Estados Unidos experimentó una de las jornadas electorales más complicadas, en incluso traumáticas, de su historia. El fotógrafo y periodista peruano Diego Oliver estuvo en el Javits Center de Nueva York junto a los votantes de Hillary Clinton pensando que fotografiaría una victoria. El resultado, como ya sabemos, fue distinto. Mira las imágenes de esta experiencia y conoce las impresiones de Oliver a continuación.
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Estuviste ahí antes de los resultados, ¿cuál era el ambiente?
Nueva York es probablemente la ciudad más cosmopolita de los Estados Unidos y sede de excelentes universidades. El apoyo popular al discurso progresista, de integración, de igualdad de derechos de género y origen, era sin duda mayoritario. Tanto es así que decir abiertamente que apoyas a Trump es meritorio de un apanado callejero. Por esa misma razón es que el rally de Trump fue a puertas cerradas, a diferencia del de Clinton. En ese sentido, Nueva York, al igual que California, es una burbuja urbana joven y étnicamente diversa que no reflejaba el apoyo político real que tenía el discurso de Trump en las zonas más tradicionales y pobres del país (en el centro, por ejemplo). Es por eso que en Nueva York (alimentado también por las encuestas de los medios) se pensaba que Clinton era favorita y las posibilidades de ganar de Trump, aunque reales, eran pocas. Las personas que asistieron al mitin de Hillary estaban confiadas de que iba a ganar.
Nueva York es probablemente la ciudad más cosmopolita de los Estados Unidos y sede de excelentes universidades. El apoyo popular al discurso progresista, de integración, de igualdad de derechos de género y origen, era sin duda mayoritario. Tanto es así que decir abiertamente que apoyas a Trump es meritorio de un apanado callejero. Por esa misma razón es que el rally de Trump fue a puertas cerradas, a diferencia del de Clinton. En ese sentido, Nueva York, al igual que California, es una burbuja urbana joven y étnicamente diversa que no reflejaba el apoyo político real que tenía el discurso de Trump en las zonas más tradicionales y pobres del país (en el centro, por ejemplo). Es por eso que en Nueva York (alimentado también por las encuestas de los medios) se pensaba que Clinton era favorita y las posibilidades de ganar de Trump, aunque reales, eran pocas. Las personas que asistieron al mitin de Hillary estaban confiadas de que iba a ganar.
¿Por qué decidiste estar ahí, en ese preciso lugar y con los demócratas?
En realidad siempre quise ir al mitin republicano pensando en que iban a perder. Como fotógrafo me interesaba más narrar con imágenes la historia de los perdedores que la de los ganadores. También estaba motivado políticamente por ver la caída de Trump y la de sus fans y pensé en ir al mitin republicano hasta el mismo día de las elecciones. Me daba curiosidad estar en contacto con este grupo de gente que abiertamente apoya un discurso xenófobo amparado en una retórica nacionalista. Salvando las distancias, su discurso, desde el punto de vista social, me sonaba medio nazi. Pero investigando me di cuenta que me iba a ser difícil acceder a ese grupo. Y decidí ir al mitin de Clinton cuando aparecieron las primeros resultados y proyecciones. Tal como pensé, no tuve mayor problema en estar ahí. La asistencia fue masiva. Decenas de miles de personas estuvieron dentro de las instalaciones del Javits Center y afuera de él, mirando atentamente en pantallas gigantes la transmisión de CNN. Curiosamente, sin querer, terminé con los perdedores.
En realidad siempre quise ir al mitin republicano pensando en que iban a perder. Como fotógrafo me interesaba más narrar con imágenes la historia de los perdedores que la de los ganadores. También estaba motivado políticamente por ver la caída de Trump y la de sus fans y pensé en ir al mitin republicano hasta el mismo día de las elecciones. Me daba curiosidad estar en contacto con este grupo de gente que abiertamente apoya un discurso xenófobo amparado en una retórica nacionalista. Salvando las distancias, su discurso, desde el punto de vista social, me sonaba medio nazi. Pero investigando me di cuenta que me iba a ser difícil acceder a ese grupo. Y decidí ir al mitin de Clinton cuando aparecieron las primeros resultados y proyecciones. Tal como pensé, no tuve mayor problema en estar ahí. La asistencia fue masiva. Decenas de miles de personas estuvieron dentro de las instalaciones del Javits Center y afuera de él, mirando atentamente en pantallas gigantes la transmisión de CNN. Curiosamente, sin querer, terminé con los perdedores.
¿Cómo fueron las reacciones luego de los primeros resultados?
Los primeros resultados salieron de la costa este, entre ellos estaban los de Nueva York. Aunque no todas las proyecciones fueron favorables para Hillary, las personas mantenían la idea de que conforme fueran saliendo los conteos la predicción de las encuestas se cumpliría. Creo que por esa convicción la derrota fue más dolorosa. Nadie se esperaba algo así. Los fotógrafos mismos parecían convencidos de que Hillary ganaba. Se amontonaban frente a los fanáticos más exacerbados para conseguir la foto de la alegría, de la euforia, el grito de felicidad con el puño ganador en alto. Pero cada vez que salían las proyecciones condado por condado, estado por estado, Trump salía ganador. Las pantallas se ponían rojas republicanas. De cada condado, cinco ganaba Trump y uno Clinton. Ahí la cosa se puso crítica. Con optimismo los demócratas festejaban los pocos resultados ganadores. Pero ya se daban cuenta de que todo olía mal. La gente miraba las pantallas asustada. Luego recobraban la esperanza con algún resultado positivo. Y después de nuevo todo se volvía miserable. La gente empezó a sentarse en el suelo ya desconsolada. Miraban incrédulos los resultados. Mensajeaban a sus amigos como confrontando lo que veían en pantalla, para buscar compartir la indignación o sencillamente para buscar consuelo. En paralelo transmitían el mitin republicano, donde inicialmente también se veía cierta incredulidad de los asistentes hacia los resultados pero que poco a poco iban ganando confianza y cada vez se mostraban más festivos. El mitin de Hillary ha sido el evento masivo más triste que he presenciado.
Los primeros resultados salieron de la costa este, entre ellos estaban los de Nueva York. Aunque no todas las proyecciones fueron favorables para Hillary, las personas mantenían la idea de que conforme fueran saliendo los conteos la predicción de las encuestas se cumpliría. Creo que por esa convicción la derrota fue más dolorosa. Nadie se esperaba algo así. Los fotógrafos mismos parecían convencidos de que Hillary ganaba. Se amontonaban frente a los fanáticos más exacerbados para conseguir la foto de la alegría, de la euforia, el grito de felicidad con el puño ganador en alto. Pero cada vez que salían las proyecciones condado por condado, estado por estado, Trump salía ganador. Las pantallas se ponían rojas republicanas. De cada condado, cinco ganaba Trump y uno Clinton. Ahí la cosa se puso crítica. Con optimismo los demócratas festejaban los pocos resultados ganadores. Pero ya se daban cuenta de que todo olía mal. La gente miraba las pantallas asustada. Luego recobraban la esperanza con algún resultado positivo. Y después de nuevo todo se volvía miserable. La gente empezó a sentarse en el suelo ya desconsolada. Miraban incrédulos los resultados. Mensajeaban a sus amigos como confrontando lo que veían en pantalla, para buscar compartir la indignación o sencillamente para buscar consuelo. En paralelo transmitían el mitin republicano, donde inicialmente también se veía cierta incredulidad de los asistentes hacia los resultados pero que poco a poco iban ganando confianza y cada vez se mostraban más festivos. El mitin de Hillary ha sido el evento masivo más triste que he presenciado.
¿Qué otras imágenes, además de las que se ven en tus fotos, te impactaron?
Creo que el clima en general es el que se puede ver en las fotos. Me llamó especialmente la atención la cantidad de gente que había ido sola al mitin. No con sus amigos o familia. Mucha gente sola, sentada en la pista, mirando las pantallas. No vi ni una pizca de felicidad.
Creo que el clima en general es el que se puede ver en las fotos. Me llamó especialmente la atención la cantidad de gente que había ido sola al mitin. No con sus amigos o familia. Mucha gente sola, sentada en la pista, mirando las pantallas. No vi ni una pizca de felicidad.
¿Qué cosas –sonidos o frases– escuchaste?
«Me voy a Canadá». «¿Qué le voy a decir a mis hijos?». «¿Y si me quitan la visa?». «He luchado toda mi vida, pero ya me estoy cansando». «Voy a tramitar la renovación de mi visa mañana mismo». En Nueva York viven muchos inmigrantes, documentados e indocumentados. Diría que lo que sienten los neoyorquinos es incertidumbre. Trump tiene el Senado, el Congreso y además será competencia suya elegir al presidente de la Corte Suprema, politizando así el sistema judicial. Para muchos tiene la capacidad de hacer lo que quiera. Y el miedo más grande es que cumpla sus promesas electorales, sobre todo respecto a las comunidades no originarias. Muchos temen que les quiten la visa de trabajo, y los que no la tienen, ser perseguidos y deportados. Y muchos tienen familias, hijos pequeños que van al colegio y tienen sus amigos. Son situaciones cuyo desenlace nadie todavía puede imaginar pero que causa pánico. Al día siguiente de la elección garuó. Estuvo nublado y oscuro. Y creo que la gente se sentía exactamente igual. Por lo que me cuentan algunos amigos profesores casi no se impartieron clases. Tanto alumnos como profesores estaban desmotivados. En shock. Gente llegó a sus trabajos llorando. Una estudiante afroamericana de la NYU no salió a clases porque había escuchado que un grupo de blancos estaba hostigando a la gente de piel oscura en alguna parte de la ciudad. Ese día, por la noche, centenares de estudiantes se reunieron frente al Trump Tower a gritar «¡Trump no es mi presidente!» y ya se ha convocado una marcha organizada para mañana 12 de noviembre que busca promover la impugnación aunque eso, procesalmente, es imposible ya que depende del congreso.
«Me voy a Canadá». «¿Qué le voy a decir a mis hijos?». «¿Y si me quitan la visa?». «He luchado toda mi vida, pero ya me estoy cansando». «Voy a tramitar la renovación de mi visa mañana mismo». En Nueva York viven muchos inmigrantes, documentados e indocumentados. Diría que lo que sienten los neoyorquinos es incertidumbre. Trump tiene el Senado, el Congreso y además será competencia suya elegir al presidente de la Corte Suprema, politizando así el sistema judicial. Para muchos tiene la capacidad de hacer lo que quiera. Y el miedo más grande es que cumpla sus promesas electorales, sobre todo respecto a las comunidades no originarias. Muchos temen que les quiten la visa de trabajo, y los que no la tienen, ser perseguidos y deportados. Y muchos tienen familias, hijos pequeños que van al colegio y tienen sus amigos. Son situaciones cuyo desenlace nadie todavía puede imaginar pero que causa pánico. Al día siguiente de la elección garuó. Estuvo nublado y oscuro. Y creo que la gente se sentía exactamente igual. Por lo que me cuentan algunos amigos profesores casi no se impartieron clases. Tanto alumnos como profesores estaban desmotivados. En shock. Gente llegó a sus trabajos llorando. Una estudiante afroamericana de la NYU no salió a clases porque había escuchado que un grupo de blancos estaba hostigando a la gente de piel oscura en alguna parte de la ciudad. Ese día, por la noche, centenares de estudiantes se reunieron frente al Trump Tower a gritar «¡Trump no es mi presidente!» y ya se ha convocado una marcha organizada para mañana 12 de noviembre que busca promover la impugnación aunque eso, procesalmente, es imposible ya que depende del congreso.
Por Omar Mejía Yóplac
Todas las fotografías son de Diego Oliver
Todas las fotografías son de Diego Oliver