El director Héctor Gálvez incursiona en el teatro con «La hija de Marcial», una obra que trata el tema de la orfandad y los desaparecidos por la violencia política.
Por André Agurto // Fotos Centro Cultural Universidad del Pacífico
El patio de un colegio en escombros es la primera imagen que el director Héctor Gálvez recuerda. En ese entonces, principios de la década del 2000, se encontraba en Ayacucho, en medio de las grabaciones para el documental Lucanamarca. A pesar de que esa parte no apareció después en la cinta, ese momento se le quedó en la mente. Habían descubierto el cuerpo de un hombre asesinado en el año 1984 y él se encontraba en el proceso de exhumación. Los familiares del muerto, hasta ese entonces desaparecido, también.
Así comienza también su primera obra teatral, que se estrenó el 2 de setiembre en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico. La hija de Marcial narra la historia de Juana, una joven que acaba de encontrar el cuerpo de su padre, a quien nunca conoció y que permaneció como desaparecido hasta ese entonces. Sin embargo, a medida que pasan los días, Juana descubre que ese desentierro está removiendo rencores pasados que se relacionan directamente con su padre.
“Cuando terminé N.N, me quedé con una insatisfacción, con ganas de decir algo más”, expresa. Entonces, tomó como punto de partida ese hecho real y comenzó a escribir esta historia. “Sentí que esa imagen podía funcionar en teatro”. Y así fue. La hija de Marcial fue seleccionada como una de las ganadoras del concurso de dramaturgia Sala de parto 2015.
De esta manera, el director vuelve a una temática que ya ha trabajado en anteriores ocasiones (Lucanamarca, Paraíso y N.N), pero con la fuerza latente del teatro. “Son cosas que he visto y que aún no termino exorcizar. Transformarlas en películas o teatro es una manera de hacer catarsis sobre la memoria y los desaparecidos”, explica el autor. Pero aclara: “Para mí no es un tema, sino historias”. Y son estas historias, como las de Juana, que lo buscan desde hace ya un tiempo.
Gálvez comenzó a trabajar desde los 25 años en el equipo de comunicación de una ONG que trataba con desplazados por la violencia. Luego, también formó parte de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Tratar estos temas es, de alguna manera, dar voz a las víctimas desaparecidas por la violencia entre los años 1980-2000. “Es una manera de que se piense en ellos, que se hable de estas personas de las que a menudo no se habla”, expresa.
Con esta obra, Gálvez quiere cerrar el círculo en cuanto a las historias sobre desaparecidos. “Todas las cosas que he hecho comienzan con un vivo queriendo relacionarse con un muerto”, indica. Mientras el director ya trabaja en otros proyectos (como uno de los guionistas de la serie de Netflix, El Chapo), La hija de Marcial va hasta el 2 de octubre en el teatro.