El retiro del cerco perimétrico que rodeaba la plazuela de San Francisco fue solo el primer y necesario paso del ambicioso proyecto de la Municipalidad de Lima: la recuperación de los valores originarios y la puesta en valor de este emblemático espacio público.
Por Jaro Adrianzén
Las pruebas saltan a la vista: cada día se puede caminar más y mejor por el Centro Histórico de Lima (CHL). A las primeras ocho cuadras peatonalizadas se les suma la emblemática plazuela de San Francisco, recientemente liberada del cerco perimétrico que la rodeaba y que, como podrá comprobar quien transite por la zona, representaba una limitación tanto física como simbólica para recorrerla libremente. Hoy en día, los vecinos y visitantes de a pie pueden entrar directamente desde la primera cuadra del jirón Lampa, recientemente peatonalizada. Y en poco tiempo también podrán hacerlo desde la tercera cuadra del jirón Áncash, que viene siendo pavimentada con piedra en beneficio del auténtico protagonista de la urbe: el peatón.
Como decíamos, el retiro del cerco perimétrico es el primer paso del proyecto para recuperar y poner en valor la plazuela de San Francisco, aprobado en su ejecución por el Ministerio de Cultura (Mincul) y contemplado en el Plan Maestro para el CHL, elaborado bajo los lineamientos de conservación patrimonial establecidos por la Unesco. Lo que vendrá en los próximos meses es tan auspicioso como importante: la renovación total de los pisos con piedra, la instalación de nuevo mobiliario de descanso y de información turística para los visitantes, el mejoramiento de la iluminación pública a través de alumbrado ornamental LED, la restauración de la pileta -hallada en un grave estado de deterioro- y la reconstrucción de una sección del antiguo muro pretil.
Respecto a este último punto, cabe subrayar que su inclusión fue fruto del diálogo entre Prolima -a cargo del proyecto- y la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles: el proyecto original para la recuperación de la plazuela, elaborado por una decena de profesionales a lo largo de cinco años, proponía la reconstrucción total del antiguo muro pretil, que originalmente rodeó a los inmuebles del conjunto religioso. Sin embargo, frente al pedido de los hermanos franciscanos, la propuesta se replanteó y ajustó, concretando lo finalmente aprobado por el Mincul: la reconstrucción parcial del muro, correspondiente únicamente a un tramo colindante con el jirón Áncash (no hay que confundir al antiguo muro pretil con el cerco perimétrico, que es moderno y rodeaba la plazuela).
Otra de las aristas más atractivas del proyecto será la apertura de tres ventanas arqueológicas. A la usanza de diversos centros históricos del mundo, este mecanismo permite que los visitantes observen espacios arqueológicos a través de cristales instalados en el piso, mediante los cuales, en este caso, podrán ver y conocer los hallazgos correspondientes a la primitiva Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, excavados, investigados y puestos en valor por el Equipo de Arqueología de Lima. Por cierto, un ejercicio similar se tiene proyectado para la plaza Francia, en la que se hallaron los cimientos de la Capilla de la portería de San Juan Macías.
Al igual que todos los proyectos que la Municipalidad de Lima viene ejecutando en el CHL, la recuperación de la plazuela de San Francisco forma parte de una visión integral de la ciudad. En principio, se suma a la restauración de la pintura mural en la fachada del templo de la Soledad, que avanza a paso firme desde fines del año pasado. Y a nivel macro, se integra con la peatonalización del Damero de Pizarro. Además de las ocho cuadras ya pavimentadas y las once que se vienen trabajando en este momento, la comuna limeña también ha recuperado la histórica plazuela de Santo Domingo (pronto empezará a restaurar la fachada del templo y su atrio), y viene trabajando en la puesta en valor de la plazuela del Teatro, situada frente al histórico Teatro Segura.
La verdad de la plazuela
Con orígenes en el siglo XVI, la plazuela de San Francisco ha tenido siempre un carácter exclusivamente público. La instalación del cerco perimétrico que la rodeaba se dio en 1987 y estuvo a cargo de la propia comuna limeña, en medio de un contexto turbulento trazado por la violencia terrorista, el tránsito vehicular en las calles que la rodean y el creciente mercado ambulatorio: todas condiciones que no suceden hoy en día, lo que hace razonable los pronunciamientos tanto de ICOMOS Internacional, el Centro de Patrimonio Mundial de Unesco y el Mincul, en razón de sugerir y respaldar el retorno a los valores originarios de la plazuela: es decir, sin un cerco que la rodee.
Tan es así que fue la propia Unesco la que desestimó, en el 2017, la inclusión de la siembra de árboles en la versión final del proyecto, debido a que estos no se encontraban en la configuración original de este espacio público.
De más está decir que todo el conjunto franciscano, declarado como Patrimonio de la Humanidad en 1988, es uno de los puntos más valiosos y visitados en el CHL. En buena parte, gracias a sus catacumbas, destino predilecto tanto para locales como para foráneos. Respecto a su integridad frente al retiro del cerco y la próxima intervención en la plazuela, cabe recordar que las valiosas catacumbas se encuentran ubicadas debajo de la iglesia de San Francisco, por lo que cualquier daño a su integridad ha sido descartado por los profesionales de la Municipalidad de Lima.
La recuperación de la plazuela de San Francisco es uno de los proyectos más importantes y emblemáticos contemplados en el Plan Maestro del CHL al 2029, que cuenta con una visión de ciudad al 2035. La puesta en valor del espacio, contrario a las voces que inicialmente han mostrado resistencia, no es una afrenta al patrimonio de la ciudad. Todo lo contrario: es la prueba irrefutable de la lucha para la recuperación de sus valores originarios. Y de una revitalización que beneficiará tanto al conjunto franciscano como a todo el Centro Histórico.
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