“Es un momento increíble para estar vivos. La vida es dura, claro, pero estamos vivos en un momento increíble. El cambio nunca ha sido tan veloz, y no solo es rápido, sino importante. Es un reto, porque hay que seguir innovando permanentemente”. Las palabras son de Dave Blakely, un hombre de sonrisa fácil que, a la hora de las fotos, bromeó con la posibilidad de hacerlas mientras él se colgaba de un poste para que no fueran “aburridas”. Tratándose de una de las mentes más brillantes de Silicon Valley, de un profesional que ha dedicado toda su vida adulta a innovar y asesorar a empresas de la talla de Google o Adobe, y a impulsar las carreras de emprendedores de la tecnología, preferimos que se mantuviera de pie para continuar con la entrevista a salvo.

Blakely, además, es parte del Engineering Advisory Board de la UC Berkeley, en California, donde estudió, y tiene una incubadora de startups mediante la que, siempre, busca seguir innovando. Su postura acerca del mundo de la tecnología, tan cambiante y en permanente evolución, es muy clara. “La tecnología es inherentemente neutral. Es como un cuchillo: puedes hacer el bien y el mal con él. Lo importante es la dirección que tomes, que depende de los complejos sistemas humanos que rodean a la tecnología”, señala Blakely, un poco a contrapelo de varios empresarios de ese rubro, quienes –también lo dice nuestro entrevistado– tienden a creer que toda inversión es buena y que toda evolución es positiva.

“Lo más importante es no ser conservadores. Hace diez años dije que Facebook me parecía una tontería, ¡y mira lo que es ahora!”, confiesa Dave Blakely, una de las mentes más brillantes de Silicon Valley.

Uno de los grandes problemas que enfrenta la innovación en el mundo es que ni los gobiernos ni la academia, en general, pueden ir a la misma velocidad que la tecnología. “Hace poco, en California, un dron chocó con una fuente de energía de un municipio y se fue la luz en toda la zona. Si se han demorado tanto en crear un reglamento para drones, imagínate para tecnologías más sofisticadas, como la biología sintética, que en algún tiempo permitirá modificar genéticamente a las personas. Eso va a pasar y el gobierno no puede mantenerse a ese ritmo. ¿Cómo poner las reglas, cómo hablar de lo que es ético o no?”, comenta Blakely.

INNOVACIÓN Y DISRUPCIÓN

Un concepto muy interesante al que Blakely recurrió en su ponencia y en nuestra conversación es el de la disrupción. Las empresas de tecnología tienen que enfrentarse constantemente a este fenómeno, que tiene que ver con romper con las reglas y costumbres establecidas en el mundo de la tecnología para seguir avanzando. Suele pasar, incluso, que las mismas empresas deben quebrar sus propias prácticas para salir adelante o comprar otras empresas que las están llevando a cabo. ¿Qué pueden hacer las grandes empresas de tecnología ante este escenario de disrupción de las startups? “Lo que suelen hacer es comprarlas, pero el riesgo es que no mantengan la cultura de estas nuevas empresas, que rompan con su espíritu. Un ejemplo de una buena compra es la que hizo Google cuando adquirió Android: no rompió su cultura, sino que la asumió, y el resultado lo vemos todos”, añade Blakely.

El escepticismo de las grandes empresas frente a la evolución de la tecnología es también un obstáculo a la hora de innovar. Lo sostiene Blakely y, también, Claire Delaunay, una innovadora francesa que acaba de vender su software de self-drive (autos que se manejan sin choferes o con la mínima intervención de estos) a Uber –donde ahora trabaja– por más de 600 millones de dólares. “Felizmente, esto ha ido cambiando con el tiempo, pero es cierto que las personas y muchas empresas aún tienen problemas para aceptar el cambio. Hay que enseñar a la gente que este tipo de tecnologías pueden funcionar muy bien. Ha sido el caso con la experiencia del self-drive, que recién se ha asumido como una realidad y una posibilidad positiva en el mundo de la tecnología”, afirma Delaunay.

Por Dan Lerner

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