Madrid está celebrando a Perú. Desde que uno aterriza en Barajas, las pantallas digitales a lo largo del aeropuerto proyectan: “¡Bienvenido Perú! País invitado a Arco”. La ciudad entera está vestida de esta gran celebración del arte, que se perfila como el gran trampolín a la internacionalización de los artistas peruanos.
Por Isabel Miró Quesada
COSAS fue testigo cercano de este gran esfuerzo del Ministerio de Cultura desde que se empezó a forjar hace dos años, gracias al apoyo del entonces ministro de Cultura Salvador del Solar, secundado por el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Eduardo Ferreyros.
Es por eso que con mucho entusiasmo a través de nuestras redes les traeremos, hora a hora, las novedades de la feria que empieza el 27 de febrero y va hasta el 3 de marzo, y que serán acompañados por reportajes de mayor análisis y profundidad en nuestra versión impresa.
Pero antes de dar inicio a todo esto, queremos compartir con nuestros lectores la nota de una reconocida periodista española especializada en arte, que viajó a Perú en noviembre del 2018 para empaparse de la situación que nuestro país atraviesa, previa a la feria, en los ámbitos del arte, la cultura y las instituciones que los respaldan.
Su balance, si bien un tanto duro, nos parece una mirada aguda y clara. Aquí el reportaje de Elena Vozmediano para el diario Cultural, de España.
Perú, más allá de los vacíos
En España conocemos mal la cultura peruana: una pequeña parte de su extraordinaria riqueza arqueológica, de su literatura, de su cine y de su gastronomía, casi nada de sus artes tradicionales y justo de su arte nuevo. Ahora que anticipadamente inicia en Madrid la celebración del Bicentenario por su Independencia (1821), es buen momento para que, desde las artes visuales, nos acerquemos a la lejana república andina.
Empecemos por una panorámica de su marco institucional y patrimonial para, en una segunda entrega, saber más del arte que se produce y se vende allí y de los participantes en la feria o los eventos paralelos.
Este preámbulo es necesario, pues sus estructuras culturales presentan diferencias notables respecto al “estándar” europeo o incluso latinoamericano. Buena parte de la culpa la tiene el doloroso pasado reciente del país, que ha impedido el desarrollo normal de un sistema del arte completo y que ha dejado heridas no del todo cerradas: la dictadura militar (1960-1980), el terrorismo y el conflicto armado con Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (unos 70.000 muertos), la profunda crisis económica de los 80 y la cleptocracia de Alberto Fujimori en los 90. Desde 2001, Perú prospera rápidamente, y lidera hoy el crecimiento económico en Latinoamérica, sobrepasando el 4%.
Pero le queda mucho por hacer para cubrir carencias muy serias, con la dificultad añadida de una inestabilidad política y una corrupción cronificadas. En este momento gobierna a trompicones Peruanos por el Cambio, el partido de centro-derecha del expresidente Pedro Pablo Kuczynski (que dimitió por su implicación en el caso Odebrecht) pero el Congreso lo domina Fuerza Popular, cuya presidenta, Keiko Fujimori, está en prisión por esa misma red de corrupción.
Un salto internacional
El programa para ARCO y para los museos y salas de exposiciones de Madrid cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, un departamento muy joven (ocho años) que no ha acabado de definir su misión y que también sufre los vaivenes políticos: la ministra y el viceministro que yo conocí en noviembre, en mi visita a Lima con otros periodistas españoles, han dimitido por una supuesta adjudicación amañada de los trabajos de protección arqueológica previos al Rally Dakar que acaba de celebrarse en Perú.
De su exiguo presupuesto (solo un 0,34% del general), la mitad se dedica al infinito patrimonio arqueológico (60.000 huacas o yacimientos registrados) y gran parte de sus esfuerzos se dirigen a paliar la deuda histórica con las regiones y con las culturas indígenas.
El Ministerio no tiene clara la eficacia de la política de estímulos económicos para el desarrollo de las industrias creativas pero aun así algo invierte en ellas, sobre todo en el cine. La precariedad de las artes visuales no es el único ni el mayor problema que necesita su atención urgente: el índice de lectura es bajísimo (0,8 libro/año/habitante) y el Estado es el principal cliente de las editoriales.
Comienza a apoyar al libro peruano en ferias internacionales y, en esa línea de modesto impulso de cara al exterior, por primera vez en la historia, avala al raquítico mercado del arte en una feria extranjera, ARCO. Algo que se percibe como un auténtico milagro y como una oportunidad única.
Existe un Plan de Política Cultural del Perú en el Exterior sin un organismo efectivo que lo lleve a cabo, aunque algo (poco) hace el Centro Cultural Inca Garcilaso, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, que tiene delegación en la sede del Instituto Cervantes en Madrid. Las dificultades que ha tenido el arte peruano en su internacionalización explican la relevancia que adquiere para artistas, comisarios y galeristas la participación en ARCO.
Muchos creadores huyeron del país en los peores años de violencia y represión (y algunos están de regreso ahora) pero solo podemos hablar de “circulación” libre a partir de los 90 y, sobre todo, en este siglo. Además, lógicamente, pocos artistas o agentes artísticos extranjeros se instalaban allí en los peores tiempos.
En 1997 se quiso romper ese aislamiento cultural con la creación de la Bienal Iberoamericana de Lima, que ocupó trece locales rehabilitados en el degradado centro histórico para promover la recuperación social, comercial y turística de la zona. Tuvo otras dos ediciones (1999 y 2002), siendo especialmente recordada la tercera, que afianzó, dicen, las carreras de Allora & Calzadilla o Francis Alÿs (también participó el español Rogelio López Cuenca). Y ya.
La primera feria de arte en Perú fue Lima Photo, que se celebra desde 2010, y solo en 2013 empezaron a funcionar Art Lima, promovida por la empresa Cree Perú y el periódico El Comercio en la Escuela Superior de Guerra del Ejército en Chorrillos, y PArC, feria más pequeña organizada por la revista Arte al Día en el MAC LIMA.
No es de extrañar que, durante mucho tiempo, los coleccionistas peruanos privilegiasen a los artistas del país (algo que todavía hace el comprador medio) y que acudiesen casi siempre al mercado internacional para lo demás.
Los coleccionistas juegan un papel destacadísimo en la escena artística limeña. No son muchísimos ni han abierto, como en otros países, museos personales de arte contemporáneo -si exceptuamos el de Mario Testino en Barranco, que funciona más como sala de exposiciones- aunque sí existen museos magníficos de arqueología o arte antiguo privados, como el famoso Museo Larco, el Museo Pedro de Osma de arte virreinal -que traerá una pieza de gran significación histórica al Museo del Prado- o el Museo Amano de textiles prehispánicos.
Su actividad ha sido y es colectiva. Juntos, a través de entidades de mecenazgo, crearon en 1961 el MALI (Museo de Lima) y en 2013 el MAC LIMA (Museo de Arte Contemporáneo), que son las únicas colecciones importantes de arte reciente accesibles para el público.
No hay un colección estatal o regional comparable a la del MALI, que intenta cubrir toda la historia artística del país y que, aunque se ha ido conformando desde los 50, ha sido impulsada desde 2006 por un Comité de Adquisiciones de Arte Contemporáneo al que ARCO otorga este año uno de sus Premios “A” al Coleccionismo. Del peso del MALI en la escena institucional da idea el hecho del que traiga a Madrid, como veremos en la próxima entrega de este reportaje, tres de las más importantes exposiciones del programa peruano.
Colecciones en Madrid
Hace dos años vimos en la Sala Alcalá 31 de Madrid una selección de arte peruano de la colección de Eduardo Hochschild, que regresa a la Academia de Bellas Artes de San Fernando con obras latinoamericanas.
Además, otros de los más destacados coleccionistas en el país se han aliado (¿ven el espíritu colaborativo?) para complementar la oferta, en El Instante Fundación y de la mano de Ella Fontanals Cisneros: son Alberto Rebaza, Armando Andrade de Lucio, Carlos Marsano y Juan Carlos Verme (vicepresidente de la Fundación Museo Reina Sofía), todos muy implicados en la gestión y el sostenimiento del MALI.
Existen 55 museos en el Sistema Nacional pero el déficit de infraestructuras culturales públicas en el país es grave. El gran proyecto, ya en marcha, es el Museo de Pachacamac, al Sur de Lima, junto al magnífico yacimiento arqueológico. La ampliación del MALI para albergar la colección de arte contemporáneo, que iba a hacerse con apoyo estatal (el edificio es público), se ha paralizado a causa de las políticas de austeridad impuestas por el Gobierno.
De manera que, con el ligero atenuante del MAC, que es un museo modesto hecho fundamentalmente a base de donaciones, en gran parte de los propios creadores, sigue sin funcionar un museo que no solo “arrope” al voluntarioso pero débil sistema del arte actual sino que proponga una narrativa, un marco histórico-teórico para la modernidad artística peruana.
Este “vacío museal” pesa sobre todo en los artistas y explica las “museotopías”, proyectos de museos utópicos como los de Gustavo Buntinx (Micromuseo), Fernando Bryce (Museo Hawai), Susana Torres (Museo Neo-Inka) o Sandra Gamarra (LiMac).
Aunque no hay museos de arte actual sí hay actividad expositiva, casi toda en Lima. Destacan la programación internacional del Proyecto Amil, fundado por Juan Carlos Verme y Joel Yoss, y las de dos centros ligados a instituciones educativas: el ICPNA (Instituto Cultural Peruano Norteamericano, para la enseñanza del inglés y el intercambio cultural entre ambos países), en particular en su Sala Germán Krüger Espantoso en Miraflores, y el CCPUCP (Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú).
Esta Universidad cuenta con una de las escuelas de arte más al día, por detrás de Corriente Alterna, fundada por el también coleccionista George Gruenberg, pero por delante de la centenaria Escuela de Bellas Artes.
También es escuela de fotografía, con colección y sala de exposiciones (El Ojo Ajeno), el meritorio Centro de la Imagen de Jan Mulder (que tendrá exposición en Madrid, en la Casa de América). Apenas hay espacios públicos destacables, con excepción de las municipales Sala Luis Miró Quesada Garland y Centro Cultural Ricardo Palma, ambas en Miraflores, el curioso Museo de Arte Italiano, estatal, en un bonito edificio frente al MALI y con muestras de vez en cuando ambiciosas, como la reciente de Pistoletto, y el MUCEN, museo ecléctico del Banco Central de Reserva del Perú, con sala renovada, la única en el centro histórico.
Quizá no hayan oído hablar de casi todo lo anterior. Pero si siguen la actualidad artística en España sí conocerán a los mencionados Bryce y Gamarra, o a Ximena Garrido Lecca, José Vera Matos, Miguel Aguirre, Andrea Canepa, Gabriel Acevedo Velarde, Maya Watanabe, Lúa Coderch, Daniel Jacoby, Daniela Ortiz, Armando Andrade Tudela, Nicolás Lamas, Aldo Chaparro, Jota Castro, Jimena Kato, María María Acha-Kutscher, Cecilia Paredes, Grimanesa Amorós… Todos peruanos.
Todos internacionales por esfuerzo individual. Aquí después de El futuro.