El lema elegido para CADE Ejecutivos 2016, “Desafío 2021: La oportunidad es ahora”, no habría tenido tanta acogida si el comité organizador, presidido por el economista Alfredo Torres, lo hubiera lanzado en el cónclave del año pasado. En el tramo final de la administración Humala, la confianza empresarial se mantuvo por debajo de los 50 puntos, en el terreno pesimista, tal como ocurre desde 2012.
En estos últimos cinco años, el empresariado fue testigo de cómo el Perú retrocedió posiciones en índices de competitividad, como los del World Economic Forum y el Doing Business, hasta convertirse en uno de los ocho países más burocráticos del mundo para hacer negocios. No obstante, en esta CADE, el lema elegido parece más apropiado: el 65% de empresarios asistentes al foro consideró que el Perú ingresará a la OECD, el club de los países desarrollados, antes del bicentenario. Así de optimistas. En cambio, Carlos Rodríguez-Pastor, presidente del Grupo Intercorp, fue más realista en su exposición: el Perú será un país desarrollado en 2041, año en el que será el mejor lugar de América Latina para vivir y formar una familia, a decir del ejecutivo.
Como resaltaron varios empresarios en privado, el cambio de administración resulta notable. Las exposiciones de los ministros en sectores como Economía, Salud, Seguridad, Minería, Infraestructura, Producción, Educación y Cultura se convirtieron en espacios para trazar metas concretas, pero sobre todo para explicar cómo se llegarán a ellas. Como dijo Julio Luque, presidente de IPAE, hemos pasado de un gobierno que ninguneó el crecimiento económico a una administración que pone a los empresarios al centro del desarrollo.
Lo más interesante de las jornadas fue escuchar que muchas de las promesas enumeradas por los líderes de las carteras no estaban dirigidas a los representantes de las grandes empresas, sentados en primera fila. Las aspiraciones de ministros como Bruno Giuffra (Producción), Jaime Saavedra (Educación) y Patricia García (Salud) giraron alrededor de los pequeños y medianos empresarios, así como de sus familias, que demandan menos trabas burocráticas y mejores servicios en materia de salud y educación.
La ponencia que más llamó la atención, por la precisión de sus objetivos, fue la del primer vicepresidente de la República y ministro de Transportes y Comunicaciones Martín Vizcarra, quien enumeró un conjunto de proyectos claves para el desarrollo económico, que suman US$27 mil millones al 2021. “Pero tenemos solo un presupuesto de US$2,7 mil millones”, ironizó Vizcarra, demandando la participación del empresariado en las Asociaciones Público-Privadas (APP). El ministro Thorne, pese a tener entre los panelistas de su mesa a José Chlimper, un enemigo político durante la campaña electoral, respondió con solvencia a las críticas, hasta merecer de este, al final de la exposición, sus mejores deseos en la gestión. Se reconoce el esfuerzo del comité organizador por devolver el espacio que corresponde al ministro de Economía en CADE Ejecutivos. Cabe recordar que en el cónclave de 2014, el entonces ministro de Economía Alonso Segura expuso su política fiscal en medio de un almuerzo en el que no se le pudo escuchar. Para algunos no fue un tema de la organización, sino de los personajes, pero ese es otro análisis.
Los ministros Giuffra y Saavedra se llevaron las palmas. El primero, por su encendida defensa de un Estado digital para recortar las brechas y facilitar el acceso de las pymes a la economía. El segundo, por sus logros en materia educativa. “Todavía sigo aquí”, fueron las primeras palabras de Saavedra. Lo que más inquietud despertó entre los participantes fue el tema de los conflictos, no en el campo de la minería, como en años anteriores, sino los promovidos por una bancada mayoritaria que siembra dudas en torno a la estabilidad política que se requiere para sacar adelante las reformas a las que cada cartera se ha comprometido.
Gracias a la calidad de las ponencias, el foro más importante del sector privado dejó de ser, después de mucho tiempo, un espacio exclusivamente declarativo, propicio para las fotos y los tragos, y se convirtió más bien en el lugar apropiado para poner sobre la mesa las metas concretas del Ejecutivo, por lo que podría ser el primero de otros cuatro foros más con tinte poselectoral, en los que será posible seguir la pista a los avances y retrocesos del gobierno en materia de crecimiento e inclusión social, y, sobre todo, ser testigos de hasta qué punto la bancada fujimorista dejará a Kuczynski cumplir con los ambiciosos objetivos que se ha trazado en sus primeros cinco meses de mandato.
Por Luis Felipe Gamarra
Foto de Christian Oses
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