En 1971, el padre de Fernando Verano perdió a su primera esposa y a los tres hijos que tuvo con ella en el accidente de avión que la aerolínea LANSA sufrió en la selva peruana. Como no podía ser de otra forma, la tragedia marcó la vida de su padre. Sin embargo, aun con ese agravante, él logró construir otra familia, de la que Fernando es el mayor de cinco hermanos. “Crecí sabiendo que mi papá había tenido una primera familia, y que tenía ‘tres hermanitos en el cielo’. Para mí era algo muy natural, pero, por más que no fuera tabú, sí había un pequeño velo sobre el tema”, cuenta Fernando.

En 2006 sintió la necesidad de investigar más sobre el episodio, con la idea, aún lejana, de llevarlo a las pantallas, dada su formación como comunicador audiovisual. Muchos años después, y de regreso en Lima, mientras el proyecto no terminaba de cuajar, Fernando acudió a un taller de teatro testimonial dirigido por Mariana de Althaus, le presentó su idea, ella le aconsejó que encontrara a alguien que contara su historia, y él pensó en ella misma. “Fue casi como una propuesta de matrimonio”, agrega Mariana, entre risas. “Casi lloro”. Pero la idea de Mariana era presentar una obra con más historias.

Mariana de Althaus señala que, al presentar a Marisol Palacios y Fernando Verano, los dos actores “tuvieron mucha química y entonces todo se encaminó”.

Por eso, luego de que Marisol Palacios, su amiga de toda la vida, le dijera en un taller que quería hacer una obra testimonial sobre algún episodio de su vida, Mariana la llamó –en pleno cumpleaños de Marisol– y le dijo que contara con ella para hacerla, pero ya tenía algo en mente: “Hablemos sobre la muerte de Lorenzo”, le dijo. “Yo estaba un poco en shock”, recuerda Marisol, “pero después de algunas reuniones le dije que sí”.

Marisol perdió a su entonces pareja, Lorenzo de Szyszlo (hijo del artista), en el accidente aéreo de 1996 de un avión de la aerolínea Faucett, en Arequipa. Ese episodio trágico marcó su vida, tanto que no tuvo tiempo para digerir y comprender la muerte de su padre, que falleció apenas cuatro meses después que Lorenzo. “Quizás lo más importante de hacer esta obra es que he podido revisar el vínculo con mi padre”, dice Marisol. “Tuve una relación difícil con él; era un hombre de provincia, machista, muy distinto a mí, pero esto me ha permitido perdonarlo. Mi viaje, en la obra, tiene que ver con el perdón. No solamente se basa en la muerte de Lorenzo, sino en la de mi papá y la de mi mamá. Ha sido una experiencia sumamente sanadora”. “Y también agotadora”, acota Fernando. “Hay momentos en los que sales del ensayo y sientes como si estuvieras saliendo del entierro”, añade, en referencia a la muerte de su padre, también revisitada en la obra.

Marisol Palacios es actriz y directora teatral, mientras que Fernando Verano es comunicador audiovisual.

“No es ni masoquista ni estéril; es algo que produce mucha paz. Aunque, claro, hay un momento de dolor. A partir de cierta edad, un hombre quiere hacer ciertas preguntas a su padre, pero, en este caso, cuando yo ya era un adulto, él ya no estaba”, asegura. La obra le ha permitido acercarse a él y tratar de entender cómo pasó la página, cómo formó otra familia.

El poder del teatro

“Cuando conocí a Marisol, una de las primeras cosas que me quedó en claro fue que a través de ella podía conocer un lado de mi papá que no hubiese podido entender de otra manera”, dice Fernando. “Ese es el valor principal del teatro y la literatura”, señala Mariana de Althaus, quien no es ajena a la sensibilidad de este tipo de historias, ya que es madre de Nerea –que tiene diez años–, y en 2014 ya abordó con maestría el tema de la maternidad en su obra Criadero. “A mí me pareció que ambas historias estaban conectadas más allá de lo obvio, porque había una necesidad de completar un duelo que, por alguna u otra razón, no se había terminado. Los dos tenían una necesidad de dirigirse a esa persona que había fallecido a través de una conversación que no había terminado. Era bonito que los dos intentaran realizarlo en el teatro, y juntos; que una historia iluminara a la otra, porque no es que sean dos personas que han perdido a un ser querido en un avión: no son historias paralelas, son complementarias”.

Por Dan Lerner
Fotos de Víctor Idrogo

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