El ícono de la vanguardia italiana de los años sesenta llegó al país para inaugurar la muestra “Demopráctica”, su primera retrospectiva en Lima, en el Museo de Arte Italiano. Durante su paso por la ciudad, Pistoletto tuvo una nutrida agenda de actividades. Cerró su visita con broche de oro en la cena en su honor organizada por COSAS en el restaurante Maras.
Por Raúl Cachay A. Fotos de Verónica Pflucker
El paso de Michelangelo Pistoletto por Lima fue breve, pero el maestro italiano supo conquistar con su carisma y vitalidad a todos los que aquí tuvieron el privilegio de intercambiar palabras y compartir momentos con él. Con ochenta y cinco años –los cumplió en junio–, el representante más importante del movimiento de vanguardia conocido como arte povera llegó al país en una pascana de una gira sudamericana que lo llevó a recorrer ciudades de Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina y Chile, y, además, estuvo presente en la inauguración de su primera muestra individual en el país, “Demopráctica”, que podrá ser visitada –la entrada es gratuita– en el Museo de Arte Italiano hasta el 30 de diciembre.
“Estar en una ciudad mítica como esta me hace sentir parte del mito”, dijo el artista poco antes de ofrecer sus primeras entrevistas a la prensa peruana. A juzgar por su agotadora agenda en Lima –que incluyó, como no podía ser de otra manera, un nutrido itinerario gastronómico, con cenas y almuerzos en restaurantes como Maido, El Mercado, Statera, Symposium y Maras, donde fue agasajado por la revista COSAS–, Pistoletto quiso exprimir al máximo esta primera visita al país.
“Creo que es muy importante que Lima forme parte del circuito artístico internacional y una exposición de tanto nivel como esta apunta a eso”, asegura Tulsi Karpio, especialista en arte contemporáneo y una de las principales gestoras de la llegada de Pistoletto a Lima (junto con el Instituto Italiano de Cultura, el Ministerio de Cultura, Galleria Continua y COSAS). Para Marisol Ginocchio, directora del Museo de Arte Italiano, “esta muestra es muy importante para nosotros porque en noviembre estamos celebrando nuestro 95 aniversario”.
“Demopráctica” presenta algunas de las piezas más emblemáticas del artista, como la instalación de espejos “Amar la diferencia” o “Senza Titolo” (1992), hecha con trapos y harapos, materiales característicos del italiano.
Palabra de Michelangelo
Michelangelo Pistoletto hizo una pausa en su derrotero limeño para conversar con COSAS y deslumbrarnos, una vez más, con su inteligencia y lucidez.
—¿Qué expectativas tenía antes de esta primera visita al Perú? ¿Qué sabía previamente acerca de la cultura y la sociedad peruanas?
—Mi conocimiento del Perú no era exhaustivo porque la distancia con Italia es considerable. Tengo conocimiento de las características más populares: música, canciones, ciertas costumbres, formas antiguas de vestir… No sé si siguen usando, hoy en día, los trajes del pasado. Estas son las cosas que sabemos desde lejos. Es un poco como alguien que nunca ha estado en Italia y piensa en encontrar allá música con mandolina, espagueti y pizza. El contacto directo es esencial para obtener un conocimiento real del país en este momento. Esta, para mí, era una buena razón para venir a Lima. Mis expectativas son dar a conocer mi trabajo en este país, directamente a través de mi exposición, una exposición que, por cierto, no es un acto final sino inicial para una posible relación futura. Mi trabajo no solo consiste en presentar mis obras individuales a lo largo del tiempo, sino también en producir un desarrollo creativo, es decir, de creación en el lugar, hecho con los habitantes, con los ciudadanos de Lima… Incluso las ciudades por las que acabo de pasar –Sao Paulo, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá, Quito– han generado reuniones muy interesantes en la relación entre arte y sociedad, arte y regeneración social, que es la actividad en la que estoy más involucrado hoy.
—Cuénteme más sobre la relación que ha establecido con Cuba y con los artistas cubanos. ¿Qué es lo que ha encontrado tan fascinante y estimulante en
ese país?
—En 2003 creé un símbolo que apunta a unir a todos los elementos diferentes y opuestos que se encuentran en la sociedad. Este símbolo está formado por tres círculos consecutivos: los dos círculos externos representan los elementos opuestos que se combinan y crean una nueva vida en el círculo central. Este símbolo, llamado “Tercer Paraíso”, ha formado una actividad de transformación social internacionalmente, articulada por las Embajadas del Tercer Paraíso. La Embajada de Cuba ha estado muy activa desde 2013: el 16 de diciembre de 2014 creó el símbolo del Tercer Paraíso en el mar de La Habana. Al día siguiente, el 17 de diciembre de 2014, hubo una conversación telefónica entre Obama y Raúl Castro para iniciar el acuerdo que restablecía las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Esta relación directa entre el símbolo y la realidad ha dado lugar a una serie de actividades en Cuba que han unido a muchas organizaciones en la ciudad de La Habana, creando el primer Foro de Demopraxia. Hasta la fecha, hay más de doscientas embajadas del Tercer Paraíso. Cuba es el país que mantiene una autonomía muy fuerte en comparación con las grandes potencias internacionales. Cuba necesita desarrollar nuevos modelos de vida cultural, socioeconómica y política. Las actividades del Tercer Paraíso se basan en estas necesidades.
—¿Puede explicar el concepto de la palabra “Demopráctica” y por qué la eligió como título de su primera exposición en Lima?
—Demopráctica es una palabra que todos debemos comenzar a usar si queremos realizar el viejo sueño de la democracia, que desafortunadamente no se está realizando. La democracia consiste en dos palabras griegas: demos (pueblo) y kratos (poder). El pueblo no puede tener poder porque está formado por tantas personas que, separadas unas de las otras, claramente no pueden tener poder. Es necesario encontrar un nuevo método que una a las personas más allá del sistema ideológico de los partidos. Ahora usamos el término kratos para decir pueblo, y el término praxis para decir práctica. El método demopráctico consiste en unir a todos los diferentes sectores de la sociedad (organizaciones, asociaciones, empresas, comités, grupos asociativos) para que cada uno esté presente con un responsable en los Foros. Los Foros unen a estas organizaciones que ya cuentan, cada una, con su propio pequeño gobierno para crear una conexión de propuestas efectivas, reales y no ideológicas. La organización de todo esto está coordinada por las Embajadas Demopráticas del Tercer Paraíso.
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