Por el marco del Hay Festival Arequipa 2024, el reconocido escritor español visitó nuestro país y, en esta entrevista con COSAS, reveló su proceso creativo y de investigación, además de los retos políticos del mundo.
Por Belén Medina Pizarro
Historiador y antropólogo de formación, Javier Moro ejerció como periodista y, por un tiempo, incursionó en la creación de guiones para películas. Sin embargo, desde la década de los noventa se dedicó a la investigación histórica para escribir lo que él llama novela de no ficción, a través de las cuales se pone en los zapatos de un personaje que existió para recrear su historia.
Con doce novelas publicadas, el autor español ha ganado el reconocimiento tanto de los lectores como de la crítica. En 2011 ganó el Premio Planeta gracias a su libro El imperio eres tú, que se centró en el emperador de Brasil Pedro I, y en 2018 obtuvo el Premio Primavera de Novela por Mi Pecado, que se centró en la actriz española Conchita Montenegro. Después de más de una década, el escritor regresó a nuestro país para participar del Hay Festival Arequipa 2024, donde conversó con el escritor arequipeño Giovanni Barletti sobre su última novela Nos quieren muertos, cuyo protagonista es el político venezolano exiliado y opositor a Nicolás Maduro, Leopoldo López.
¿Cómo surgió su vocación por escribir novelas históricas y políticas?
Yo empecé con el periodismo, seguí haciendo cine; luego, tuve la posibilidad de trabajar con dos grandes autores que eran Dominique Lapierre y Larry Collins, y llegó el momento en que estaba maduro para escribir un libro. A mí siempre me interesó mucho el periodismo, entonces, de alguna manera, me interesaba partir de un hecho y contar la historia real.
Yo no soy autor de pura ficción, no me gusta mucho fabular, aunque a veces tengo que hacerlo, porque […] allá donde no llega la documentación, pues tienes que inventar algo. Pero yo siempre procuro buscar una buena historia, recrearla y reconstruirla, porque soy historiador de formación y de alguna manera quiero aportar al acervo cultural del conocimiento sobre el personaje y la historia en cuestión.
La historia novelada es una línea un poco difusa entre la ficción y la no ficción. Yo camino sobre esa línea y unos libros son más de ficción, porque había menos documentación y otros libros son más de no ficción como el último Nos quieren muertos (2023), que es sobre la historia de Leopoldo López. Este libro está basado totalmente en entrevistas y es lo que yo llamo una novela de no ficción, porque está contado no como una crónica periodística con cierta distancia, sino desde dentro de los personajes y con los recursos de la literatura.
¿Cómo es el proceso de elegir la temática o periodo histórico en el cual centra sus novelas?
No hay proceso. Lo que hay es un flechazo, hay una historia de amor. Tiene que ver con las emociones, no es el resultado de un proceso racional. Hay un viejo dicho que es un poco utópico decirlo, pero no por eso deja de ser cierto, que dice que no es el autor quien escoge las historias, sino que las historias escogen a los autores. Hay historias que yo me he encontrado con ellas y he dicho: «esto lo tengo que escribir, porque me ha llegado, […] porque la siento y, sobre todo, porque siento que voy a poder transmitir esa emoción al lector.» Puede venir de leer una historia en un periódico o de encontrarte con alguien, como en el caso de Leopoldo López porque cuando lo conocí me sedujo todo lo que él contó y lo que contó Lilian, su mujer.
¿Cómo compagina los hechos históricos con los elementos ficcionales y las técnicas literarias que una novela requiere?
Te tienes que meter en la cabeza del personaje y tienes que verlo desde su punto de vista. Te tienes que imaginar al personaje con los datos que tienes a tu disposición. Siempre es una interpretación tuya, pero eso pasa también en los libros de historia. La objetividad es algo a lo que se tiende, pero es una quimera. Entonces, esto es lo mismo. Yo me hago una idea y hago una interpretación mía, pero en base a mucha documentación.
Lo que gana el utilizar técnicas narrativas para contar una historia que has investigado es que te metes en la historia, pero te metes con la emoción en la historia. Una buena novela histórica tú no quieres que se acabe y eso es a lo que tiende un novelista, quiere apelar a la emoción del lector. Sería historiador si solo apelase al conocimiento.
La novela Nos quieren muertos (2023) tiene como protagonista a Leopoldo López. ¿Cómo ha sido formar el personaje a partir de una persona viva?
Ahí lo tenía fácil, porque lo tenía enfrente de mí. Yo le conocí cuando llegó al exilio en Madrid y tenía a él, a su mujer y a toda la familia. A todos los que ellos me indicaron los tenía enfrente a mí, entonces ahí no tuve más que entrevistarles a muerte. No es un personaje que había muerto hace un siglo, entonces para mí era solo retratar lo que yo veía.
En cambio, ¿cómo fue escribir sobre Pedro I en El imperio eres tú (2011)?
En El imperio eres tú fue distinto, porque [sobre] la historia de Pedro I había mucha documentación. Los brasileños han escrito mucho, es la historia de su país, pero lo que había no estaba escrito como para que la gente lo leyese, pero sí para que un especialista se metiese. Había muchísima documentación. Por ejemplo, las cartas de Leopoldina [su primera esposa], tuve acceso a ellas. Eso me permitió recrear la historia con mucho detalle y con mucha precisión, porque muchas veces la calidad de la novela histórica depende muchas veces de la calidad de la documentación que te encuentras y en el caso de Pedro I había buenísima documentación. Solo había que contarlo bien.
¿Cómo fue ponerse en los pies de este personaje o imaginar ver las cosas a través de Pedro I?
No solo a través de él, tienes que verlo a través de su mujer, a través de su amante. Tienes que ponerte en la piel de todos los personajes y con la documentación que tú tienes, lo que sabes de ellos, tienes que crear la propia coherencia en el relato para que todo eso sea creíble. En un fondo es un reflejo de la vida misma.
¿Cuáles han sido los retos que se le han presentado?
Muchos, de no conseguir información, de que no me querían dar información a una vez me expulsaron de un pueblo en Brasil, porque estaba entrevistando al obispo que era considerado de izquierdas. Entonces, los terratenientes me echaron. Me ha pasado de todo, pero generalmente la gente quiere hablar, a la gente le gusta hablar, le gusta abrirse y contar su historia. En general, no he tenido muchos problemas, pero […] lo que he tenido son problemas al publicar los libros, porque con los libros basados en historias reales siempre hay gente que protesta y que no están de acuerdo con lo que cuentas de sus parientes o de ellos mismos.
¿Cómo ve el panorama a partir de las elecciones de Estados Unidos?
No solo me preocupa eso, me preocupa la polarización del mundo, la alianza de autocracias que colaboren entre sí, como los rusos, los chinos, los iraníes, los venezolanos, los bielorrusos. Y los países que creemos en la libertad son cada más precarios, porque la democracia a veces se ataca desde dentro. Esperemos que no pase eso en Estados Unidos.
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