Un mural de 180 metros cuadrados le da a los visitantes del pasaje Santa Rosa la impresión de continuidad de los portales monumentales de nuestra ciudad, recrea sus elementos arquitectónicos esenciales y permite interactuar con personajes de las acuarelas de Pancho Fierro a escala real. El diseño base fue elaborado por Prolima.
Por Jaro Adrianzén y Juan Miguel Delgado* Fotos: Giancarlo Pinedo
Trampantojo o ‘trampa al ojo’. Llámese a la técnica artística que genera una ilusión óptica en el espectador, haciendo pasar como reales y tridimensionales una serie de elementos. Desde componentes arquitectónicos —columnas, arcos, balcones, ventanas— hasta paisajes y escenas cotidianas.
Originalmente denominado Trompe-l’œil, término francés que significa «engaña al ojo», la técnica fue empleada desde la antigüedad y alcanzó su apogeo durante el Renacimiento en Europa. Durante los años virreinales de Lima, su artificio se empleó para la decoración de iglesias, catedrales, edificios civiles y mansiones de la élite. Tanto en exteriores como al interior, como es el caso del camarín de la iglesia del Sagrario.
Que la técnica se traiga a nuestro tiempo y se integre al ambicioso proceso de recuperación y preservación del paisaje urbano-histórico de nuestra ciudad, por ende, es una consecuencia natural de su legado y relevancia, todavía vigentes.
Todo aquel que camine por el pasaje Santa Rosa puede comprobarlo: la obra de 180 metros cuadrados, diseñada por el equipo técnico de Prolima, ofrece una realista continuidad de los portales monumentales característicos en esta zona del Centro Histórico. Destacan, además, sus representaciones a tamaño real de personajes sacados del imaginario de acuarelas de Vinatea Reinoso y Pancho Fierro, como las tapadas limeñas, el papahuevo y el danzante del Son de los Diablos.
La ejecución del artista Olfer Leonardo, un destacado muralista peruano egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes, materializa los parámetros establecidos en la técnica: desde el cuidado por un realismo meticuloso —en los pisos, columnas y fanales— hasta el empleo de sombras, luces y perspectiva para lograr el efecto deseado en los arcos y ventanales. El resultado es el de una atractiva serie de objetos reconocibles para el caminante del Centro Histórico, que parecen saltar del lienzo.
Comisionado por la Municipalidad de Lima, el mural se integra al entorno arquitectónico del Centro Histórico recuperando una de las técnicas artísticas más valiosas empleadas antiguamente en la ciudad, a la par de poner en valor nuestro patrimonio inmaterial mediante una escena costumbrista como la escogida.
Es la belleza del arte desafiando a la percepción.
*Juan Miguel Delgado es arquitecto y se encarga de coordinar los temas de ornato en Prolima.
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