¿Te imaginas espiar a la familia real desde un rincón del Palacio de Buckingham? La nueva serie de Netflix, The Crown, permite una visión privilegiada de la familia más famosa del mundo. A medio camino entre biopic, novela y megaproducción de Hollywood, la serie, que ha costado 130 millones de dólares, es la más cara hasta la fecha. Ha superado incluso a Game of Thrones (un episodio de The Crown cuesta en promedio diez millones de dólares, frente a los siete millones de Game of Thrones). La primera temporada, de diez episodios, se basa en la primera década del reinado de Elizabeth II (interpretada por la actriz inglesa Claire Foy), arranca con su matrimonio con el duque de Edimburgo en 1947 y termina en 1956, con la crisis del Canal de Suez.
Cada episodio se centra en un acontecimiento decisivo en la vida de la reina, empezando con su boda, su tour de la Commonwealth, la muerte de su padre, su coronación y la gran niebla que causó una crisis pública y varios muertos. La serie muestra a una serie de personajes históricos en su intimidad: sus debilidades, sus intereses, su lado más humano. Por ejemplo, un Winston Churchill al final de su vida (magistral John Lithgow) que tiene que tratar con una reina joven e inexperta, un duque de Edimburgo que se ve desplazado e inseguro al lado de su mujer, o una reina profundamente enamorada y con gran sentido de la familia.
La serie fue escrita por Peter Morgan, autor de la oscarizada The Queen (película en la que el personaje de Elizabeth II fue interpretado por Helen Mirren). Morgan también escribió la obra de teatro The Audience, que trata sobre las audiencias semanales de la reina con sus primeros ministros. Para The Crown, el autor quiso explorar la relación entre la reina y Churchill: un hombre en el final de su vida y una mujer al comienzo de la suya. La serie explota las tutorías que Churchill aplica a una Elizabeth que va ganando más aplomo a medida que avanzan los capítulos.
LA GRAN DESCONOCIDA
La gran fortaleza de The Crown es que muestra el lado más humano de la reina, una mujer que lucha por abrirse camino en un mundo de hombres. Su vida está marcada por tres varones: su padre, al que adora y cuya prematura muerte la deja desprotegida; Churchill, su mayor guía, pero con quien choca en ocasiones; y su esposo. La serie muestra a un Philip (interpretado por Matt Smith, actor que guarda un sorprendente parecido con el duque) enamorado pero frustrado por el limitante rol de su condición, insatisfecho por las continuas renuncias y reverencias ante su mujer, a quien, sin embargo, trata con cariño y confianza. La serie grafica la visión del duque de Edimburgo, que es más moderna, y busca acercar a la reina al pueblo. Eso se ve cuando se ocupa de la coronación y tiene la idea de televisarla, lo cual no es visto con buenos ojos por el gobierno; sin embargo, aumenta muchísimo su popularidad. Gracias a la serie, descubrimos que la reina extraña la vida tranquila de recién casada que tenía con su esposo en Malta antes de asumir sus obligaciones. Si su padre no hubiera muerto tan joven, hubiera podido disfrutar de una vida “anónima” muchos años más. Elizabeth II no nació para ser reina, fue la renuncia de su tío, Edward VIII, al casarse con Wallis Simpson, lo que provocó el ascenso al trono de su padre, el duque de York. Esta relación tumultuosa con su tío (Alex Jennings) también se explora en la ficción.
Elizabeth II es una de las mujeres más famosas del mundo, pero aún hay cosas que muchos no saben de ella. Por ejemplo, que aunque tiene buen carácter, odia la impuntualidad. También que, cuando puede, cena en una bandeja viendo el cricket con su marido, que desayuna riñones con tostadas integrales, y que antes de cenar a menudo se toma una copita de jerez o, de vez en cuando, un gin tonic. Algunas curiosidades más: es una gran imitadora, y cuando está en confianza hace imitaciones de políticos y famosos. También le fascina el espacio y le encantan los trajes de astronautas. Le apasionan las carreras de caballos, aunque no apuesta, está suscrita a Sky TV y graba películas y series (como Downton Abbey) para verlas con su esposo.
A propósito de Downton Abbey, The Crown explora la amistad íntima entre Lord ‘Porchie’ Carnarvon y la reina. Aunque la serie afirma que solo fueron amigos, ‘Porchie’ despertó los celos del duque de Edimburgo, quien pudo haber tenido algún affaire en los primeros años de su matrimonio, aunque nada se ha confirmado. Los Carnarvon, íntimos amigos de la familia real, son los dueños de Highclere Castle (Downton Abbey en la ficción), y se dice que a Elizabeth II le divierte ver la serie y comentar, con cierta malicia, los errores en la escenografía.
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