El Festival de Cine de Lima le rinde homenaje este año a un director imprescindible, el canadiense Atom Egoyan, responsable de filmes tan celebrados y premiados internacionalmente como “Exotica”, “The Sweet Hereafter” y “Ararat”. Egoyan llegó a Lima con su esposa, la notable actriz de origen armenio Arsinée Khanjian, quien además protagoniza muchas de sus películas.
Por Raúl Cachay
El realizador Atom Egoyan y la actriz y activista (y, próximamente, también directora) Arsinée Khanjian forman una sólida y cariñosa pareja que, al mismo tiempo, funciona también como una inmejorable dupla creativa. El canadiense ha dirigido a su esposa-actriz fetiche en muchas de sus películas más emblemáticas y ambos comparten intereses y pasiones no solo con respecto al ejercicio de la actividad cinematográfica, sino también en muchos otros desafíos comunes, como los que involucran al pueblo de sus ancestros, Armenia, y la divulgación internacional de lo que significó –y sigue significando– un hecho histórico tan traumático como el genocidio del pueblo armenio a manos del Imperio Otomano entre 1915 y 1923, en el que murieron casi dos millones de personas, un episodio que aún hoy no es reconocido por los descendientes de sus perpetradores, representados por el gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Egoyan llegó a Lima acompañado de Khanjian para participar en el Festival de Cine de Lima en calidad de invitado de honor; y para nosotros fue un placer y un privilegio conversar con ambos: como ya se dijo, la complicidad entre Atom y Arsinée es tan grande y contagiosa que sus ideas terminan complementándose a la perfección.
Este año se cumple el vigésimo aniversario del estreno de “The Sweet Hereafter”, considerada por muchos críticos la mejor película de Atom Egoyan…
Atom Egoyan: Ahora siento que esa película fue una especie de síntesis de las otras películas que hice antes. Y también reunió a un grupo de actores y técnicos brillantes que ya habían trabajado conmigo previamente. The Sweet Hereafter ofreció la mejor expresión del trabajo de todos los que estuvimos involucrados en ese proyecto. Y el material con el que trabajamos fue muy importante para mí, porque me permitió expresar cosas muy personales. Ya había tratado de contar algunas de esas cosas en “Exotica”, pero lo cierto es que el libro de Russell Banks, desde que lo leí, me llevó a un lugar diferente. Esa película también fue importante porque después de estrenar “Exotica” estaba pasando mucho tiempo en Los Ángeles y había aceptado dirigir un filme muy mediocre, pero felizmente pude apartarme de ese proyecto para hacer The Sweet Hereafter, sobre el que tenía un absoluto control creativo. En este trabajo, algunas veces uno tiene la buena fortuna de encontrar algo que decir y las personas indicadas que te ayuden a decirlo. Eso fue lo que ocurrió con esa película. Arsinée (Khanjian) fue quien me recomendó el libro, por cierto.
Arsinée Khanjian: Recuerda, además, que esa fue la primera vez que te aventuraste a adaptar una historia que no era tuya, pese a que la película terminó siendo muy personal, también. Yo solo le regalé el libro. ¡Me alegro mucho de que al final haya sido tan importante para su carrera!
Y siguiendo con los aniversarios, también estamos conmemorando los quince años del estreno de Ararat, un filme muy importante para ambos…
A.E.: Es muy interesante que repares en ese aniversario, porque desde aquella película se estrenaron otros tres filmes que han tratado el mismo tema, aunque de manera más convencional (nota: se refiere a La masseria delle allodole, de los hermanos Taviani; The Cut, de Fatih Akin, en la que también actúa Khanjian; y la reciente The Promise, de Terry George, con Christian Bale en el rol protagónico). A veces pienso que me hubiera gustado que Ararat se estrenara después de esos filmes. Fue una película que quizás hicimos demasiado temprano, porque mucha gente en el momento no supo muy bien cómo interpretarla o entenderla. Pero ha sobrevivido bastante bien. Muchas de las preguntas que planteamos entonces siguen estando vigentes. Es un filme poco convencional que enfrenta el tema de cómo la negación de un episodio histórico afecta a cuatro generaciones distintas, no solo a los que lo experimentaron en carne propia. Es una película muy ambiciosa y estoy orgulloso de ella, pero a veces quisiera que hubiera existido un libro previo, que fuera una adaptación (ríe).
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