El actor peruano más reconocido internacionalmente se encuentra en su mejor momento personal y profesional: acaba de estrenar la serie «El general Naranjo» (una producción que se emite vía Fox Premium) y que marcará un antes y un después en su trayectoria como actor. COSAS conversó en exclusiva con él en Colombia. Sorpréndase, como nosotros, al conocer al Christian Meier 2.0.
Por Raúl Cachay A., desde Bogotá
En Bogotá, todos saben quién es Christian Meier. No en vano lleva casi tres lustros trabajando en producciones para la televisión colombiana. Pero su más reciente desafío frente a las cámaras, que lo forzó a abandonar un periodo ‘sabático’ de casi tres años en los que dejó por completo la actuación para dedicarse a escribir guiones y estudiar para ser director de cine, podría convertirlo en algo más que un personaje famoso para nuestros vecinos del país cafetero.
En “El general Naranjo”, la serie que Fox estrenó en mayo para toda América Latina, el actor peruano interpreta a Óscar Naranjo, el mítico jefe de las fuerzas policiales colombianas que persiguió y cazó a algunos de los narcotraficantes más temidos de las décadas de los ochenta y noventa y que, además, fue uno de los principales responsables de los acuerdos de paz alcanzados con la guerrilla de las FARC algunos años atrás.
En 2010, Naranjo fue condecorado como “el mejor policía del mundo” por la International Association of Chiefs of Police y, hasta el año pasado, ocupó el cargo de vicepresidente de la República en su país. No hace falta agregar que este es, sin duda, el papel más importante que ha interpretado Christian Meier a lo largo de sus más de dos décadas en la actuación.
“Hace más o menos tres años decidí parar de trabajar. Quería dejar de actuar para dedicarme a estar con mis hijos y mi familia. Y también necesitaba tener más tiempo para estudiar dirección de cine, que es algo que quería hacer desde hace tiempo. Seguí recibiendo ofertas para actuar, pero no había nada que me llamara particularmente la atención. Hasta que hace dos años y medio me llamaron para proponerme el papel del general Naranjo, a quien entonces yo no conocía. Cuando empecé a investigar y a empaparme un poco más sobre el tema, descubrí a este personaje fascinante, que será una leyenda para las próximas generaciones colombianas. Esta era una historia que sí tenía ganas de contar después de haber descansado por tanto tiempo”, explica Meier.
Luego de aceptar el papel, sobrevino una larga etapa de preparación, en la que Meier incluso pudo revisar material clasificado proporcionado por la policía colombiana para que estuviera en condiciones de conocer a fondo al personaje que interpretaría. Pero algo tuvo muy claro desde el principio: lo suyo no sería una imitación del héroe.
“Lo que queremos es contar la historia de la violencia en Colombia a través de este personaje”, le dijeron. La idea, entonces, era que, por una vez, ese relato fuera narrado desde la perspectiva de los “buenos”. En Colombia, la gente está genuinamente harta de las series y películas que presentan a los narcos como “antihéroes” carismáticos.
Meses después, Meier tomaba un vuelo hacia Bogotá para recibir un entrenamiento especial de parte de las fuerzas policiales de Colombia. Las tres primeras temporadas de la serie se grabaron de manera ininterrumpida, entre junio y diciembre del año pasado.
“Creo que nunca había trabajado tanto en mi vida. Para mí, siendo extranjero, fue todo un honor que me llamaran para interpretar a un personaje tan importante para la historia de Colombia como el general Naranjo. Aquí y en el resto de Latinoamérica, era urgente contar una historia como esta. Creo que el ciudadano común colombiano va a aprender a valorar el trabajo de su policía gracias a esta serie. La lucha contra el narcotráfico en Colombia fue hecha exclusivamente por la policía, no por las fuerzas armadas. Y, gracias a la labor del general Naranjo, la policía colombiana tiene probablemente el mejor equipamiento y el mejor sistema de inteligencia de toda América Latina”.
Intervalo sabático
Dejó de actuar por un tiempo, es cierto, pero Christian Meier supo aprovechar bastante bien ese intervalo sabático que quiso regalarse para perseguir viejos sueños y obsesiones. Una de ellas era, por fin, permitir que su vocación por la escritura de guiones y la dirección de cine se convirtiera en una nueva prioridad. “A mí siempre me gustó la dirección”, afirma.
“Mientras trabajaba como actor, me interesaba mucho el proceso de armar las escenas y contar una historia. Siempre me atrajo el detrás de cámaras. Cuando decidí parar de trabajar en el 2014, el mismo año en que se cumplieron dos décadas de mi debut como actor, en realidad ya había dejado de hacer telenovelas, pero me ofrecieron hacer una más en Televisa –“La malquerida”– y pensé que era una suerte de señal como para terminar de despedirme de este género por la puerta grande, con la productora de telenovelas más grande del mundo. Luego de eso, de hacer la última telenovela de mi carrera, empecé a pensar en la posibilidad de crear historias, de escribirlas y dirigirlas. Llegó un momento en el que quise abstraerme de todo lo demás para dedicarle toda mi atención a eso”.
Y así fue. Luego de los estrenos de “Asu Mare 2” y “Magallanes” (la primera dirigida por Ricardo Maldonado; la segunda, por nuestro actual primer ministro, Salvador del Solar), Meier partió hacia Los Ángeles para seguir un curso de dirección de cine y, en sus propias palabras, “aprender el oficio desde cero”.
“Quería empezar desde lo más básico: sentado en un aula con otros alumnos. Fue así como ‘volví al colegio’. Ahí empecé a desarrollar la historia de ‘Terminal’ y escribir el guion. Cuando terminé el curso, decidí filmar el cortometraje. En Los Ángeles, levantas una piedra y encuentras todo lo necesario para hacer una película: actores, productores, efectos especiales, extras… Es una ciudad en la que se respira el oficio”.
Más que el primer balbuceo de un realizador en ciernes, “Terminal” es en realidad una interesantísima ópera prima, que revela no solo a un director sumamente prometedor, sino también a un actor que tiene un futuro realmente auspicioso. Stefano Meier, el hijo mayor de Christian, quien vive desde hace más de cinco años en Los Ángeles, es el protagonista del cortometraje.
“Escribí la historia de ‘Terminal’ pensando en Stefano”, asegura el flamante realizador. “Recuerdo haberle dicho: ‘Voy a escribir algo para que tú actúes’. El resto de los actores del cortometraje sí pasó por un proceso de casting. De hecho, probé a muchos antes de encontrar al actor adecuado para hacer el otro papel protagónico. La película se ha paseado ya por 25 festivales en todo el mundo y ha recibido algunos premios. Como primera experiencia, para mí fue muy satisfactoria. Y le perdí el miedo a la cámara. Desde que agarré una cámara y me ‘puse del otro lado’, ya no lo pude dejar”.
“Terminal”, entonces, no solo permitió que Christian pudiera concretar el proyecto de dirigir una primera película, sino que fortaleció y estrechó muchísimo el vínculo entre padre e hijo. Y la verdad es que, cuando Meier empieza a hablar sobre su primogénito, los baberos se tornan urgentes:
“Stefano, cuando era adolescente, quiso estudiar música. Es muy bueno tocando guitarra. Pero, cuando terminó el colegio, me dijo que quería ser actor y estudiar en Los Ángeles. Cuando cumplió 18 años se fue para allá y nunca más volvió. Ahora yo también vivo en la misma ciudad y nos vemos prácticamente todos los días. Inicialmente fue algo que no veíamos venir, que de un momento a otro nos dijera que quería ser actor. Pero tiene un talento inmenso. Es mucho mejor actor que yo, pero de lejos. Y creo que está haciendo bien las cosas. Se graduó recién hace un año, ahora tiene 23 y está en la edad en la que empieza a abrirse campo y hacer audiciones. Está empezando de cero, como lo hemos hecho todos. Y ya han comenzado a convocarlo para distintas producciones, no solo norteamericanas sino también en español. Ya le tocará dar el gran salto”.
Entre dos tierras
Aunque ahora vive cerca del mayor, en Lima todavía están sus otras dos hijas, Taira y Gia, por lo que nunca ha dejado de visitar y frecuentar el país. De hecho, buena parte del tiempo en que permaneció inactivo como actor lo pasó en Lima, donde, según dice, siempre estará su casa.
“Los últimos tres años los he pasado mayoritariamente en el Perú, pero como estuve alejado de la vida pública me ha visto muy poca gente”, explica. “Cuando decidí dejar de trabajar, fue para poder estar en casa con mis hijas. Quería dedicarles más tiempo, viajar con ellas… En Lima salgo muy poco, no hago mucha vida pública, pero mi vínculo con el Perú siempre será muy cercano. Estoy al tanto de todo, diariamente”.
¿Y ese “estar al tanto de todo” involucra también los últimos acontecimientos políticos? ¿Alguna vez pensó en seguir los pasos de su padre, Antonio Meier, quien entre 2007 y 2010 ejerció como alcalde de San Isidro? La respuesta es contundente:
“La política no me gusta, no es algo en lo cual quisiera estar involucrado. Mi padre fue alcalde de San Isidro, pero él no era político. Era un empresario al que le tocaron la puerta por ser un vecino ejemplar del distrito. A mí, por otro lado, me han tocado la puerta todos los políticos que te puedas imaginar, para ver si yo podía poner el pecho por ellos. Pero yo no tengo ninguna inclinación, ninguna posición política. Hay gente que cree que la tengo, pero no es así. Nunca he querido participar en la política, porque no tengo vocación para eso. No me siento cómodo. Tengo amigos políticos y los respeto. Pero siempre trataré de mantenerme al margen”.
El 2019, entonces, viene siendo una suerte de año bisagra en la carrera profesional de Meier. Y también en su ámbito personal, tras su mudanza definitiva a Los Ángeles. No obstante, entre el final de las grabaciones de “El general Naranjo” y su traslado a la llamada meca del cine, tuvo una experiencia transformadora, en la que supo emular la mítica travesía de Sal Paradise y Dean Moriarty en “On the Road”, de Jack Kerouac:
“Después de acabar con ‘El general Naranjo’, terminé agotado. Fue más trabajo del que pensaba. Por eso luego me fui de vacaciones durante dos meses con mis tres hijos. Viajamos desde Navidad hasta finales de febrero. Regresé a Lima a pasar unos días y ya estaba listo para volver a trabajar. Por eso me mudé a Los Ángeles. Pero lo hice por tierra: busqué el auto que tenía en mi casa de Miami y manejé hacia la otra costa del país durante seis días. Más que conocer el país, quería conocer al estadounidense común. He hecho entrevistas y encontré muchas historias. Y lo que más me sorprendió fue comprobar que el paisaje entre La Florida y California cambia mucho menos que las personas y sus ideas”.