La actriz estadounidense muestra los detalles de la remodelación de su residencia en Los Ángeles, una joya arquitectónica de 1965 transformada con piezas de colección y jardines para el descanso.
Por Redacción COSAS
En lo alto de Bel Air, una de las zonas más exclusivas de Los Ángeles, Jennifer Aniston ha convertido una propiedad modernista en un refugio personal que combina elegancia y calidez.
La vivienda, diseñada originalmente por el arquitecto A. Quincy Jones y terminada en 1965, fue adquirida por la actriz en 2011, después de vender su anterior casa en Trousdale Estates. Un breve intento de mudanza a Nueva York se frustró por la constante presencia de paparazzi.
“Si no fuera actriz, sería diseñadora. Amo el proceso. Elegir telas y acabados me alimenta el alma”, afirma Aniston.

Los espacios exteriores fueron concebidos como una extensión natural del interior, fomentando la vida al aire libre durante todo el año.
Para esta intervención contó nuevamente con el interiorista Stephen Shadley, con el objetivo de conservar el espíritu modernista original, pero suavizando líneas y apostando por materiales como madera, piedra y bronce.
La reforma incluyó la sustitución de un acceso dramático —con una puerta roja de gran tamaño— por un diseño más acorde a su estilo. El interior, que Aniston describe como una fusión de “Viejo Mundo y Nuevo Mundo”, combina tapices pintados a mano, muebles de mediados del siglo XX, alfombras de seda.
La decoración se con plementa con concreto pulido, biombos japoneses antiguos y obras de artistas como Adolph Gottlieb, Robert Motherwell y Glenn Ligon.
Entre las piezas destacan un sofá Jean Royère, sillones Jacques Adnet y un diván de Mies van der Rohe.

La residencia cuenta con vistas panorámicas de Los Ángeles que se disfrutan desde varias estancias y terrazas.

El diseño interior integra arte de reconocidos creadores con mobiliario vintage y acabados artesanales.

La cocina, luminosa y acogedora, alberga una sencilla estación de trabajo donde Aniston prefiere pasar el tiempo.
Revela cómo fue el proceso
El trabajo fue una colaboración entre Shadley y los diseñadores Kathleen y Tommy Clements y Jane Hallworth, con la participación activa de su esposo, el actor y guionista Justin Theroux. “Tuve que aprender a incluir otra voz en el proceso creativo. Decir ‘no’ de inmediato no es lo más colaborativo”, reconoce la actriz.
Los exteriores también se transformaron. El terreno, que antes albergaba un viñedo en ladera, fue rediseñado por Marcello Villano y la arquitecta paisajista Anne Attinger como un conjunto de terrazas, jardines de inspiración asiática y áreas interconectadas para el descanso.

“Lo sexy es importante, pero la comodidad es esencial», comenta la actriz.
Los domingos, el lugar se convierte en punto de reunión para amigos, niños y perros, con menús que van desde una barra de tacos hasta chili casero en los meses fríos.
A pesar de mantener una agenda activa en el cine —su próximo papel será en la comedia independiente Dumplin’—, Aniston valora cada vez más la estabilidad que le ofrece su hogar. “Antes pensaba que era romántico irme a otro sitio cada tres meses. Ahora miro a mi esposo, mis perros y nuestra casa, y no hay ningún otro lugar donde quiera estar”, concluye.
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