La nueva presidenta del consejo directivo del MAC nos cuenta las propuestas de un museo por fin sostenible. Meg de Romaña asumió la dirección de un museo que logró sobrevivir a la crisis pandémica. En las salas de la institución barranquina, se propone mantener ese balance sin dejar de difundir la contemporaneidad a través del arte.

Por Lucas Cornejo Pásara   Fotos Diego Moreno e Iván Salinero

Meg de Romaña es bióloga de carrera con dos maestrías por Columbia University. Desde niña, sus padres cultivaron su interés por el arte. Meg se desempeña desde hace diez años como asesora de arte, lo que le ha permitido implementar una vasta red de relaciones personales ligadas a ese mundo en las ciudades en donde se desarrolla el circuito de ferias. Actualmente, preside el consejo directivo del Museo de Arte Contemporáneo de Lima (MAC Lima).

Gracias a una clase en Columbia dictada por Erik Kandel, encontró una relación natural entre la ciencia y el arte. Considera que la ciencia le dio un método tanto para satisfacer su curiosidad con respecto a la obra de un artista como para trabajar con sus clientes. “Me interesa conocer las ideas y experiencias de mis clientes con respecto a la vida, emociones, política, filosófica; tratar de llegar a su estética para encontrar cómo se vincula al arte, y así desarrollar criterios para contribuir a armar su colección. La investigación que guía la elección de la obra para satisfacer a una persona es prácticamente de carácter científico”, explica.

¿Qué has estado haciendo desde que asumiste la dirección del Museo de Arte Contemporáneo?

Yo asumí la presidencia del consejo directivo del MAC a fines de agosto de 2022. Los primeros meses estuvieron dedicados a revisar la programación ya armada, identificar las prioridades y, fundamentalmente, a conseguir un directorio que estuviese a la altura del anterior y con la capacidad de apoyar al museo en el desarrollo de sus objetivos con la estabilidad financiera con la que lo recibí.

¿Cómo afectó la pandemia en el aspecto del financiamiento?

A mí no me tocó la pandemia, pero sí le tocó al consejo directivo anterior. Ellos manejaron al MAC como una empresa para asegurar su continuidad. Como gente competente en negocios y emprendedora que son, al mismo tiempo amante del arte y aterrizada en la realidad, lograron de la mano del personal del museo una estabilidad económica a pesar del duro impacto que sufrimos todos durante la pandemia. Gracias a la generosidad de nuestros benefactores, eventos, auspicios, exposiciones, talleres y demás, el museo –que no recibe ayuda del Estado– puede mantenerse, para beneficio de quienes acuden a su espacio, en particular los barranquinos.

Meg de Romaña

Meg de Romaña asumió la presidencia del consejo directivo del MAC a fines de agosto de 2022. En la foto, posa en su casa con algunas de las piezas de su colección personal de arte.

Es interesante lo que dices del carácter empresarial en el manejo de un museo. ¿En qué medida crees que se deben combinar estas capacidades empresariales con los conocimientos más teóricos sobre el arte al gestionar un museo?

Considero que las personas que trabajan a diario en el museo –es decir, la plana del museo: el director, la curadora, los comunicadores, educadores, etc.– deben tener una buena base teórica de arte y de gestión cultural. Sin embargo, creo que toda organización debe gestionarse con criterios empresariales, sea con o sin fines de lucro, para poder ser sostenible y desarrollarse; es por ese motivo que he buscado conformar un consejo directivo con competencia en ambas áreas y que sea ejecutivo. Los miembros del consejo disfrutan el arte, y algunos están personalmente involucrados en ese mundo, pero ese no fue mi criterio al seleccionarlos; lo que busqué fue competencia en las diferentes áreas que involucran al museo y compromiso con el reto de desarrollar una institución sostenible y líder en la difusión del arte contemporáneo.

Con un grupo así, es posible no solo tener una mirada estratégica para el MAC, sino también acompañar tan cerca como sea necesario a la plana del museo en enfrentar los retos y tomar las oportunidades que se presentan. En el directorio estamos Carlos Heeren, director gerente general de UTEC y Tecsup; Manuel Ugarte, empresario y abogado socio del estudio PPU; Ximena Vega Amat y León, experta en comunicaciones, publicidad y manejo de marca, y CEO de Claridad; Luis Pérez-Oramas, reconocido crítico de arte y curador; Geaninne Gutiérrez-Guimarães, curadora del Guggenheim de Bilbao y de la Guggenheim Foundation; y como vicepresidente, Eduardo Hochschild, quien presidió el directorio anterior. Quiero agregar que es un placer trabajar al lado de este consejo directivo, la calidad humana, profesionalismo y generosa dedicación hacen posible construir cada día el MAC Lima.

Cada museo contemporáneo del mundo tiene su propio criterio para definir lo que es o no es contemporáneo. ¿Qué es contemporáneo para el MAC?

El MAC tiene la particularidad de trazar su origen a los años 50, con el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), fundado por filántropos y amantes del arte en el Perú, entre ellos, Manuel Mujica Gallo, cuya familia continúa vinculada. El IAC empezó a invitar a artistas peruanos y de diversas partes del mundo a exponer en algún lugar de Lima, aún no tenían un espacio fijo; vino, por ejemplo, Olga de Amaral, una artista colombiana muy importante, entre muchos artistas de los años cincuenta hasta fines de los noventa. Luego, el IAC buscó un espacio propio para tener un museo.

Gracias a un comodato con la Municipalidad de Barranco, a generosas donaciones y a recursos de una importante subasta, se construyó el museo que se inaugura en 2013. La directiva de ese momento apostó por traer importantes muestras de artistas extranjeros, como Vik Muniz, David LaChapelle, entre otros. Ese directorio estaba presidido por George Gruenberg, quien ya falleció. Él era muy amigo mío, y Tere, su esposa, lo sigue siendo. Yo entré al MAC como “amiga del museo”, y con el cambio de directiva eso se convirtió en un programa de benefactores. Al MAC siempre le vi un potencial muy alto, porque es realmente el único museo en el Perú dedicado exclusivamente al arte contemporáneo. Quiero agregar además el privilegio que es formar parte de Barranco, un distrito ligado a las artes y de mucha importancia para la ciudad de Lima.

Meg de Romaña

Meg se desempeña como asesora de arte desde hace diez años.

¿Cada cuanto se adquieren nuevas obras?

Las obras ingresan al museo por adquisición, donación o préstamo. Si bien un museo debe ampliar y mantener un acervo, el uso de estos recursos debe considerar la sostenibilidad de la institución; así, hay momentos como los recientemente vividos en los que la prioridad está en otro lado; es como un organismo vivo, como nos pasa a nosotros como personas. Un parámetro de gestión fundamental para mí es mantener el equilibrio que recibí de la directiva anterior, buscar un ciclo virtuoso que nos permita obtener más recursos para generar más contenido para beneficio de quienes buscan un espacio en el MAC Lima. Esto requiere excelencia y trabajo en equipo en todos los que formamos parte del MAC Lima. El consejo directivo decidió dedicar una de las tres salas del museo a la colección del MAC. Es una colección grande, así que no va a entrar toda, pero la idea es ir rotando las obras que se expongan con un sentido curatorial.

Entonces, ¿no están planificadas nuevas compras?

Sí están planificadas en la medida en que eso no afecte el equilibrio financiero y la sostenibilidad del museo. No hay de momento un presupuesto destinado para eso, pero esas son cosas que se van ajustando conforme avanza el tiempo.

¿Qué tipo de arte aspiraría a obtener el MAC? ¿Qué crees que le falte?

Bueno, creo que entre el año 1950 y el 2000 no le falta mucho. De hecho, como artistas nacionales, tenemos obras de todos los grandes artistas de esa época. Internacionales también. No siento que haya muchas obras que falten, quizá una o dos para cerrar un tema. Con respecto al futuro, tomamos las oportunidades que aparezcan, pero de manera sistemática. Lo que estamos elaborando es una política de adquisiciones que complemente el acervo del museo dirigido por un comité.

No es casualidad encontrarse con museos de arte contemporáneo con cierta línea o agenda política. ¿Cómo ve el MAC este vínculo entre arte y política? ¿Existe alguna agenda? ¿Hay temas que prioriza?

El museo no toma posiciones políticas. Dicho eso, los artistas contemporáneos suelen exponer la realidad social actual como la perciben, con toda su sensibilidad en su arte, y cuando este es expuesto en el MAC, es por su calidad y mérito artístico bajo criterio de los curadores. Para mí, el arte, y en particular el contemporáneo, es una expresión de la libertad y de la individualidad en el contexto social del ser humano; bajo mi presidencia, como en las anteriores, no puedo más que promoverlo para escuchar, aprender y disfrutar.

Como individuos, todos tenemos opiniones e interpretaciones, no como museo; lo que el MAC nos ofrece a todos es la oportunidad de ver, escuchar y contemplar una realidad más amplia que la nuestra; como toda expresión artística, nos da la oportunidad de hacer crecer nuestra humanidad. Con respecto a nuestra agenda, este año tenemos, además de la colección permanente, una muestra de Mateo López, un artista colombiano de muy buena trayectoria.

“Conocer artistas, curadores, críticos y directores de otros museos, así como visitar ferias y conocer coleccionistas me ha dado facilidades para manejar el museo”, resalta Meg.

En la sala más grande actualmente se expone la muestra de arte amazónico más grande que ha habido en el país, e incluso en la región, “Los ríos pueden vivir sin agua, pero no sin orillas”, curada por Christian Bendayán y Giuliana Vidarte. Cuando he conversado con los curadores y directores de los museos brasileños, me han comentado que no han tenido una muestra de tal magnitud; es una oportunidad de conocer a muchos de los grandes artistas que tenemos en la Amazonía.

Tendremos una muestra traída por la Fundación Telefónica y algunas otras que estamos armando. Aún no te las puedo revelar [ríe]. En la Sala 1 tenemos la exhibición “Madres plantas y mujeres luchadoras. Visiones desde Cantagallo”, una muestra del colectivo Non Shinabo, de veintinueve artistas del pueblo Shipibo-Konibo que viven en Cantagallo. Está curada por Miguel López, Gala Berger y Olinda Silvano. Las artistas cuentan cómo fue su vida durante la pandemia. Es una muestra muy interesante, porque enseña la realidad contemporánea de las artistas. Eso es lo que hace el arte contemporáneo, mostrar la realidad del artista, del país y de la región.

Volviendo a tu pregunta sobre qué es el arte contemporáneo, como mencioné, tienes infinidad de respuestas. Cada crítico, cada museo y cada persona tiene su propia definición. Para algunos, el arte es contemporáneo mientras el artista está vivo; otros piensan que nace con la necesidad de los artistas de encontrar un lugar tras la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, París era la ciudad con la que los artistas soñaban. Se pensaba que un artista lograba ser reconocido mundialmente al llegar a París.

Eso cambia con la guerra y cuando Estados Unidos se empieza a ver como un nuevo espacio en donde se encuentre libertad. Nueva York pasa a ser una ciudad muy importante para el arte contemporáneo. Yo he vivido ahí diez años. Antes de ser presidenta del MAC, soy asesora de arte, y llevo diez años en esto. Conocer artistas, curadores, críticos y directores de otros museos, así como visitar ferias y conocer coleccionistas, me ha dado facilidades para manejar el museo. Para mí, no es complicado llegar a las personas indicadas.

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