Los diseñadores mallorquines Oro y Tille del Negro, fundadores del estudio Moredesign, transformaron una excéntrica casa setentera en Deyá, Mallorca, en un hogar familiar que combina naturaleza, diseño y el resurgir de la artesanía local.

Por: Redacción COSAS

En lo alto de la Sierra de la Tramontana, al norte de Mallorca (España), se esconde lo que en los años setenta fue un extravagante refugio digno de James Bond. Construida por un ingeniero alemán, la casa incluía un ascensor que atravesaba la roca y múltiples terrazas frente al mar Mediterráneo. Para los diseñadores Oro y Tille del Negro, fundadores del estudio mallorquín Moredesign, aquella propiedad no solo era una excentricidad arquitectónica: era la oportunidad de crear el hogar con el que soñaban tras más de quince años diseñando espacios para otros.

Lo que antes era un laberinto de pequeñas habitaciones hoy es un lugar abierto, luminoso y orgánico. “Queríamos que la vida familiar respirara en cada rincón”, cuenta Tille, quien convirtió la cocina en el corazón de la casa. Allí conviven un fregadero triangular de piedra caliza —tan pesado que fue necesario colocarlo con grúa—, una parrilla interior y piezas de mobiliario diseñadas por ella misma. Sus taburetes, elaborados con nogal y la hierba silvestre de la isla conocida como càrritx, son ejemplo del espíritu artesanal que define cada detalle.

Desde las terrazas, las vistas se abren a un paisaje salvaje y escarpado.Desde las terrazas, las vistas se abren a un paisaje salvaje y escarpado.

Desde las terrazas, las vistas se abren a un paisaje salvaje y escarpado.

Una lámpara colgante, hecha por un soplador de vidrio local, cuelga sobre el fregadero triangular de piedra caliza en la cocina.

Una lámpara colgante, hecha por un soplador de vidrio local, cuelga sobre el fregadero triangular de piedra caliza en la cocina.

El vínculo con los oficios tradicionales es central en la propuesta. Desde la cerámica hasta el vidrio soplado, Mallorca vive un renacimiento creativo impulsado por nuevas generaciones de artesanos que reinterpretan técnicas ancestrales. “Hace una década, era difícil encontrarlos; hoy, los talleres están llenos de jóvenes que innovan dentro de la tradición”, explica Tille, quien además lanzó su propio Del Negro Studio para ofrecer piezas únicas creadas junto a maestros locales.

Los espacios fluyen como si la casa respirara: la cocina se abre a un salón con sofás cubiertos de telas de cáñamo del siglo XIX, y este conecta con una sala de cine ideada para que sus hijos —Mio y Maxine— organizaran allí sus reuniones. “¡Lo conseguimos!, preferían traer a los amigos a casa en lugar de perderse en la noche”, recuerda entre risas.

Los dormitorios están distribuidos en distintos niveles…

Los dormitorios están distribuidos en distintos niveles… 

...en el de Mio, la ducha está integrada en la pared de roca.

…en el de Mio, la ducha está integrada en la pared de roca.

La pareja adoptó un enfoque escultórico para diseñar su hogar… con superficies táctiles y materiales naturales: la roca está presente en todas partes.

La pareja adoptó un enfoque escultórico para diseñar su hogar… con superficies táctiles y materiales naturales: la roca está presente en todas partes.

La naturaleza, en cambio, no se contiene: la montaña se hace presente en los muros, en la piscina y hasta en la ducha de una de las habitaciones. En el dormitorio principal, una bóveda mallorquina abraza una cama gigante junto a una ventana triangular. “Según los egipcios, el triángulo encierra longevidad. Nosotros confiamos en que nos mantenga jóvenes”, dice Oro con humor.

Más allá de la estética, la casa refleja un manifiesto vital: la apuesta por lo esencial y la simplicidad. Nada de acumulación, nada de exceso. “Se trata de eliminar el ruido, también el mental”, sostiene Oro. Y es justamente esa sensación de ligereza, potenciada por colores neutros y materiales nobles, la que convierte a este refugio en un espacio de calma.

Además de su valor arquitectónico, la casa de Oro y Tille del Negro refleja una tendencia que también está ganando terreno en ciudades como Lima, donde proyectos residenciales empiezan a incorporar materiales nobles y oficios tradicionales en clave contemporánea. Este regreso a lo esencial —madera trabajada a mano, textiles naturales y acabados que privilegian la textura— conecta a Mallorca con un movimiento global de diseño que busca autenticidad frente a lo industrial y lo efímero.

El dormitorio principal: “Queríamos que tuviera una sensación de nido de amor”, dice Tille.

El dormitorio principal: “Queríamos que tuviera una sensación de nido de amor”, dice Tille.

Para muchos, Deyá es sinónimo de bohemia mediterránea. Desde que el escritor Robert Graves se instaló en este rincón de Mallorca en 1929, el pueblo atrajo a artistas, músicos y escritores. Hoy, entre olivares centenarios y calas escondidas, el espíritu creativo sigue vivo: desde hoteles boutique hasta proyectos de diseño que rescatan lo artesanal en tiempos de turismo masivo.

La casa de los del Negro, con su sencillez refinada y su diálogo constante con la naturaleza, encarna esa filosofía. No es solo un hogar, es un modo de vivir: lento, consciente y profundamente conectado con la tierra que lo rodea. Un lujo discreto y silencioso que, como los mejores secretos, se descubre solo al llegar hasta lo alto de la Sierra de la Tramontana.

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