En su última convocatoria, la Beca Artus nominó a la joven artista como una de sus finalistas, debido a su trabajo histórico a través de la fotografía e intervención
Por: Belén Medina Pizarro
Olenka Macassi, desde su infancia, tuvo un llamado por el arte. Tras realizar estudios superiores en Perú, complementó su formación inscribiéndose en Bella Artes en la Universitat de Barcelona. Desde entonces, su visión como creadora se enfoca en las movilizaciones de personas, los discursos y la arquitectura, aunque admite que aún está en constante crecimiento.
Recientemente, se convirtió en una de las finalistas de la Beca Artus, organización que financia la residencia de artistas peruanos en el extranjero. La convocatoria tenía como fin contactar al ganador seleccionado con la fundación londinense Delfina, dedicada al intercambio artístico y desarrollo de la práctica creativa. Aunque no resultó vencedora, el evento sirvió para reconocer su trabajo y sentara las bases para convertirse en uno de los nuevos rostros del arte en el país.
¿Cómo te iniciaste en el mundo del arte?
Mi primer acercamiento al arte fue el cine. De hecho, creo que mucho de mi trabajo consume y se nutre de ello constantemente. Empezó cuando yo estaba en el colegio con algunas películas muy puntuales. Mi colegio es italiano, entonces mi primer acercamiento al cine fue el italiano. Me gustaba mucho el neorrealismo italiano desde niña. No entendía nada, pero, poco a poco, fui creciendo con él. Fui aprendiendo con [Pier Paolo] Pasolini y [Federico] Fellini.
Mi trabajo se fue adentrando primero en el cine y, luego, en la fotografía. Desde que hacía mis primeros cuadros, los hacía de extractos de películas que veía. Tenía las foto al lado y las pintaba. También iba conociendo los discursos de la sociedad, por lo que me adentré en eso. Poco a poco me fui acercando a lo que es ahora mi práctica artística.
El neorrealismo italiano tiene una mirada documental de la ciudad, de la posguerra. ¿Eso se refleja también en tu arte?
En general, no al neorrealismo italiano, porque eso no es mi contexto social. Lo que sí tomé del neorrealismo italiano, y ya hablando un poco más acercándome a lo que es mi práctica artística, es el hecho de documentar y de analizar procesos históricos.
¿Cómo definirías tu proyecto artístico?
Mi práctica artística es sobre los procesos históricos que van desde los años 70 a los años 90. Tiene mucho que ver con el inicio de la ola migratoria a Lima. Todo este importante flujo de movimiento fue más o menos lo que dirige y articula mi práctica artística. Siempre me ha interesado el hecho de moverse con una aspiración de progreso, en una búsqueda de algo. Eso me fascina y lo he documentado en mi trabajo conforme he ido creciendo. También me interesa mucho en el proceso de modernización urbana y arquitectónica de hecho. En mis últimos proyectos ahondo en ello. Otro tema que me encanta es el material escrito y usarlo como una forma de conocer la subjetividad de la época. Utilizo mucho el material escrito como correo o correspondencia, para aprender a leer la historia.
¿Cuáles son las facetas que tienes dentro de él? ¿Cuáles son los trabajos que has hecho?
Mi trabajo artístico empezó en el 2014 o 2015, cuando ya estaba estudiando Bellas Artes en Barcelona. Empezó como un trabajo de memoria histórica completa. Como nació en Cataluña apeló mucho a la Guerra Civil Española, algo que a mí me había interesado desde ese tiempo. Me interesó mucho Barcelona como un espacio que lleva a cuestas una historia de represión y de olvido. Mi primer acercamiento a la memoria histórica o al historicismo en general, fue con la Guerra Civil Española. Ahí fue que comencé a trabajar en distintos archivos locales y con la imagen. Luego, comencé a acercarme a la escritura, a las cartas o las correspondencias o los documentos externos.
En Lima, mi trabajo creo que creció muchísimo. Aquí fue donde trabajé de la mano con SERPOST e hice Envíos, historias, sucesos. Luego, comencé a interesarme más en la arquitectura cuando, dentro de las cartas, leía el contraste urbano entre estas personas que habían venido de otras ciudades que no eran la capital del Perú.
¿Cómo fue el proyecto Envíos, historias, sucesos?
En Lima comencé mucho más a acercarme al tema de la movilidad de personas, pero en el periodo migratorio. Comencé a investigar mucho más de eso y así fue que comenzó el trabajo de Serpost. Como ya tenía el bicho de haber trabajado antes con correspondencia allá en Barcelona, comencé a tantear la idea de qué pasa si me podían dejar entrar al depósito de los servicios postales del Perú. Eran correspondencias que no eran de ellos, pero que tenían guardadas en un depósito.
Y dentro de todo este gran archivo, ellos tenían de cartas guardabas por tantos años. Si el destinatario no llega o si no se manda, se queda ahí, se acabó. Entonces me dijeron que ya y entré a Serpost. Yo les preguntaba sobre las fechas, porque ya tenía en mente los flujos migratorios y así fui armando un cuerpo de trabajo, un discurso en general.
Encontré patrones y similitudes en algunos discursos, en otros no, pero sí encontré patrones que tenían que ver con la contratemporalidad en la que se estaban viviendo. En esos textos se hablaba de movilidad y la necesidad de migrar por diversos factores, sobre todo, por temor y por la búsqueda de progreso. Así fui construyendo Envíos, historias, sucesos. También hubo un registro de puertas de los destinos que sí pude encontrar. pero fue un registro de puertas de cartas que sí pude encontrar su destino.
Lo acompañé con material periodístico publicitario de la época. Hay una que recuerdo mucho de un chico que le escribe a su mamá sobre su primer día de trabajo en Lima. Le dice que estaba muy contento, pero que justo cuando salió hubo una marcha y él terminó perjudicado.
Vi la fecha y busqué la correspondencia y, tal cual, hubo varias huelgas en general. El material textual estaba acompañado de un material gráfico que complementaba su imaginario. Por eso, es que estaban instalado en un listón madera para que la gente le dé vuelta. Así se pueda ver la correspondencia, darle la vuelta y ver la imagen. Era una instalación interactiva, porque yo estaba muy cansada de la obra que no se puede tocar.
Una de las cosas que yo quería que la gente se llevara era no solo hacer la relación texto-imagen, sino también el hecho de que estos textos tienen algo en común. Quería que se dieran cuenta de que eran parte de una mismo tema, no solo época.
¿Por qué es importante el trabajo de archivo?
Por distintas razones. En el caso español, no me apela directamente, pero es algo tan vigente en ese país, que es imposible no darse cuenta de la necesidad que hay de hablar de ello. En general, creo que en el trabajo artístico es una de las cosas que me parece que debo buscar. Yo creo que el trabajo artístico está para incomodar a las personas, para cuestionarlas las cosa y saber que no existe una sola forma de leer la historia. Entonces, creo que la producción artística debe cuestionar constantemente la historia con la que uno creció.
¿Cómo fue el proyecto de FONDA de Ciudades Futuras?
FONDA es parte de un proyecto curatorial que se llama Tramo, un proyecto de curadoría en Panamá. Todos los proyectos tenían que estar enmarcados bajo una misma lógica y esa lógica era que tenían que ser desde el espacio público. Tenían que estar dentro de un display de pizarras en la calle. El cuestionamiento era volver a enfrentarse al espacio público después de la pandemia.
Lo que yo propuse fue un trabajo conjunto a la colectiva de arquitectos llamada Pulmón del Barrio. Hice una serie de dibujos a tinta de mobiliarios urbanos que podrían ser útiles para la vida en el espacio público. Uno era un rectángulo grande que tenía dos huecos al lado. Tú te puedes sentar al medio y en esos huecos poner tus bolsas de la compra, por ejemplo. Otro era un subibaja donde podías conversar. Tenía huecos adelante para poner ahí tu pan o lo que sea. Como había distancia social, el subibaja era el lugar perfecto para no tocar a nadie, pero sí hablar.
¿Cómo fue el proceso de convocatoria de la beca Artus?
Es la segunda vez que que quedo finalista, porque la primera fue en 2019 y también fue para Delfina. Pero he aplicado unas cuatro o cinco veces. La aplicación de Artus no depende de ellos, sino de quién sea el que está pidiendo. Ellos tienen contactos en distintos lugares y ellos le dicen que están buscando un artista peruano con ciertas características. Entonces, el artista debe mandar su portafolio, su perfil y un proyecto. Artus lo que hace es comunicarlo y dar las facilidades para que un artista peruano vaya donde el contacto.
La propuesta que mandé fue Soluciones urbanas. O sea, una propuesta orientada a la especulación inmobiliaria en Inglaterra. Partía de una exploración de una necesidad de reivindicación del espacio público. Fue una bonita experiencia. De hecho, es una de las pocas becas que hay en Perú para artistas peruanos. Ojalá, Artus crezca más y que pueda tener más organizaciones y que tenga más más salida.
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