El artista Pablo Ravina (Lima, 1984) presenta su tercera muestra individual, Cientos de años de perdón. La exposición, que va hasta el 15 julio en Galería Ginsberg, es la mirada particular del autor frente a la creación artística a partir de otras obras de arte. “El espíritu de estas series de cuadros es hacer evidente el proceso de influencias y referencias de los artistas modernos, incluyéndome”, afirma Ravina.

Cientos de años de perdón comenzó a gestarse hace un año en la mente de Ravina. Una de las cosas más atractivas del proyecto fue la parte de investigación, según el artista. “Por ejemplo, encontrar grandes coincidencias entre obras muy puntuales de la década de los sesenta setenta u ochenta”, sostiene.

Eso se evidencia, por ejemplo, en la serie Coincidencias (?), donde el autor confronta las obras de dos artistas contemporáneos en un solo cuadro. Las imágenes entremezcladas, gracias a un laminado lenticular, ofrecen dos visiones sobre un mismo tema. “No me interesa cuándo fueron hechas, sino resaltar las coincidencias entre los creadores”, afirma Ravina. Incluso una obra suya y otra de su curador, el artista Aldo Chaparro, figuran en esta serie.

Y es que a pesar de que ambos trabajaron esta muestra a la distancia (Chaparro radica en México), “ha sido un proceso de artista a artista con un nivel de complicidad diferente”, explica Ravina. Los dos tienen un enfoque artístico en común, pero intentaron otorgarle a la muestra diferentes tipos de lecturas: estética, reflexiva y crítica.

Otro punto en común en las obras que se exhiben en Cientos de años de perdón es el uso de mensajes en muy bajo contraste que permanece casi ocultos en los lienzos.  Prueba de ello es la serie En la repetición está el gusto. En esos cuadros, el autor reproduce obras de Barnett Newman, Carmen Herrera, Alfredo Volpi, entre otros artistas, pero los fuerza a encajar en un mismo formate de 40 x 30cm.

Asimismo, a cada uno le agrega, a manera de marca de agua, la frase “En la repetición está el gusto”. “Si algo nos gusta, lo vamos a buscar varias veces, pero en el mundo del arte la originalidad, y el ansiado carácter de objeto único nos tiene vetado el placer de la repetición”, sostiene Aldo Chaparro.

“A mí lo que me gusta del arte es encontrar esas relaciones, ver esas articulaciones entre obra y obra dentro del arte mismo. Me siento a gusto sabiendo de dónde viene lo que hago”, indica Ravina.

Por André Agurto