Tras la publicación de su libro, “Yupanqui. La ruta del sol. Odisea en el Pacífico”, Raúl Diez Canseco Hartinger reflexiona sobre la hazaña de navegar hacia el oeste en un velero impulsado solo por las corrientes marinas y los vientos alisios, siguiendo la ruta que hace seis siglos recorrió Túpac Yupanqui, con el objetivo de revalorizar su legado.

Por Arianna Gonzales

“Toda mi vida me preparé para este viaje. Ahora que recupero episodios de mi infancia, veo que hice cosas para ir de la tierra al mar y pasar cada vez más horas en medio de esa masa azul de agua donde el tiempo no se detiene, sino que parece retroceder y moverse más lentamente”, reza el primer párrafo del primer libro de Raúl Diez Canseco Hartinger. A primera vista, el texto puede dar apertura a cualquier hazaña de su vida navegando. Sin embargo, es la puerta de entrada a su más grande proeza, a ese recorrido que ha marcado su carrera y que lo ha hecho acrecentar su pasión por la navegación y la historia.

Pareja de esposos pertenecientes a la tribu maorí en la isla sur de Nueva Zelanda, durante la inauguración de la recreación de la waka, la canoa tradicional.

Para esta entrevista, Raúl se conecta conmigo por videollamada. Está en Nueva Zelanda, país en el que habita por temporadas. Ahí arribó en 2019, luego de que, a bordo de su velero, el Speil Vinden, llegara hasta la Polinesia junto a un grupo de peruanos con quienes probó que es posible navegar hacia el oeste impulsados solo por las corrientes marinas y los vientos alisios.

Su hazaña responde a la necesidad de explorar la ruta que el inca Túpac Yupanqui, hijo de Pachacútec, habría realizado hace más de seiscientos años, aproximadamente durante el siglo XV, acompañado de un centenar de inmensas balsas de vela y un ejército de mil hombres. Para Diez Canseco, guiado por los descubrimientos de cronistas como Sarmiento de Balboa o Miguel Cabello de Balboa, Yupanqui llegó a la Polinesia, probablemente a Nuku Hiva, la misma isla a la que arribaron Raúl y tres peruanos más después de navegar durante veinticinco días.

Diez Canseco durante la travesía que siguió para llegar a la Polinesia francesa.

En sus primeros días en la isla era inevitable encontrar evidencia del intercambio cultural que se produjo hace seis siglos, tras el supuesto arribo de Yupanqui. Incluso, en otras islas de la Polinesia, como Mangareva y Rapa Nui, hay vestigios de construcciones muy parecidas a las del imperio de los incas.

“No está comprobado si existió el gran viaje del inca Túpac Yupanqui. En el colegio nadie habla de eso. Pero, una vez que llegas a estos lugares y lo experimentas en carne propia cuando hablas con los isleños, cuya historia está basada en narrativa oral, te das cuenta de que hay muchas similitudes y hay un intercambio de culturas muy rico. Ellos dicen: ‘Nuestra papa se llama peru-peru, también tenemos la yuca. Los incas y los maoríes son amigos’”, sostiene Diez Canseco sobre las evidencias que permanecen sobre la posible llegada del hijo de Pachacútec —al que en múltiples oportunidades han descrito como un explorador nato— a un territorio desconocido para el imperio de los incas.

UNA TRAVESÍA SIN IGUAL

En mayo de 2019, y después de varios años de investigación y planeamiento, un grupo de cuatro marineros peruanos, integrado por Raúl Diez Canseco Hartinger, Augusto Navarro, César Chávez y Daniel Bacigalupo, fue en búsqueda de su propia ruta del sol. Zarparon del Callao, siguieron el trayecto de Túpac Yupanqui e iniciaron su travesía por el Pacífico con el único objetivo de conmemorar la hazaña del príncipe inca.

Nuku Hiva es la isla a la que arribó Raúl Diez Canseco tras veinticinco días a bordo del Speil Vinden.

“El personaje de Yupanqui explica cómo los polinesios pudieron sobrevivir a su crisis por falta de recursos y sobrepoblación. A mí esta historia me parece fascinante, no la aprendemos en el colegio, y la profundización que hemos logrado hacer en ella y que exponemos en el libro se ha dado de una manera empírica, de ponernos en los zapatos de nuestros antepasados, todo lo que tuvieron que pasar para cruzar el océano de ida y vuelta”, resalta Diez Canseco.

La hazaña de Raúl, Augusto, César y Daniel comenzó como una travesía grupal, pero terminó con un viaje individual de Diez Canseco hasta Nueva Zelanda, donde ha tenido más de un encuentro que le ha confirmado que el intercambio cultural entre esta parte del mundo y el Perú existía desde hacía varios cientos de años.

Speil Vinden, velero en el que se realizó la travesía narrada en el libro.

Durante una feria de promoción del libro en Nueva Zelanda, Raúl conoció a un grupo de personas maoríes, entre ellas, Joelene Busby, descendiente del difunto navegante celestial y maestro constructor de waka Sir Hekenukumai Busby. Raúl le obsequió su libro y Joelene sintió curiosidad por una de las fotos, en la que aparecía su waka, embarcación tradicional similar a la que usó Yupanqui para sus viajes a la Polinesia. “Esto hace total sentido”, sostuvo la navegante al conocer que un inca peruano estuvo en sus tierras hace miles de años. “Nosotros tenemos la papa, el peru-peru, pero no quedaba claro cómo lo teníamos tan cerca y tan diversificado”.

Tras la publicación del libro de Raúl, “Yupanqui. La ruta del sol. Odisea en el Pacífico”, el Ministerio de Cultura de Nueva Zelanda se puso en contacto con Joelene para indagar sobre los viajes que, por la historia oral maorí, se conozca que se hayan realizado a Sudamérica. “[Con el libro] se ha sembrado esa curiosidad, ese interés de querer abrir un poco la historia e investigar sobre estos cruces. En ese sentido, invocaría a las autoridades, al Ministerio de Cultura del Perú, a que ahonden en el tema. Los neozelandeses ya lo están haciendo. El concepto de Yupanqui tiene que ser un concepto que nos genere orgullo”, sostiene Diez Canseco.

Joelene Busby junto al libro “Yupanqui. La ruta del sol. Odisea en el Pacífico”.

EL SIGUIENTE VIAJE

Los descubrimientos de Diez Canseco en tierras polinesias y, posteriormente, neozelandesas lo ha llevado a pensar en extender su primera publicación y convertirla en una trilogía. Los libros que seguirán a “Yupanqui. La ruta del sol. Odisea en el Pacífico” tendrán por nombre “La alianza” y “El Hijo de Attawalpa”.

“En el segundo libro quiero hablar un poco de qué fue lo que desencadenó este encuentro de culturas que no fue en lo absoluto una colonización. A fines del siglo XX empezó todo lo que llamamos la globalización; sin embargo, el inca, los polinesios y los maoríes ya habían empezado su propio proceso de globalización, su propia alianza, quinientos años antes. El tercer libro es más una ficción que se centra en saber qué pasó al regreso de Yupanqui al Perú. Me puse a reflexionar que tal vez como ellos ya tenían las embarcaciones para cruzar el océano, pudo haber un protocolo de escape para la familia inca después de la llegada de los españoles. Eso lo exploraremos en el último libro”, anuncia.

Augusto Navarro, Daniel Bacigalupo, César Chávez y Raúl Diez Canseco Hartinger.

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