No es bulla de maquinaria ni de movimiento de tierras lo que se escucha en el valle del río Urubamba por estos días, sino ruido político. La causa es la decisión del gobierno de aprobar una modificación en el contrato firmado con el Consorcio Kuntur Wasi para que este se haga cargo de la construcción y la operación del terminal durante cuarenta años, bajo la figura de una Asociación Público-Privada (APP).

La adenda cambia el esquema de financiamiento previsto originalmente para la obra en el contrato: siempre estuvo contemplado que el Estado pague por la construcción del aeropuerto, pero en el esquema original era el concesionario el que tenía que conseguir el dinero y el financiamiento, que luego le serían reembolsados por el Estado (una vez que el aeropuerto estuviera listo y funcionando). Con la modificación, el Estado empezaría a desembolsar el dinero prácticamente en paralelo con la ejecución de las obras, con lo cual se ahorraría cientos de millones de dólares en intereses, pero tendría que meter mano a la caja fiscal de una vez, y no dentro de cinco años.

Según la Asociación de Pilotos Peruanos, debido a su ubicación y su elevada altitud (3700 m.s.n.m.), el aeropuerto de Chinchero sería peligroso y poco rentable para las aerolíneas.

CONTRATOS Y ADENDAS

¿Por qué hizo esto el gobierno? Básicamente, porque la propuesta de financiamiento que le acercó KunturWasi era inaceptable. Con ese planteamiento, el costo total del aeropuerto se elevaba por encima de US$1100 millones, es decir, más del doble de lo proyectado. La oferta de Kuntur Wasi, que ganó el concurso en 2014, era de US$264,8 millones y, sumados todos los costos, el Estado proyectaba que el aeropuerto no costaría más de US$600 millones.

Como han explicado varios expertos en los últimos días, ante esta situación el gobierno tenía la posibilidad de exigir al concesionario que presentara una nueva propuesta e, incluso, de resolver el contrato y volver a convocar a un concurso. Pero en este escenario, la construcción del aeropuerto se demoraría más. La airada reacción de un sector de la población cusqueña ante la noticia de que se postergaría el inicio de las obras –incluso se convocó a un paro– sirve para hacerse una idea del costo político que tendría que afrontar el gobierno en el hipotético caso de que tuviera que llegarse a un nuevo concurso.

LEYES Y NÚMEROS

En un mensaje a la nación, y ayudado por una pizarra acrílica, el presidente Pedro Pablo Kuczynski intentó hace algunas semanas explicar la conveniencia del nuevo esquema de financiamiento. Días después, el 3 de febrero, se firmó la adenda y se puso la primera piedra. Allí, el mandatario pidió a los críticos que se tomaran una pastilla y se callaran la boca. Por supuesto, nada de eso ocurrió. Pero más allá de la pirotecnia verbal, varios expertos en contrataciones públicas han señalado que la adenda no solo es lesiva para los intereses del Estado; también sería ilegal. “Se habrían dejado de lado principios rectores como son valor por dinero y la adecuada asignación de riesgos, tergiversando la estructura inicial del proyecto. De este modo, se terminan privilegiando factores políticos, sociales o de otra naturaleza, antes que los aspectos técnicos y legales”, dice Francisco Franco, abogado del Estudio Rodríguez Larraín & Asociados.

Si bien la premura en firmar se puede atribuir a una decisión política, también es cierto que –sobre todo en un contexto tan enrarecido como el que genera el Caso Odebrecht– una decisión de este tipo se presta a todo tipo de sospechas.

De hecho, la Contraloría General de la República anunció una nueva auditoría del contrato y la adenda. En paralelo, en el Congreso ya se aprobó un pedido de interpelación para el ministro de Transportes y Comunicaciones y primer vicepresidente de la República, Martín Vizcarra. Ante esta situación, Vizcarra ha declarado que no se le adelantará dinero a KunturWasi hasta que no se conozca el resultado de dicha evaluación (estaba por hacerse un primer pago de US$40 millones), y, al final de cuentas, las obras han quedado en suspenso hasta nuevo aviso.

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