Para celebrar los ochenta años de su abuelo, Gustavo Saavedra viajó a su ciudad natal, Huamachuco. En el trayecto, el cineasta encontró inspiración para una película. El abuelo (2018) recrea un viaje en carretera por el norte del Perú que, poco a poco, irá develando los secretos del patriarca de una familia. En esta entrevista, el director peruano nos habla de su ópera prima, que se estrena este 19 de julio. 

Por María Alejandra López

“Recién salí del país a los quince años, y casi todos mis viajes han sido dentro del Perú”, explica el cineasta, que recorrió en automóvil, junto a un equipo de cincuenta personas, Lima, Trujillo, Huanchaco, Pacasmayo, Cajamarca y Huamachuco para esta realización. Saavedra no se considera un cinéfilo empedernido, sino más bien un amante del arte y la cultura. Con esta película lo ha dejado en claro, con planos abiertos y escenas que dan a los paisajes del país un lugar tan importante como a los actores.

Antes de su estreno en Lima, la película se ha proyectado en todas sus locaciones. Para Saavedra, esta es una forma de revalorizar el espacio. “El cine no solo es entretenimiento, sino también un motor de desarrollo”, explica. El director apuesta por utilizar el Perú como punto de origen para proyectos de primer nivel, experiencia que tiene gracias a su participación en películas como La teta asustada (2009) y Contracorriente (2009).

La película está protagonizada por Carlos J Vega (Colombia), Patricia Portocarrero, Javier Valdés Garrido-Lecca, Rómulo Assereto y Sebastián Rubio Ralli.

“¡Tenemos locaciones infinitas! A veces vienen cineastas extranjeros y dicen: ‘Qué lindo paisaje, pero no tengo hotel’. Todo se resuelve: el valor de locación que te dan los paisajes del Perú no te lo da nadie”, enfatiza. 

-En la película le das bastante importancia a los paisajes… 

Desde que era pequeño, mi familia me dijo que lo primordial era conocer el Perú. Recién salí del país a los 15 años y todos mis viajes previos habían sido por el Perú. Además, me encanta viajar en carro y quise que esa experiencia estuviera reflejada en la película.

Detrás de cámaras de «El abuelo».

-¿Qué ha sido lo más difícil de grabar El abuelo?

Grabar en carretera es súper difícil. Vas avanzando y no hay vuelta atrás. ¡Ninguna escena podía repertirse! Además, para ser mi primer largometraje, me compliqué bastante: trabajé con adultos mayores, un perro y un bebé; y trabajé en una carretera en la altura. Igual no soy nuevo en esto y ya tenía la experiencia de hacer producciones fuera de Lima. Cuando recién salí de la universidad y tenía 25 años, hice La teta asustada (2009), que se grabó en Manchay. Después trabajé en Contracorriente (2009) como jefe de producción y viví en Cabo Blanco por cuatro meses. La maravilla del país es que tenemos locaciones infinitas. El valor de locación de esta película no te lo da nadie. ¿Te imaginas tratar de imitar eso en 3D?

Has hecho el pre estreno en las ciudades en las que se grabó película…

Los lugares que muestro en la película han tocado mi corazón. Junto con la productora, Delia García, a quien conocí en La teta asustada, esa fue nuestra intención desde el inicio: mostrar la película en los lugares en los que se grabó por ser un tema de formación de públicos y revalorización del espacio. ¿Sabes lo importante que es para la gente verse en las pantallas? Ese es el poder de lo audiovisual: cuando la gente se ve, dice “oye, esto vale”. Y eso también significa trabajo e ingreso para el pueblo porque se genera toda una industria. El cine no solo es un acto, sino también un motor de desarrollo.

Gustavo Saavedra estudió Comunicación Audiovisual en la PUCP. Tiene 33 años.

¿Cómo ha sido la acogida de la película?

He estado mostrándola a públicos diferentes para ver su reacción y me he dado cuenta que la película es universal. En Cajamarca, el segundo departamento más pobre del país, las personas caminaron más de 40 minutos solo para verla. Nosotros hicimos la convocatoria a través de las autoridades y el boca a boca: llegaron 200 personas y yo pensé que iban a llegar 40. En Huamachuco habían 450 personas y, finalizando la película, salieron fuegos artificiales porque era el Día de San Pedro y San Pablo. Escuché al final que un niño decía “pónganla de nuevo”. Esa sensación fue alucinante para mí.

¿Cuántas personas han trabajado en El Abuelo? 

Viajaron entre 50 y 60 personas. Es un equipo pequeño, pero como era una grabación fuera de Lima habían complicaciones presupuestales. Grabamos casi siete semanas. Ha sido una experiencia maravillosa y he recibido mucho cariño del equipo. No todas las grabaciones hacen un viaje de esta magnitud por el Perú. 

Equipo de «El abuelo» en la grabación.

¿Por qué la película ha tomado tanto tiempo en ver la luz?

Por temas económicos. He ido avanzando esta película con los premios que hemos ido ganando. En el 2012, ganamos el DAFO de producción, en el 2013 ganamos Ibermedia y  en el 2015 gané un premio de post producción en Colombia valorizado en 45 mil dólares. La post producción se hizo en México y Colombia. El último premio de distribución lo gané en el 2017. Por eso, el acabado de la película es tan profesional. En el 2016 acabé la película y viajé a Argentina para grabar la música original con el talentoso Nicolás Wangeman Vega. Dentro del rodaje también se apreciará la increíble voz de Sylvia Falcón, rindiéndole homenaje a la gran Yma Sumac.

¿Cómo encontraron a Crisóstomo?

Como la película es una coproducción peruano colombiana era importante tener a un actor colombiano. Está comprobado que mientras más diversidad hay en tu equipo mejores cosas ocurren. Yo ya tenía en mente los papeles de Javier Valdés, Sebastián Rubio, Rómulo Assereto y Patricia Portocarrero, pero no tenía seguro quién sería el abuelo. En el Perú tenía solo tres opciones y no me convencían del todo. Yo quería que alguien viera al abuelo y sintiera ternura de su personaje.

El actor colombiano Carlos J Vega interpreta a Crisóstomo.

Cuando nos enviaron el casting de Carlos J Vega, y nos enteramos que vivía en un hogar para actores retirados en Colombia, dijimos “este es”. Además, él era uno de los cuentacuentos más importantes de su país y había sido locutor. Por eso fue muy fácil trabajar con él su acento colombiano. Si no digo que es colombiano, nadie se da cuenta.

¿Cuáles fueron las dificultades de trabajar con alguien mayor?

Diría que la capacidad de retención. Para una persona mayor es difícil recordar las palabras. Sin embargo, siempre lo apoyamos. Él era el protagonista y todos nuestros ojos estaban en él. Nos apoyamos entre todos. Felizmente, la altura no le afectó porque Bogotá está 2.640 m.s.n.m.

El actor Carlos J Vega falleció hace dos años y no pudo ver la película completa. Para el gran estreno, su hija estuvo presente.

¿Cuáles son tus expectativas para el gran día?

Ahora estoy haciendo todo lo posible para que la película llegue a más personas. Creo que he hecho una historia universal que puede conectar con muchas personas. Desde un inicio, yo quería hacer una película que te levante la moral y te de una sonrisa. No quería destruir a las personas. Espero que la gente se pase la voz.

¿Cómo es hacer cine en el Perú?

Creo que desde hace varios años la gente está apostando por hacer cine en el Perú. Cuando yo empecé con La Teta Asustada (2009), ese fue uno de los años en que más se había hecho cine en el Perú: seis películas. Y ahora la cifra está entre 20 y 25 películas al año. La industria está aumentando y tenemos que seguir creciendo. No debemos desvalorizar ningún tipo de género ni película, primero debemos fortalecer una industria.