Este fin de semana, un hombre y una banana han protagonizado la noticia que ha vuelto a encender el siempre polémico debate en torno al arte conceptual.

“Una mirada a la forma en la que atribuimos valor y a qué objetos se lo atribuimos». Con esa excusa como soporte –que se lee en la nota de prensa que presenta la obra– es que el controvertido artista Maurizio Cattelan pudo adherir con cinta gris una banana a una de las paredes de la Galería Perrotin, en Art Basel Miami, y vender la “obra de arte”, bautizada como “Comedian”, por 120 mil dólares.

Pero la noticia no es esa. Resulta que David Datuna, un artista neoyorkino que visitó la feria este año, decidió comerse a “Comedian” frente a los asistentes, que alistaron de inmediato sus smartphones para registrar la performance, a la que ha llamado en sus redes sociales “Artista Hambriento”. “Me encanta el trabajo de Maurizio Cattelan y realmente me encantó esta instalación en particular. Es muy deliciosa”, escribió en su cuenta de Instagram junto al video del momento.

Arte fugaz

“No destruyó la pieza de arte, él solo se comió la banana. La pieza de arte no se trata de un alimento en específico, sino de la idea, del concepto”, comentó Lucien Terras, vocero de la galería, al diario Miami Herald. Por lo tanto, Datuna no tendrá que hacerse cargo ni económica ni legalmente por haber ingerido la pieza.

Este acto, por supuesto, ha intensificado la guerra conceptual que el hecho de considerar como obra de arte a un simple plátano de por sí genera. Y, cómo no mencionarlo, la cobertura mediática que ha generado es de locos. Duchamp estaría orgulloso.