Detrás de «Behind the smile»
Tu obra más reciente «Behind the smile» ha tenido mucho éxito, se viralizó en redes sociales y eso permitió que cada vez más personas acudan a visitarla. ¿Esperabas este recibimiento en tu primera muestra en Lima luego de cuatro años?
Nosotros no nos imaginábamos la locura que significó la muestra. Llegó un momento durante los últimos días donde las colas eran larguísimas, el aforo no permitía que entre la gente. Un día sábado fueron 300 personas, era una locura. Fue un poco caótico y hubo gente que no pudo entrar, lamentablemente. Al final resultó bastante halagador. Nos ha sorprendido mucho la respuesta de la gente y me ha abierto los ojos en el sentido de nuevas posibilidades de proyectos futuros.
Muchos jóvenes se han mostrado interesados por tu arte y eso se ha visto reflejado en las visitas. Quizás también porque la muestra está ligada a la salud mental y la importancia de visibilizarla, un tema en el que la población joven está muy involucrada ¿Cómo fue el proceso de crear piezas que puedan comunicar, de cierta forma, estos conceptos?
De repente, hablando un poco de mí mismo, durante la pandemia ha sido la primera vez en mi vida que he tenido que estar pendiente de mi salud mental. Cuando yo estaba tan obsesionado con esta idea de crear las sonrisas mientras estaba en un momento un poco intenso de mi vida, pasando por muchas emociones, empecé a reflexionar sobre la idea de lo que significa estar contento y entonces me pareció bien interesante esta frase que puse en la muestra sobre cómo una sonrisa puede ser algo tan luminoso y a la vez algo tan oscuro o qué cosas pueden esconderse detrás de una sonrisa.
Siento que es un tema muy generacional y también es importante ser conscientes de que alguien se muestre bien no necesariamente significa que esté bien. Creo que sí ha habido un gancho emocional con el tema de las caritas y eso ha sido muy bacán también.
Expansión y crecimiento para Abel Bentín
«Behind the smile» fue creada en pandemia, un periodo donde las sonrisas quizás pasaron a un segundo plano. Sin embargo, esto no te detuvo y esta temporada de confinamiento te permitió expandirte y hacer crecer tu trabajo…
Es curioso porque incluso antes de la pandemia, las sonrisas formaron parte de tu obra, pero Behind the smile representó llevarlas a otro nivel…
En mis dos muestras anteriores aparecían las sonrisas, en una hice mi primer smile escultórico y en Black Paintings, mi última muestra individual antes de la pandemia, presenté una carita feliz que era como hecha con un sharpie grande en un solo trazo porque esa exposición era de lienzos en gran formato, como dibujos gigantes a mano alzada en color negro que trataban de ironizar sobre la práctica artística o el ejercicio de crear una obra de arte con un trazo.
El futuro para Abel
Entre tus planes de crecimiento y expansión también surgió la idea de crear un nuevo estudio. ¿Qué retos ha representado este nuevo proyecto?
Mi anterior taller quedaba por el mercado número 1 de Surquillo. Yo lo tuve cuando estaba comenzando, hace ocho años. En su momento fue algo espectacular, era un hangar que quedaba en un edificio arriba del mercado. Pero, llegó un momento en el que necesitaba más orden y organización pues ya había empezado a trabajar de manera más formal en varios aspectos y necesitaba un lugar donde las visitas puedan ver mi obra expuesta de manera más profesional.
Aproveché un poco mi rush internacional para animarme a, por fin, lanzarme con este proyecto porque era algo que desde hace años estaba rondándome la cabeza y lo quería hacer pero me daba un poco de temor porque ya era un paso mucho más grande.
Cuéntanos sobre este espacio…
Es una casa en Miraflores donde hicimos una obra para crear todo un estudio nuevo. En el primer piso está todo el área de trabajo y en el segundo piso está el almacén, mi oficina y una galería. Lo bueno es que tengo mi espacio de experimentación y producción separado del lado de exposición, lo cual lo hace todo más ordenado y también puedo exhibir mis obras en la galería de manera formal y profesional, no solamente para que los visitantes puedan ver las piezas expuestas de manera correcta sino también porque para mí, como ejercicio, es importante tener dónde colocar las obras, en un espacio que no esté contaminado con todo el área de trabajo, para poder verlo de manera independiente y limpio.
En el verano pasado nos mudamos a este nuevo estudio, aún lo estamos terminando de refaccionar y equipar y a fines de año, entre noviembre y diciembre, vamos a hacer la inauguración formal con un evento. En la galería del segundo piso voy a hacer una exposición con una muestra de piezas totalmente nuevas que están muy interesantes, tienen que ver con todas estas piezas de arte clásico pero medio antropomorfos, creo que va a ser algo bien diferente.
El que ahora cuentes con un espacio más grande y diverso te abre las puertas a nuevos proyectos bajo tu firma, quizás colaboraciones con otros artistas…
Le estoy dando vuelta a la posibilidad de que este espacio que tengo en el segundo piso también pueda servir para colaboraciones con colegas o de repente alguien joven que me parezca que tiene un trabajo interesante lo pueda exhibir ahí.
«Behind the smile» nos ha abierto muchas posibilidades sobre todo en propuestas de crear instalaciones vivenciales. Todavía estamos asimilando lo que ha sido los últimos días de la muestra porque fue un poco loco, pero definitivamente nos ha abierto la puerta a muchas ideas y posibilidades que probablemente el próximo año estemos realizando.
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