T2: Trainspotting, veinte años después
Símbolo de la Generación X
Danny Boyle retoma los cuatro personajes que, en los años noventa, eligieron la nada al dolor: Renton (Ewan McGregor), Spud (Ewen Bremner), Begbie (Robert Carlyle), Tommy (Kevin McKidd) y Simon (Jonny Lee Miller). Trainspotting vive en nuestro imaginario con su himno de Iggy Pop, su cocaína y heroína, sus pantalones apretados y rotos, sus retretes nauseabundos, su chica de colegio, su clima vicioso y desencantado. El realizador británico asumió el reto enorme de leer el objeto de culto que es el libro homónimo de Irvine Welsh desde nuestra época. El resultado es una película sobre las máscaras de la masculinidad y el paso del tiempo. La secuela acaba de ser estrenada en la última Berlinale y ha recibido algunos comentarios entusiastas, como en “The Guardian”, donde la describen como una película que no decepciona, “terrorífica, divertida y desesperadamente triste”.
El reto de encarnar a Jackie Kennedy
Las sombras de Jackie O
Jackie es la primera película de habla inglesa del chileno Pablo Larraín, el cineasta detrás de El Club (ganadora del Gran Premio del Jurado en la Berlinale de 2015), No y Tony Manero. Natalie Portman es la encargada de dar forma a un personaje público lleno de complejidades y contradicciones: Jackie Kennedy. El filme se concentra en el proceso de duelo de la primera dama que vio morir a su esposo John F. Kennedy en su regazo tras recibir disparos en Dallas. La interpretación de Portman ha sido celebrada por muchos críticos y nominada a los Critics Choice Awards, los Premios del Sindicato de Actores (SAG), los Bafta, los Globos de Oro y los Oscar. ¿Qué había detrás de la elegancia, la erudición y los modales impecables de la primera dama más querida y admirada? Larraín y Portman esbozan algunas respuestas en este retrato.
Fecha de estreno: 9 de marzo
Amor en tiempos tristes
Loving, lo nuevo de Jeff Nichols
Virginia, 1958. Un chico blanco embaraza a una chica negra a la que ama. El chico blanco se llama Richard Loving, trabaja como obrero de construcción y es el hijo de la partera del pueblo. Un hombre simple cuyas acciones expresan lo que sus palabras no pueden: Richard le pide matrimonio a su novia, Mildred (Ruth Negga), y viaja con ella a Washington para casarse. Virginia era uno de los estados con políticas apartheid, donde el sexo y el matrimonio interracial eran vistos como un atentado a las buenas costumbres y estaban penados. Una noche, un puñado de policías irrumpe en la habitación de los recién casados. “¿Qué hace con esa mujer?”, es la pregunta retórica que hace el policía a Richard. Ella dice: “Soy su esposa”. El policía responde con prepotencia: “Eso no sirve aquí”. Ante un juez, los esposos eligen el destierro por veinticinco años antes que un año de cárcel. Pero los Loving no solo desobedecerían la sentencia, sino que harían un poco más justa la Constitución de Estados Unidos, en 1967, con el juicio Loving v. Virginia.
Nichols no es el primero en adaptar la historia de los Loving al cine. En 1996, se hizo un filme para la televisión, Mr. and Mrs. Loving, y, en 2011, Nancy Buirski dirigió el documental The Loving Story. Pero Nichols es el primero en abordarla como un melodrama clásico, donde los gestos, las miradas y los espacios narran la historia. El trabajo de los actores es fundamental. Joel Edgerton encarna con sus ojos caídos, sus movimientos rectos y secos al taciturno Sr. Loving. Y Ruth Negga se come todas las escenas con su luminosa y expresiva mirada, y su combinación de dulzura, nostalgia y temple. La de Negga es sencillamente una de las mejores interpretaciones de 2016. Como los mejores escritores, Nichols no se contenta con contar una historia con claridad y precisión, sino que hace de la narración un ejercicio reflexivo y hermoso. Loving no es su mejor cinta, le falta el corazón que le sobra a Mud, su propia versión de Huckleberry Finn, pero es la confirmación de que estamos ante un director con una curiosidad muy grande por revisar la historia de Estados Unidos desde el lugar de los marginados.
Por Ana Carolina Quiñones