Deysi Cori interrumpe la sesión para pedir una foto especial hecha con su propio teléfono. “Que salgamos los dos, pero que se vea bien el tablero”, precisa, refiriéndose a su hermano Jorge, quien sonríe al otro lado del tablero de ajedrez. Resulta curioso, pues momentos antes Deysi ha contado que no le gusta que le tomen fotos mientras juega. Sin embargo, ahora tiene instrucciones específicas. “Que se vean bien el tablero y las piezas”, pide, mientras mira fijamente al aparato y se retira el cerquillo de la cara. Jorge sigue sonriendo: “Es que me está ganando”, explica él. “Quiere una foto como prueba”.
Este intercambio es parte de una amistosa rivalidad típica de hermanos. Han pasado varios meses desde que Jorge Cori, de 21 años, se ha mudado y ya no vive con Deysi, de 23, en la casa paterna. Pero mientras estuvieron en Azerbaiyán, en las Olimpiadas 2016 de Bakú, en setiembre pasado, recordaron lo que significa tenerse cerca. Apenas Deysi terminó su última partida contra México –la cual ganó–, buscó a su hermano menor, que en ese momento se jugaba una posibilidad impensada: una medalla. “Me sentí tan emocionada por él… Me dieron ganas de llorar”, recuerda Deysi sobre el momento en que su hermano, segundo tablero, ganó el juego.
Jorge Cori volvió al Perú con una medalla de bronce y como parte del equipo masculino que consiguió el décimo lugar en el evento internacional. Este ha sido el mejor resultado en la historia del ajedrez nacional, y ha convertido al Perú en el primer país de habla hispana entre los diez primeros del mundo. “Debo felicitar a todos sus integrantes por su excelente desempeño deportivo. Honor al mérito y ¡viva el Perú!”, escribió un efusivo Julio Granda en su página de Facebook. El primer Gran Maestro Internacional y mejor jugador del Perú ha sido uno de los primeros en reconocerlo: en un país ávido de logros deportivos, una nueva generación de ajedrecistas peruanos está dando de qué hablar.
Partida estratégica
En los últimos años, el interés por el ajedrez ha crecido en todo el mundo. Entre 2009 y 2013, los torneos abiertos internacionales aumentaron en un 37%. Y si bien no es extraño que futbolistas o atletas protagonicen campañas para distintas marcas, cuando el actual número uno del ajedrez, el noruego Magnus Carlsen, modeló junto a Liv Tyler y Lily Cole para la marca de ropa G-Star, quedó confirmado que el llamado “deporte ciencia” también podía ser cool.
Cuando se develaron los resultados de las Olimpiadas de Bakú, otros equipos latinoamericanos desfilaron frente a los peruanos: “Varios deportistas fueron hasta donde mi hermano para darle la mano y felicitarlo por su partida”, recuerda Deysi. “Los países de la región entendían la importancia de lo que habíamos conseguido y se sentían felices por nosotros”, añade. Una vez en Lima, un evento organizado por la Federación Peruana de Ajedrez, en el que los campeones recibieron un tomatodo y un USB, motivó una queja pública de los hermanos. No solo los exiguos regalos molestaron a los Cori. “En la página web de la federación anunciaron que se había reconocido a los equipos masculino y femenino, pero a nosotras no nos avisaron ni mandaron invitación”, aclara Deysi. “Si a tus deportistas con máximos logros los tratas así, ¿qué pueden esperar las personas que recién están empezando?”, se pregunta quien fue, en 2011, la campeona mundial Sub-20.
Más que la falta de regalos o incentivos, les molesta que no se reconozca el esfuerzo del equipo. Como preparación para las Olimpiadas 2016, los Cori, Emilio Córdova, Christian Cruz, Deivy Vera y Fernando Fernández estuvieron tres meses jugando en diversos torneos en España. La federación cubrió los pasajes y su alojamiento por un mes, y ellos, con sus ahorros, se encargaron del resto. A falta de un profesor de alto nivel, el equipo peruano decidió entrenarse en distintos tableros, diseñando una estrategia propia: cada uno debía estudiar a los rivales de todos y proponer diversas alternativas de juego. Luego resolvían las partidas como equipo y preparaban a quien le tocaba jugar. Fue así que llegaron listos a Bakú.
Por Rebeca Vaisman
Fotos de Sanyin Wu
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