La primera presentación de Giselle fue en París en 1841. A más de un siglo de distancia, la tradición permanece y este ballet se mantiene como pieza clave de la danza clásica. Uno de los pocos espectáculos en aparecer sobre el escenario de manera continua desde su creación, responde trágicamente una de esas interrogantes universales: ¿es posible morir de amor?

Tras once años, el Ballet Municipal de Lima vuelve a presentar Giselle, una historia de amor entre una campesina y un duque que toma un giro siniestro cuando se descubren las mentiras de este. El rol protagónico lo tendrán las primeras bailarinas Luciana Cárdenas, Oriana Plaza y Viviana Gutiérrez; y el principal masculino será interpretado por Román González Pardo, Brian Gómez y Rodrigo Blanco Pérez

Intentando adentrarnos en el universo más exigente del arte, conversamos con Guadalupe Sosa, asistente de dirección.

¿Cómo empieza el proceso detrás de un ballet?

Las obras se eligen con casi un año de anticipación y según los papeles elegimos a los bailarines. La compañía siempre se está renovando, cada enero tenemos audiciones, así que debemos saber qué perfil estamos buscando para los roles principales. Esa es la base sobre la cual el montaje fluye. 

¿Cómo lidian con las exigencias técnicas y artísticas?

Primero trabajamos la coreografía y luego nos preocupamos por la parte artística. Cuando saben bien adónde tienen que ir y su cuerpo ya conoce a la perfección el uso que va a dar del espacio, es que nos podemos concentrar en la interpretación y emotividad, sobre todo en este ballet que es tan dramático y donde hay un contraste tan marcado entre el primer y segundo acto. Giselle empieza como una muchacha alegre, y el final transcurre en un cementerio. 

¿Es complicado poner en escena un ballet con tanta tradición detrás?

Creo que lo hace más fácil. Yo empecé en el año 90 como bailarina, y en el 2005 comencé a enseñar, así que la parte coreográfica para mí es sencilla. Luego se trata de mantener la tradición, que es parte del sello especial del Ballet Municipal. Nuestra identidad está ligada a la tradición. El maestro [Mikahil Koukharev] ha aportado mucho en lo técnico y artístico, el resto es ser fieles a la coreografía que existe desde la primera vez que se montó el ballet. 

¿Cuál dirías que es la identidad del Ballet Municipal?

Primero está que somos la única compañía local que se dedica 100% al ballet clásico. Segundo, que somos una familia tanto entre nosotros como en nuestra relación con el público. Siento que hemos creado una imagen de constancia, de esfuerzo en llegar a un buen nivel técnico, y de cercanía con la audiencia. Tuvimos inicios muy difíciles. En la época del terrorismo casi no venía gente. Ahora tenemos teatro lleno y un público que hasta reconoce a los bailarines. 

¿Qué tanto funciona una pieza del siglo XIX para bailarines de la actualidad?

Es difícil porque el mundo obviamente va cambiando. Los chicos ven videos y quien hacer las cosas igual que tal compañía o que tal bailarín y a veces lo clásico es un poco restrictivo. Sin embargo tratamos de que cada persona que esté bailando saque lo mejor de sí. No nos cerramos porque queremos que cada uno dé su propio 100%. Cada bailarín es la imagen de la compañía.

¿Cómo sientes que haber sido bailarina influye en tu trabajo?

La ventaja es que sé lo que representa para tu cuerpo el esfuerzo de cada paso, de bailar cada día. Cada momento es un reto. Los entiendo por ese lado, me pongo en su lugar. Por otro lado, también tengo que mantener la autoridad, y esa verticalidad tan del ballet no puede perderse. 

¿Cómo es un día de ensayo?

La clase empieza a las nueve, pero cada uno llega a calentar a la hora que considera conveniente. Arrancamos a las nueve en punto y debes estar listo. Dura una hora y media, entre ejercicios de barra y centro, todo en dinámicas diseñadas según la pieza que estamos ensayando. Luego de quince minutos de descanso, viene el ensayo de la obra, que dura hasta la una.

Para terminar, ¿siguen peleados el ballet y la danza contemporánea?

Eso era antes, ahora las exigencias para un bailarína hacen que su entrenamiento deba ser mucho más completo. Yo he vivido esa época, solíamos decir que jamás haríamos danza contemporánea, bailar sin zapatos, tocando el suelo. Pero te da una plasticidad que no tiene la danza clásica, te abre formas de expresión distinta. En el camino de la danza y en general, te das cuenta de que todo aprendizaje aporta, todo ayuda a crecer. Y la danza es sobre todo evolución. 

Las funciones serán los sábados 22 y 29 de abril a las 6:30 p.m. el jueves 27; los viernes 21 y 28 a las 8 p.m.; los domingos 23 y 30 en doble horario: a las 11:30 a.m. y 6:30 p.m;y el lunes 1 de mayo a las 6:30 p.m.

Por Alejandra Nieto

Video:
Producción y dirección: Michelle Arteaga
Cámara: Javier Zea y Jimena Gallarday
Edición: Javier Zea