección artística del palacio de Radhikaraje Gaekwad incluye obras europeas del Renacimiento, porcelanas raras chinas y japonesas, y una importante cantidad de piezas del pintor Raja Ravi Varma. Entre ellas, dos retratos a escala real de Lakshmi y Sarasvati adornan la sala de coronación, decorada con tonos verde espuma de mar, burdeos y dorado.

Incluye vitrales de diseño europeo y obras de arte encargadas especialmente para la familia real.

Preservación del Palacio de Radhikaraje Gaekwad

Hoy, más de un siglo después de su construcción, el palacio atraviesa una extensa restauración. «He llegado a pensar en el palacio como nuestro miembro de familia más antiguo», dice Radhikaraje. «Nuestra estrella guía que requiere gran cuidado». Sin embargo, el tamaño del edificio dificulta que el trabajo sea visible: “Los esfuerzos más monumentales parecen pequeños y siempre aparece algo nuevo”.

A eso se suma la falta de artesanos calificados. “Ha sido muy difícil encontrar a los adecuados, tanto en la India como en el extranjero”, afirma. Su formación en una maestría de historia medieval y su paso por el periodismo en Delhi han influido en su enfoque. Desde la Craft Design Society Art Foundation, impulsa iniciativas para revivir técnicas textiles tradicionales y apoya proyectos de formación vocacional para mujeres.

Fue construido en 1890 por el maharajá Sayajirao Gaekwad III como residencia de su dinastía.

«En algún momento, los indios perdimos la apreciación por nuestra artesanía», dice. Pero eso está cambiando: hoy, más personas exploran los archivos familiares y se interesan por los tejidos y estilos usados por sus antepasados. Las redes sociales también han servido como puente entre artesanos y nuevas audiencias. «La India no se trata solo de brillo. El enfoque nunca fue el oro, sino la habilidad que lo hace especial», agrega.

Desde su ascenso como maharani en 2012, tras la muerte de su suegro, su papel público cambió. «Las mujeres que trabajaban aquí cayeron a mis pies buscando orientación», recuerda. «Nada cambió en mi dinámica familiar; mi suegra seguía siendo mi suegra, pero de repente el público me veía diferente. Y supe que ahora miraban a mi esposo y a mí para llevar adelante el legado de Vadodara«.

Eventos culturales como festivales de danza, exhibiciones de autos antiguos y conciertos se realizan en los jardines y salones. También reciben a niños y estudiantes, buscando conectar a nuevas generaciones con su historia. “El Palacio Lukshmi Vilas es, en última instancia, para el pueblo de la India”, afirma Radhikaraje. “Tenemos suerte de poder llamarlo hogar”.

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