El mandatario peruano y la primera dama devolvieron cortesías a los reyes de España, luego de que estos visitaran el Perú recientemente. A continuación, una crónica detallada de los hechos, escrita por Raúl Tola.
Fotos cortesía de la Casa Real Española
Ubicado al norte de Madrid, el Palacio Real del Pardo es un antiguo pabellón de caza reconvertido en la residencia oficial para los jefes de Estado de visita en España. Es el lugar escogido por el presidente Martín Vizcarra para devolver las cortesías a los reyes Felipe VI y Letizia Ortiz, luego de la recepción que ofrecieron ayer en su honor.
Aunque la invitación era para las siete y media de la noche, a un grupo de convidados se les pidió que llegaran antes. Los organizadores los han reunido en un pequeño cuarto a la derecha de la entrada y les han solicitado que esperen. Es un lugar estrecho, con unos sillones imperio y unos antiguos retratos colgados de las paredes, que comienza a llenarse y calentarse.
Junto a la puerta están el príncipe Christian de Hannover y su esposa, la princesa Alessandra ‘Sassa’ de Osma. Al fondo se encuentran Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, conversando con el poeta granadino Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.
En medio de la habitación, en un grupo muy animado, destacan el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, y el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde. Pidiendo permiso, pasa por su costado el torero Andrés Roca Rey, irreconocible sin su habitual traje de luces.
De pronto, la puerta de la habitación se abre y un representante del cuerpo diplomático peruano pide que los invitados salgan en fila. A la derecha, luego de abandonar un vestíbulo de paredes altas, se abre el Patio de los Austrias, un espacio descubierto con una nube de fotógrafos y camarógrafos a un lado.
Todos apuntan sus objetivos hacia tres figuras solitarias que comienzan a recibir el saludo de quienes salen de la habitación privada, uno por uno. Son el presidente Vizcarra, la reina Letizia y el rey Felipe VI.
Después del besamanos, todos siguen de largo hasta cruzar unas arcadas blancas, detrás de las cuales aparece el Patio de los Borbones, donde ocurrirá la recepción. Ahí se encuentran los más de cuatrocientos invitados, que se saludan, conversan, se relacionan.
Aparecen el escritor Santiago Roncagliolo, los expresidentes del Consejo de Ministros Pedro Cateriano y Roberto Dañino, empresarios como Juan Mulder, diplomáticos como José Antonio García Belaunde o Carlos Herrera, y congresistas como Leyla Chihuán, Alberto de Belaunde o Francesco Petrozzi.
Todos se confunden con las autoridades españolas, encabezadas por el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez. Lo acompañan el ministro de Relaciones Exteriores, Josep Borrell, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
También están la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor; el expresidente José María Aznar; su esposa, la exalcaldesa de Madrid, Ana Botella; el recientemente electo presidente del BBVA, Carlos Torres, y el expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias.
Se deja oír un redoble de tambor, seguido por los compases de una marinera norteña. Aparecen dos bailarines vestidos íntegramente de blanco, que los reyes admiran en primera fila, mientras Vizcarra les explica detalles del baile. En cuanto concluye, un ejército de mozos trae pisco sour para brindar. Luego ofrecerán piqueos de cebiche, tiradito criollo y nikkei, pulpo al olivo y arroz con pato, para cerrar con suspiros de chirimoya, alfajores y cremoso de maní.
Pero al día siguiente la prensa española no dedicará su espacio principal a la oferta gastronómica, los vuelos de la marinera o los acuerdos políticos que comenzaron a concretarse en la noche del Pardo.
En cambio, la mayoría de titulares estarán centrados en el duelo de estilo que sostienen Sassa de Osma —que lleva un llamativo vestido de color pistacho con estampado de flores moradas de su diseñador favorito, el gallego Jorge Vásquez—, Isabel Preysler —con un diseño negro de Andrew GN, sobre el que resaltan dos brillantes flores de lentejuelas bordadas— y la propia Letizia —con un Nina Ricci de punto en color perla con decoraciones metálicas en forma de estrella—. El veredicto de los periodistas del corazón favorecerá ampliamente a la socialité peruana.
Visita de Estado
La recepción en el Palacio Real del Pardo fue el último evento de la visita de Estado que el presidente Vizcarra realizó a Portugal y España para participar en la inauguración de la feria de arte ARCOmadrid, la más importante de Hispanoamérica, con el Perú como país invitado. Vizcarra estuvo un día y medio en Lisboa (donde sostuvo encuentros políticos y empresariales, además de una reunión con la comunidad peruana), antes de partir a Madrid.
Sus actividades oficiales en España comenzaron el miércoles 27 de febrero, con una recepción en el Palacio Real. Quienes pasaron temprano por la Plaza de Oriente —uno de los espacios más tradicionales de Madrid, ubicada entre el palacio y el Teatro de la Ópera—, encontraron el paso cerrado por un gran operativo de seguridad.
A las diez de la mañana, un largo y vistoso desfile de la Guardia Real a caballo preludió la llegada de Vizcarra. El recibimiento fue con todos los honores e incluyó una revista a las tropas, el saludo a las delegaciones y la interpretación de los himnos de ambos países.
Más tarde, Vizcarra se reunió con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y participó de una sesión del Congreso de los Diputados. A mediodía, tanto él como su esposa, Maribel Díaz, tuvieron su momento de máxima intimidad con los reyes de España. A la una y media almorzaron con Felipe VI y Letizia en el Palacio de la Zarzuela, donde reside la familia real española.
Esa misma noche, el rey ofreció una cena de gala en el Palacio Real. Se trataba del acto principal de la jornada y se desarrolló cumpliendo escrupulosamente las formalidades. En el pasado hubo presidentes peruanos que, previendo las reacciones de la opinión pública, prefirieron presentarse a una cena como esta en terno y corbata, algo que fue mal visto e incluso se consideró un desaire por las autoridades locales.
Para no repetir una situación similar, los encargados de protocolo españoles fueron muy insistentes y solicitaron una y otra vez que Vizcarra llevara frac. Algo que, por otra parte, han hecho todos los presidentes latinoamericanos que lo precedieron, como el argentino Mauricio Macri o el colombiano Juan Manuel Santos.
Al día siguiente, los reyes de España, el presidente de Perú y la primera dama asistieron a la inauguración de la feria ARCO. El stand peruano reflejó una sensación que se podía percibir al caminar por las calles de Madrid, con todos los museos, centros de exposiciones, paradero de autobuses, bocas de metro y fachadas de los edificios más representativos ocupados por el arte peruano. La presencia nacional ayudó a que esta edición de ARCO fuera la más visitada de la historia.
Fue durante la inauguración de la feria que Maribel Díaz comenzó a sentirse indispuesta. De inmediato fue examinada por el médico que España pone a disposición de las comitivas visitantes durante las 24 horas del día y se la trasladó a un hospital para someterse a varios chequeos.
Desde ese momento debió ausentarse de todas las actividades oficiales y, por expresa indicación del médico, guardar estricto reposo. Ese fue el motivo por el que no estuvo presente en la reunión entre Vizcarra y Pedro Sánchez, donde ambos presidentes firmaron siete acuerdos de colaboración bilateral. Tampoco podría asistir a la recepción que el gobierno peruano ofreció en el Palacio del Pardo.
Desde el día anterior se especulaba que el presidente Vizcarra estaba considerando la posibilidad de anticipar su vuelta al Perú, para atender la emergencia por las lluvias en el norte del país.
Cerca de las nueve de la noche, a uno de los lados del Patio de los Borbones, se advierte un gran movimiento de funcionarios diplomáticos que conversan, discuten, hablan por teléfono, hacen coordinaciones.
Están preparando la partida adelantada del presidente y su comitiva, que se marcharán al aeropuerto Adolfo Suárez en cuanto acabe la recepción, para volar al Perú. Todavía quedan algunos eventos, en los que el canciller Néstor Popolizio reemplazará al presidente Vizcarra, como la develación de un busto de César Vallejo en el Paseo del Pintor Rosales, que quedará como recuerdo imborrable del paso del arte peruano por España.