Este octavo álbum para Sabor y Control de salsa se llama “La contraviolencia”, un llamado a combatir el mal por medio de unión y música, según comenta su vocalista y saxofonista Bruno Macher. Estas nuevas canciones se han inspirado en los “Conciertos de pacificación” que Sabor y Control realiza en diversos barrios con fama de picantes de Lima. Conversamos con Macher y la banda a pocos días del lanzamiento.
¿En qué consisten los conciertos de pacificación?
Los “Conciertos de pacificación” son parte de los proyectos sociales que venimos haciendo desde hace años. Comenzamos con uno que se llamó “Salsa a la calle”, que buscaba la unificación de los barrios, el cantarle a los jóvenes letras positivas e incentivarlos por la música, por el arte, en vez de por la delincuencia o las drogas.
¿Cuántas ediciones hicieron de “Salsa a la calle”?
Fueron cuatro más una que se llamó “Salsa a la cárcel” que hicimos en el penal Sarita Colonia. Después de ese vinieron los “Conciertos de pacificación”. El haber estado dando los conciertos de “Salsa a la calle” en distintos barrios había hecho que tengamos un vínculo mucho más cercano con las familias y la gente de las zonas donde habíamos estado. Por eso empezamos a interesarnos y entender un poco cómo funcionaba la problemática en el barrio. En su momento, la cosa estaba muy violenta en el Callao por el narcotráfico y por eso quisimos hacer este concierto en Atahualpa para disminuir los roces que habían entre las zonas. Luego el segundo que hicimos fue en Puerto Nuevo. Y el domingo 11 de diciembre será el tercero en La Victoria.
Ese mismo día presentan su nuevo disco “La contraviolencia”.
Sí, este es un disco bastante fuerte, bastante social. Tiene temas que le dedicamos a la gente que está metida en la delincuencia con la idea de poder concientizarlos un poco. Tiene temas de unión que están dedicados a la familia, a la hermandad entre los barrios. Es un disco muy positivo. Busca generar un cambio en la persona que lo escuche. A veces dar un sermón no es la manera adecuada de hacer cambiar. A través de la música puedes tener una mirada diferente. Quizás los que lo escuchen se sientan iluminados por las canciones y puedan cambiar.
Los “Conciertos de pacificación” han sido en Atahualpa, Puerto Nuevo y ahora La Victoria, ¿Qué caracteriza a estos lugares?
Para mucha gente estos son barrios picantes. Nosotros sentimos que este prejuicio malea un poco la percepción que se tiene del lugar. Nosotros hemos estado ahí y hemos conocido a muchas familias, gente recontra buena onda, recontra positiva. Hay mucho talento en el barrio. Hay que fomentarlo porque nadie lo fomenta. Con este prejuicio de que es peligroso nadie entra. De alguna manera, a través de estos conciertos la gente que va y conoce el barrio se da cuenta que no todos están en el mismo saco, no todos son delincuentes.
¿A qué se refieren con “La contraviolencia”, el término que da nombre al disco? ¿Qué significa o qué quiere significar?
La contraviolencia es todo lo que puedes hacer para acabar con una parte del mal. Sentimos que es cosa de todos empezar a restar violencia y poner un freno de mano a las muertes, asesinatos y asaltos.
¿Qué relación hay entre Sabor y Control y la calle? ¿Puede existir la banda sin barrio?
Yo creo que no. Nosotros siempre le hemos cantado al barrio, compuesto temas para el barrio y de alguna manera siempre estamos vinculados al barrio. Por eso hemos tomado la iniciativa de hacer estos proyectos sociales. Los generamos de nuestros ahorros porque lo hacemos porque nosotros queremos, sin ningún auspicio, porque siempre sentimos que esta música está dirigida al barrio.
¿Qué caracteriza musicalmente a este octavo álbum?
Es un paso más adelante. Siempre tratamos de hacer cambios en composición, que tenga un enfoque distinto en arreglos, en percusión, en vientos. En este nuevo disco se hacen muchas cosas vocales que no hemos hecho en discos anteriores. Sentimos que es una evolución y que el disco está sonando como queríamos.
Por Stefano de Marzo