El artista estuvo en Lima para presentar “Too Late to Die Young”, una retrospectiva de media carrera que muestra su trayectoria desde una aproximación muy personal. Multidisciplinar, apasionado y metódico, Aldo Chaparro ha sabido construir un lenguaje propio. Mientras esperamos a que la muestra vuelva a abrirse, tras haberse cerrado momentáneamente debido a la cuarentena, conversamos con el artista sobre su obra reunida. 

Por Fátima Poppe*

Sus piezas se encuentran en colecciones de arte en todas partes del mundo, sus instalaciones se presentan en lugares tan diversos y especiales como las playas de Tulum o el Palazzo Doria-Pamphilj de Roma, donde sus icónicos “reflejos” de acero tuvieron la maravillosa labor de proyectar su bóveda pintada por Pietro da Cortona y diseñada por el arquitecto barroco Francesco Borromini. Pese a todos los éxitos que ha acumulado durante las últimas décadas, a Aldo lo encontramos sereno, seguro, enamorado y en constante producción. Divide su tiempo viajando entre sus talleres de Ciudad de México, Madrid, Los Ángeles y Lima, además de ser representado por siete galerías por el mundo (en el Perú, lo hace Ginsberg Galería), con las cuales, nos dice, le gusta trabajar y sentirse como en familia. Su última visita a nuestra ciudad ha sido para presentar una retrospectiva de media carrera: “Celebrarla en el lugar donde naciste y te formaste implica una serie de sentimientos muy complejos”, nos cuenta. “Yo me fui de Lima en 1991 y, aunque los primeros cinco años perdí contacto casi de forma total con todo lo pasaba aquí, después he ido poco a poco integrándome a sus dinámicas. Es mi ciudad, y para mí es importante que Fernanda, mi esposa, y mis hijas puedan también disfrutarla”.

Aldo Chaparro artista

Chaparro, como muchos saben, llegó a México a inicios de los años noventa, en pleno boom del arte en Monterrey, ciudad en la que el año pasado celebró también una retrospectiva de media carrera. En esa oportunidad, la curaduría se basó en revisar todos los proyectos que hizo durante años con diversas disciplinas: “Por mucho tiempo, sentí que la única manera de proponer algo nuevo era forzando al arte a relacionarse con otros medios para generar algo auténtico y distinto”, explica. Fue así como, desde sus inicios, empezó a explorar más allá de los ámbitos de la escultura, disciplina en la que fue formado.

Su primer acero nació en 1997, según el artista, por la necesidad de reflejar e incorporar el color desde el plano externo en sus piezas. Desde entonces han ido cambiando de formato, tonalidad o acabado, pero siempre manteniendo esa estética tan propia de Chaparro. Hoy en día no se limita al crear en cuanto a soporte ni medio artístico. En sus últimas exhibiciones, hemos visto obras e instalaciones en acero, madera, óleo, acrílico, papel, tapices o video, muchas de las cuales se podrán ver en la retrospectiva “Too Late to Die Young” (“Demasiado tarde para morir joven”), bajo la curaduría de Max Hernández, en la Galería Germán Krüger Espantoso del Icpna. “Creo que la selección de obras es perfecta para que el público nuevo y antiguo se dé una idea de los proyectos que he venido desarrollando desde mi época universitaria. Tengo una base enorme de documentación, y esta exposición va a permitir que el público entienda el fondo de mi obra y mis intenciones”, dice al respecto el artista.

Aldo Chaparro Ginsberg

El título de la exhibición “hace referencia a la naturaleza del personaje que la misma exposición ha perfilado. Toda la muestra está acompañada de textos en primera persona en donde, con mi propia voz, voy guiando y explicando cada uno de los diferentes proyectos”, responde Chaparro. “El título juega con la idea de una retrospectiva, y viene del pensamiento romántico de que los artistas rebeldes mueren jóvenes debido a una vida intensa. Una muerte joven los mitifica, convirtiéndolos en leyendas, pero ¿qué pasa si eso es lo que quieres para tu trabajo pero resulta que ya tienes 54 años? La exposición se trata un poco de eso: ¿qué pasa si ya es too late to die young?”.

La inauguración de la muestra, prevista para el jueves 12, tuvo que cancelarse, si bien la noche anterior pudo celebrarse una fiesta privada organizada por Ginsberg Galería en casa de la artista Silvana Pestana. Aunque la exposición en sí estuvo abierta al público unos días, finalmente tuvo que cerrar sus puertas hasta nuevo aviso.

Estabas en Lima cuando empezó la cuarentena y tuvo que cancelarse la inauguración y finalmente, cerrarse momentáneamente la muestra: ¿con qué sentimientos viviste estos momentos?

Fue extraño. Me había concentrado tanto en que la muestra quedara bien, que yo sentía que mi trabajo había terminado, por lo tanto, estaba en calma. Además, entendía perfectamente que estas cosas se hacen por el bien común y eso es una prioridad que sobrepasa mis intereses personales. Cuando cancelaron la inauguración pensé que, en el fondo, iba a ser bueno para la muestra. Propuse en mis redes que yo estaría en la exposición todos los días para hacer visitas guiadas y tener la posibilidad de atender personalmente a la gente que estuviera interesada en conocer mi trabajo de una forma más profunda, cosa que jamás sucede en las inauguraciones. Lo hice durante unos pocos días y fue una experiencia muy gratificante, pero en determinado momento hubo que tomar la decisión de cerrar la muestra completamente. Tal vez ese momento fue el más duro para mí, porque ahí si no había nada que yo pudiera hacer para revertir la situación. Fue duro para todos en el ICPNA también, porque llevamos casi dos años trabajando a toda máquina con Max Hernández, el curador de la exposición, Ginsberg Galería y mi equipo, pero la muestra abrirá eventualmente y haremos un finissage, además de una serie de dinámicas para recuperar el tiempo perdido. Por lo pronto estamos trabajando el libro sobre el proyecto y este tiempo extra nos ha caído muy bien.

Aldo Chaparro acrílico

¿Cuán especial es para ti hacer esta muestra en Lima?

Imagínate, regresar a Lima donde nací y me formé, con una retrospectiva de todo mi trabajo, ha sido uno de los proyectos más personales y complejos que he desarrollado. La cantidad de cariño y emoción que le dediqué a esta muestra creo que jamás la había invertido. Sobre todo, porque el propósito de esta muestra es enseñar mi modus operandi completo. Es imposible entender el proceso de un artista si solo ves su obra en galerías y ferias, ya que el aspecto comercial edita naturalmente proyectos que no tendrían ningún tipo de salida comercial, entonces la imagen del artista se vuelve borrosa ya que solo se conoce una parte de su quehacer diario. La otra parte de la muestra es enseñar todos mis proyectos colaborativos. Estos se generaron durante los años que viví en Monterrey, es por eso que la primera parte de este proyecto (la muestra antológica) se presentó hace dos años en Monterrey en el Centro de las Artes en una retrospectiva curada por Marcos Granados. Las colaboraciones con diferentes disciplinas y creadores de todo tipo ha sido el eje de mi trabajo por muchos años. Mi trabajo dista mucho de la idea romántica de un artista solitario creando desde la desconexión; para mí, crear es una forma de conectar.

Aldo Chaparro arte

El montaje llegó a completarse: ¿Qué reflexiones te suscitó ver tu obra reunida bajo esta narrativa antológica?

Después de muchas caminatas juntos en Lima y México, Max y yo logramos descifrar el hilo conductor entre todas las épocas de mi trabajo. La muestra se pegó al guion con mucha disciplina. Se produjeron piezas nuevas en Lima y en México, se hicieron remakes de piezas que ya no existían, recolectamos obra que jamás se había mostrado y pedimos algunas cosas a coleccionistas de Lima y otros lugares. Es una exposición con mucha información, hay mucho que leer, pero de una forma muy fácil y orgánica. Cada pieza cuenta su propia historia. Hay un tono bastante autobiográfico y emocional que le da un giro diferente de una retrospectiva normal. Mostramos, incluso, piezas que hice de niño.

¿La muestra se va a extender por la coyuntura?

Sí. Alberto Servat (director cultural del ICPNA) y todo el equipo del ICPNA han sido muy sensibles a la situación y estamos rediseñando todo para que en cuanto pase, la muestra regrese y pueda tener algo más de tiempo. Además, estamos planeando varios eventos que también tuvimos que cancelar, como una exposición en mi estudio en Chorrillos y una muestra colectiva en Ginsberg Galería con Pablo Ravina y Juan Pablo Vidal. Seguimos trabajando y aprovechando este tiempo extra para pulir esa exposición colectiva y darle un nuevo giro, en vista de los tiempos que estamos viviendo. Siento una gran emoción de poder ser testigo de este cambio global. Nos saldrá muy caro sí, pero desgraciadamente no hay aprendizaje sin dolor. Cuando esto pase tendremos una nueva oportunidad, de la que sin duda quiero ser parte.

 

*La nota original se publicó en la edición impresa de COSAS 683 de marzo.