«El arte de transformar». Ese es el lema de D1 Dance, y por eso es lógico que la misma academia tenga novedades cada cierto tiempo. Este proyecto, que nació hace más de once años, ahora cuenta con un nuevo local en Magdalena (Manuel Gonzales la Rosa 653). Este nuevo centro, a diferencia de los anteriores, cuenta con dos plantas. Esto permite contar con más espacios para distintos tipos de ensayos. En uno de ellos, ubicado en el segundo piso, nos sentamos a conversar con Vania Masías, la cabeza de una asociación en constante movimiento.
¿Qué representa la apertura del nuevo local?
Es un paso importante porque es la primera que con propia inversión hemos levantado un local que es digno de nuestros alumnos. Ya hemos estado antes en Magdalena, pero teníamos dos baños, era un local muy pequeño, no podíamos acceder a más. Esta es una apuesta enorme. Queríamos darles camerinos grandes, duchas, áreas verdes, un lugar súper agradable donde tengan algo sano que comer, donde puedan pasarla bien, contagiarse del espíritu D1 y de esta adicción que tenemos por la danza y el movimiento. Ahora tenemos tres salones y proyectamos tener un cuarto salón. Hemos trabajado con los diseñadores en la luz, en la estructura, pensando en lo que va a ser mejor para nuestros alumnos.
D1 ya va camino a cumplir 12 años, y han tenido cambios y novedades, pero ¿qué cosas se han mantenido en este tiempo?
Lo que se mantiene es el espíritu. Es la razón por la que se hizo todo. Lo que queremos es un país mejor. Por eso nuestro dice “el arte de transformar”. Porque creemos que la danza y el movimiento es una herramienta muy poderosa de transformación personal o social. Y no porque estés mal y quieres estar mejor, sino también por el aprendizaje, por esa conexión interpersonal que necesitamos. Por eso los ingresos de la escuela, además de ser usados en el pago de los profes y el mantenimiento, va al programa social. Esto no es un negocio, es una asociación sin fines de lucro que se dedica a transformar el país. Y gracias a esto tenemos once espacios gratuitos contra la delincuencia y pandillaje, un programa de formación de líderes. Y este año por fin vamos a sacar un programa de formación artística.
Nada pasa por D1 sin sufrir un ligero cambio. Muchos de los alumnos que hace años llegaban tímidos e inseguros ahora se han convertido profesores líderes e inspiradores. Incluso los estilos también llegan para transformarse.
¿Qué estilos de danza han ido implementando o inventando?
El sexy dance lo inventamos nosotros. Cuando comenzamos a hacer street jazz, nos dimos cuenta que no era muy comercial el nombre, entonces así nació el sexy dance. Me siento súper orgullosa de cómo hemos ido transformando el espectro de la danza a nivel de país. Y ahora estamos con el ballet fitness y el peruvian style, que es algo que nos hemos propuesto internacionalizar.
¿Qué cosas has ido descubriendo en todo este proceso?
Muchísimo. Creo que el mayor aprendizaje es la importancia de ser consecuente, de no caer en tendencias con las que no comulgas por miedo a no vender. Porque esto es un espacio de formación. No hacemos danza para impresionar sino para expresar. Lo que queremos es que los alumnos encuentren su propio movimiento.
Por Omar Mejía Yóplac
Fotos de Javier Zea
Video de Jimena Gallarday y Javier Zea