A menudo, usamos la palabra «karma» para referirnos a la consecuencia que trae actuar mal en determinado momento de nuestra vida. Pero, ¿qué es realmente el karma, de dónde proviene y cómo puede afectar en tu vida? Te lo contamos todo en esta nota.
Por Arianna Gonzáles
«Cosechas lo que siembras» es una frase común en el imaginario peruano. La mayoría del tiempo, tanto con cosas malas, como buenas, vivimos culpando a lo que hicimos en el pasado de su impacto en nuestra vida actual.
«Causa – efecto», «acción – reacción», llámelo como quiera, pero existe una tendencia a pensar que si hacemos el bien, obtendremos cosas buenas. De la misma manera que si hacemos el mal, las desgracias serán parte de nuestra vida.
Por ello, no es de extrañar que la palabra «karma» se nos haga más que familiar y nos de curiosidad saber cómo actúa en nuestras vidas.
El gran descubrimiento de Buda
El budismo desafía desde siempre la creencia de que el futuro «está escrito en alguna parte del universo». Por ello, el gran descubrimiento de Buda fue comprender cómo los seres humanos crean su realidad.
Para esta religión, no venimos al mundo a vivir una vida como meros espectadores, sino que somos los directores de cada una de las etapas que atravesamos.
Ahí es donde surge la palabra «karma», que no es nada más que un principio fundamental de la doctrina budista, que considera que la vida se rige por una coproducción condicionada. Es decir, que todo surge depende de ciertas condiciones y nada tiene una esencia fija.
Para entenderlo mejor, lo que somos ahora no es más que el resultado de las acciones de nuestro pasado y lo que seremos en el futuro, estará determinado por nuestro comportamiento actual.
La naturaleza del karma
En términos más etimológicos, la palabra «karma» significa «acción» y hace referencia a un tipo de fuerza que trasciende. Una energía infinita e invisible, que es consecuencia directa de las acciones del ser humano y que condiciona la vida que tendrá en las reencarnaciones por las que tenga que pasar hasta lograr su perfección.
Para entender esto, es importante conocer que el budismo plantea que todos «podemos elegir venir al mundo (reencarnar) múltiples veces hasta lograr la perfección como seres humanos».
Esto se da, pues consideran que de haber roto una de las doce leyes del karma, al morir, la persona debe retornar al mundo terrenal y cumplir el «castigo o carga» que le corresponde.
Ya que en el budismo no existe un dios todo poderoso y controlador, las leyes del karma provienen de la naturaleza y las personas son libres de aplicarlas.
Por ello, hacer el bien o el mal es una decisión personal y la responsabilidad de cómo estas acciones condicionarán nuestro futuro recae solamente en nosotros.
Entonces, ¿cómo controlo el karma?
Si la información que ha leído hasta aquí ha sido suficiente para que haga una retrospectiva en su vida y evalúe cómo sus acciones pasadas pueden influir en su futuro, bien.
Sin embargo, si ha bajado hasta el último párrafo y planea encontrarse con una solución mágica que le ayude a mejorar su karma, será una decepción saber que aquella solución no existe.
Lo que si existe es la capacidad de tener consciencia de su existencia y entender que uno genera consecuencias según los actos que vive.
Tenemos que ampliar nuestra mente y abrirla a la posibilidad de que esta, tal vez no sea nuestra primera vida y que las cosas malas que atravesamos ahora, quizás no sean resultados kármicos de nuestra existencia actual.
Según Sai Baba, un gurú indio, realizar algunos actos de caridad y servicio por día pueden ayudar a «limpiar negatividades kármicas», en pro de una vida más apacible.
Sin embargo, el verdadero cambio de nuestras vidas comienza al reconocernos como creadores y directores de nuestra vida. Tomar consciencia de los actos que generamos y cómo estos podrían traer consecuencias en nuestro futuro.
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