Un tono audaz, provocador y sorprendentemente cálido se abre paso otra vez en los interiores, reclamando el protagonismo que alguna vez tuvo.

Por: Redacción CASAS

El regreso de un clásico que no pasa desapercibido

Durante siglos, el rojo fue el gran protagonista: de los murales de Pompeya a las pinturas de Lascaux, pasando por los emblemáticos zapatos del Rey Sol. Tras años dominados por paletas más frías y serenas, este color vuelve a irrumpir en los hogares con un espíritu juguetón, picante y sin miedo a llamar la atención.

El rojo regresa a los interiores como gesto de carácter: acentos vibrantes, superficies lacadas y color que vuelve a ocupar lugar protagónico en la casa.

“Es imposible ignorar un rojo”, dice el interiorista Tom Morris. Puede ser desafiante, sí, pero también electrizante. Martin Brudnizki lo llevó al extremo en el pasadizo lacado del club Annabel’s, en Londres: una explosión de rojo saturado que describe como “una mezcla de peligro, deseo y decadencia”. El efecto es jugoso, brillante, casi teatral.

Para Emma Burns, de Sibyl Colefax & John Fowler, el secreto está en el brillo. En una casa en Chelsea transformó un pequeño espacio sin ventanas en un bar rojo intenso, mitad labial, mitad Negroni. “Necesitaba personalidad”, cuenta. Y la consiguió.

Lejos de ser solo decorativo, el rojo se usa hoy como herramienta para crear atmósferas envolventes, energizantes y visualmente memorables.

Acentos, matices y usos inesperados del rojo

Pero no todo tiene que ser un golpe visual. La diseñadora Marta de la Rica apuesta por versiones más suaves y cálidas en su casa de Madrid: muros de arcilla texturizada, piezas en tonos rojizos y cuadros que suman capas y calidez. “El rojo abraza”, dice. Su próximo libro, Biarritz, A Vocabulary of Colour, retrata cómo pequeños destellos escarlata pueden animar incluso las escenas más cotidianas.

Audaz y expresivo, el rojo se consolida como tendencia en diseño de interiores, capaz de transformar espacios pequeños y zonas sociales con personalidad.

La tendencia no es menor. Farrow & Ball ha visto crecer en un 30 % las ventas de su tono Red Earth. Morris, sin embargo, sigue fiel al rojo tomate, incluso en pequeñas dosis. “Hay que ser valiente”, insiste. Como acento, dice, “el mundo es tuyo”: carpinterías en rojo encendido sobre fondos suaves, baños que combinan pisos púrpura brillantes con líneas rojas que recorren paredes y techos, o estanterías que reviven con un toque carmesí.

En la casa de Joa Studholme, curadora de color de Farrow & Ball, las molduras del cuarto de invitados llevan Incarnadine, un rojo profundo que “energiza sin abrumar”. Lo mismo hizo Max Rollitt al lacar de rojo intenso unas repisas en Hampshire.

La firma holandesa Palet propone rojos que recuerdan a un caparazón pixelado. Estudio Reciente los utilizó en una cocina madrileña, combinando un salpicadero rojo fresco con una columna del mismo tono que aporta un guiño cítrico y veraniego.

El auge del rojo en la decoración se refleja en mayores ventas de pintura y en proyectos que lo adoptan como acento o protagonista total.

La conocida “teoría del acento rojo” —ese toque que eleva cualquier espacio— sí funciona, sostiene Brudnizki. Pero muchos diseñadores recomiendan ir más allá, sobre todo en zonas sociales como comedores, donde la luz de las velas le da un encanto especial. “Si el mundo es un escenario, inspírate en el teatro: las cortinas son rojas por una razón”, recuerda.

El estudio Duggan llevó esta idea al extremo en un baño de Notting Hill: paredes y techo en un rojo saturado, Grenache, combinados con pisos ajedrezados. “Es divertido, atrevido y provocador”, dice su fundadora. En otra casa, en Islington, creó una mesa de comedor en laca roja que terminó convirtiéndose en una pieza de su marca Trove.

Con brillo, textura o en pequeñas dosis, el rojo demuestra su versatilidad para aportar profundidad, calidez y carácter a cualquier ambiente.

¿El miedo a cansarse? “De algo bien concebido no te cansas nunca”, señala De la Rica. Brudnizki coincide: “Atrévete con el rojo. La recompensa es infinita”.

Al final, el rojo no es solo un color: es una actitud. Un gesto de atrevimiento que transforma cualquier espacio y que, usado con intención, puede convertir lo cotidiano en memorable. En tiempos en los que buscamos casas con alma, vuelve a recordarnos que un toque de pasión —bien aplicado— nunca pasa de moda.

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