El escritor peruano Leonardo Aguirre anuncia nueva novela: Una cocina Surge (Peisa, 2022). Además, el autor habla sobre las cuotas literarias, los clósets, el racismo, la huachafería, el mercado editorial y los abusos de la iglesia católica.

Por Redacción COSAS

-¿Cómo suele ser tu engorroso proceso de edición?

-Hubo comunicación constante y fluida. Discusiones constantes, tira y afloje. Porque el editor tiene que colaborar con que el libro sea mejor. Es casi un coautor. Esa figura no existía en el Perú, salvo esta vez, con Germán Coronado.

-¿Por qué es tan difícil? Presupuesto, egos, tiempo…

-Creo que es una mezcla de muchas cosas. También es cuestión de celos, porque hay muchos escritores que son editores a la vez. No van a ayudar a mejorar a alguien que lo pueda opacar después. También tiene que ver con un tema de capacidades. No todos tienen capacidades para ser editor. Una editorial que publica veinte libros al mes no se dedicará exclusivamente a un libro.

-¿Tampoco hay muchos correctores, no? Hay muchas erratas, faltas ortográficas. No se dan abasto.

-Hay un problema con los correctores pero yo conozco a varios correctores capaces. Quizá no están en los lugares que merecen.

-¿Hasta qué punto el mercado editorial es un espejismo? Abundan los libros mal editados, con erratas y que tras un mes de promoción se venden a S/. 9.90. ¿Temes terminar en algún saldo a S/. 9.90?

-Todos terminamos ahí.

-Es normal pasar de costar S/. 70 a S/. 10 pero, ¿tan rápido?

-Sí pues, yo creo que finalmente nos leemos entre nosotros. ¿No?

-Y a veces ni eso. Se nota en algunas reseñas o comentarios en redes sociales.

-Nos leemos entre escritores, editores, críticos y por ahí que libreros. Pero lo curioso y extraño es que se estén abriendo nuevas librerías. Entonces, quizás sí haya más lectores y no lo sabemos.

-Hay más librerías, más escritores, más editoriales. Pero, ¿hay más lectores?

-Quizás con la pandemia creció el número de lectores.

-Se compran más libros, sin duda. Se regalan mucho en Navidad. Habrá que ver dónde están discutiendo sobre ellos.

-No sé qué pasará la verdad, porque también está el problema de que hay pocos espacios en los medios para hablar de libros.

-Pero cuando hablas con el editor de un medio, él mismo te va a decir “hay pocos lectores de reseñas”. Hace unos meses perdimos una columna de crítica de cine en El Comercio.

-Lo mismo que te digo, es lo de los editores. Tienes que querer mucho el oficio. Es casi heroico.

-Hablando de héroes y la pandemia. Con la muerte tan cerca, ¿sientes la banalidad del escritor?

-Claro, ¿cómo escribir después de Auschwitz? Ese es un tema de discusión de para qué sirve el arte. El escritor escribe sobre el tipo de cosas que le mueve y las cosas con las que tiene una sensación emocional, profunda, y no siempre será sobre lo que está de moda. De la pandemia, por ejemplo, no me gustaría escribir.

-¿Sientes que muchos escritores se suben a los temas de moda?

-Sí claro, los abusos en la Iglesia Católica, por ejemplo.

-Un tema muy manoseado, literalmente. En tu libro Nueve vidas hablas de los evangélicos. ¿También a ti te tocaron?

-No, no he tenido problemas. Como mi viejo era pastor, quizá por eso nadie me tocaba.

-¿Qué colegio era?

-El colegio Simpson. Estudiamos con un amigo. Simpson fue el fundador de la Alianza Cristiana y Misionera. Es un colegio de la Alianza Cristiana y Misionera, pero esa es mi única relación.

-Sorprende que pocos libros hablen del fenómeno evangélico, considerando cuántos hay en el Perú. Recién se empezó a estudiar el tema con Fujimori, Lay…

-Sorprende que no se haya tocado mucho, es cierto.

-En cambio el Sodalicio ha producido decenas de libros, a pesar de que reclutaba a una élite.

-Hay gente que ve qué está de moda y escribe sobre eso, pero no es mi caso. Te puedo decir que los evangélicos sí intentan practicar lo que predican. Eso no lo hacen los católicos. Los católicos practicantes ¿Cuántos serán practicantes? El 0,5%. Nominales son todos. Los evangélicos por lo menos intentan practicar lo que la doctrina manda. Se equivocarán, pero hay más compromiso con la fe.

-Hay más vida cultural alrededor de la religión.

-Hay un intento de formar una comunidad, quizás para protegerse del mundo.

-Y pagan impuestos. Algo que mucha gente no hace. O sea, pagan el diezmo.

-Sí, es que es una cosa bíblica. Básicamente es un mandato bíblico. Además, el pastor también chambea, tiene que vivir de algo.

-¿Tu madre también formaba parte de la Iglesia?

-En el momento en el que mi papá asumió como pastor, mi mamá también tuvo que dedicarse a la Iglesia y, por ejemplo, tocaba la guitarra en los cultos, etc. Los dos se dedicaban íntegramente a la Iglesia y no había plata en esa época.

-¿Tú eres particularmente religioso?

-No. Todo mi interés por el asunto es nostálgico.

-Fuiste feliz.

-Sí claro, no tengo grandes traumas que contar al respecto, pero esa herencia me marca todo el tiempo. Ahora se ha convertido en un asunto intelectual y nostálgico, no solo religioso. De hecho, ni siquiera creo en Dios.

-¿Qué otros temas aparte de la religión podemos encontrar en tu libro Nueve vidas?

-El libro también es un homenaje a la amistad masculina.

-¿Existe?

-Claro. No en la literatura por cierto. En la literatura hay competencia.

Leonardo Aguirre.

-¿Tienes amigos escritores?

-Claro, pero no con todos tengo el mismo nivel de acercamiento. Uno conoce los alcances y limitaciones de todos los amigos. Hay una cosa importante: con muy pocos de todos ellos hablamos realmente de literatura. Es decir, con muy pocos tengo esta relación de contarles lo que estoy escribiendo, me cuentan lo que están escribiendo, recomiendo y me recomiendan libros… Es una discusión realmente sobre la propia literatura. Con la mayoría la discusión es de editoriales, ferias, premios y chismes, no de literatura.

-Volvemos a la pregunta: ¿los escritores leen?

-Recuerdo lo que pasaba cuando estaba en la universidad. En la cafetería te encontrabas con otros escritores y hablaban de lo que estaban escribiendo. Te hablaban de los libros nuevos, ibas a la biblioteca para sacar el libro y llevarlo a tu jato. Siempre llegabas a casa con nuevas ideas para escribir. Eso es lo que más extraño de la PUCP. Ahora esa discusión no la tengo con casi nadie. ¿La tengo sabes con quién? Con Bruno Polack. De hecho, lo menciono en el libro. O con Jochamowitz.

-Pero Jochamowitz se va a Mala cinco días de la semana a mirar sus arañas. Es un ermitaño. ¿Es la única forma de leer bastante?

-Con él tuve una conversación estrictamente literaria. Sobre libros. Estrictamente de lo que él escribe, de lo que yo escribo, y de lo que piensa escribir, además.

-¿De qué trata tu nuevo libro?

-Se llama Una cocina Surge. Crónica rimada de lima. Es todo verso y rima.

-¿Es la influencia de Dennis Angulo?

-Bueno, lo acabas de mencionar y me acabo de acordar. Todo lo que he leído de Jaime Bedoya lo recuerdo con mucho cariño.

-Una cocina Surge me recuerda a Ay qué rico. Tiempos caóticos que recuerdan a los de ahora. Pero más felices, con algo de inocencia.

-Hay mucho humor. Este libro es más o menos como la historia de Lima en verso y rima, con mucho humor y sobre todo enfocada en los eventos más luctuosos. Asesinatos, accidentes, masacres, etc. Y ha salido en verso y rima. Decirle poesía será un poco problemático porque los poetas son una mierda y te descalifican en una. Se optó ponerle como subtítulo “crónica rimada de Lima”. Estrictamente también lo es. Está listo. Se está diagramando. Lo que pasa es que inicialmente la idea era diagramarlo este año por la idea del bicentenario, pero como se ha ido demorando todo y este libro ha salido recién. Y estoy escribiendo otra cosa más.

-Que trata de…

-No, eso no puedo decir. Lo que sí mantiene este libro es que es casi un manifiesto contra lo políticamente correcto.

-¿Nueve vidas?

-No, este último. Aunque en Nueve vidas hay mucho de eso. En los temas de machismo, racismo, homofobia.

-¿Eres consciente que van a poner extractos del libro en Facebook y vas a salir en Me Too?

-Seguramente.

-Porque ya nadie diferencia entre el autor y el narrador. Porque “Madame Bovary soy yo”, etc.

-Eso se lee mal, claro. Yo juego con eso. Soy consciente de esas malas lecturas y por eso he sembrado trampas a propósito.

-¿Esperabas la denuncia que no llegó?

-Lo curioso con Interruptus es que pensé que, por lo políticamente incorrecto iba a ser criticado mínimamente por las feministas. Y la primera persona que elogió el libro fue la española de la librería de Barranco, que es feminista. Por el estilo y por el humor. Siempre hay humor en lo que escribo.

-¿Qué aspectos del racismo tocas?

-El cholómetro. El pata y sus amigos juzgan a todo el mundo según el cholómetro. Año 97.

-Habría que actualizar ese cholómetro. ¿Votar por el lápiz siendo miraflorino es signo de blancura?

-Jajajaja.

-Antes eras demasiado cholo para ser de derecha, ahora eres demasiado cholo para ser de izquierda.

-Hay joda a los progres también en el libro. Pero en los 80’s, 90’s. No me acuerdo si puse terrucos.

-Tiene que haber terrucos. Está de moda.

-Ese tema no me mueve. Si los 80’s vivías en Miraflores, ¿en qué te afectó el terrorismo? Un par de apagones a la semana, de repente. Y si no era un tema importante en tu vida, ¿por qué vas a escribir sobre él? Para subirte al carro.

-¿Cuáles son los nuevos modelo de carros, ahora?

-El tema del género, identidad, raza, migraciones.

Una cocina surge. Una crónica rimada de Lima, es un libro de Leonardo Aguirre.

¿Sientes que por ser heterosexual, mestizo y de cuarenta y tantos años eres ignorado por todo el mundo? No perteneces a ninguna minoría. Te convendría salir del clóset.

-De repente convendría. Todos esos atributos no son literarios. Y ahora parecen pesar más.

-Incluso en las reseñas. No puedes criticar a ciertos autores que pertenecen a una minoría.

-Hay un poco de eso. Se olvidan de la obra y piensan más bien en el autor. Los atributos del autor.

-La literatura gay no ha sido tan abordada abiertamente como en otros países. Como Fuguet, como mencionaste. Hay muchísimos escritores gays pero casi no existe la literatura gay.

-Verdad. Pero he leído a Juan Carlos Cortázar y me pareció chévere. Leí Cuando los hijos duermen. Mañana me voy a encontrar con él, justo. Este tío tiene buena prosa. También me gusta El Asco, de Horacio Castellanos Moya. El protagonista es un salvadoreño y todo el día se la pasa rajando de El Salvador. De todo: la comida, la música, el trago, las costumbres.

-¿Hay cuotas en la literatura? Sobre todo en las invitaciones a las ferias. Mujeres, provincianos, afroperuanos.

-Hay algo de eso. Por eso prefiero seguir concentrándome en el lenguaje. El ritmo y la forma. Porque la literatura es forma. Estoy en contra del escribir bonito. De hecho, uno de los grandes temas del libro también es la huachafería. Explicarle lo huachafo a un extranjero es una cosa imposible porque tiene mil aristas el tema. No hay el equivalente en otros países. Y aquí todos entendemos lo que es. No podemos definirlo pero todos lo entendemos.

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