Apariciones sorprendentes, retornos inesperados pero triunfales, lanzamientos locales que nos llenan de optimismo: en términos musicales, el 2017 fue un año realmente memorable. Aquí les contamos por qué.
Por Raúl Cachay A.
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Los tiempos de crisis suelen ser territorio fértil para que el escapismo musical se desboque. Y vaya que nuestro tiempo se ha tornado especialmente oscuro. El terrorismo internacional islámico apunta los aguijones de su desvarío criminal a las inocentes niñas y preadolescentes que asisten al concierto de una estrella pop juvenil en Manchester. Un terrorista blanco en Estados Unidos dispara con un rifle semiautomático hacia una multitud que se divierte en un festival de música country en Las Vegas. Algo parecido ocurrió en París, a fines de 2015, cuando un recital de la banda Eagles of Death Metal también fue interrumpido a balazos y acabó en un espantoso baño de sangre tras otro ataque cobarde del ISIS. El mensaje, entonces, parece ser claro: la música -quienes la producen y quienes la consumimos- está hoy en la mira de los adictos al odio, la segregación y la violencia…
Y la escena musical parece haber sentido el golpe, porque este último año fue pródigo en lanzamientos musicales absolutamente geniales. Y de eso se trata: el mundo de la música ha respondido -a Donald Trump, al racismo, a la violencia sexual y machista, al separatismo religioso y al oscurantismo conservador- de la única manera posible. Con discos combativos. Con artistas que se animan a levantar la voz. Y, como la música también puede y debe ser una válvula de escape colectiva, con canciones o hits que ayudan con su levedad y urgencia a ponernos por encima de la realidad que nos rodea. O a taparnos los ojos. Pero no los oídos: si bien las tiendas de discos y el alguna vez invencible formato del CD mantienen su triste pero irreversible sendero hacia la extinción, en el 2017 valió la pena abusar de los servicios de streaming, asistir a muchos, quizás demasiados conciertos y ser todo lo curiosos que humanamente se puede ser con las novedades y los últimos lanzamientos musicales.
Porque hubo de todo: la consagración de la artista joven más enigmática de los últimos tiempos (Lorde), el regreso triunfal de una banda icónica de los 90 que todos pensábamos que jamás se reuniría (Slowdive), la constatación definitiva de que el mayor talento surgido del mundo del hip hop en la última década llegó para quedarse (Kendrick Lamar), el fantástico debut de una cantante que parece destinada a enaltecer y proyectar hacia el futuro la fina tradición del R&B anglosajón (SZA) y otro hito en la discografía de una banda que con cada nuevo lanzamiento nos proporciona el invalorable alivio de entender que el rock and roll de guitarras no tiene que terminarse cuando cruzamos los temidos umbrales de los cuarenta o cincuenta, sino todo lo contrario, si es que eso es lo que nos proponemos en la vida (The National). Y esos son únicamente los cinco primeros lugares de nuestra lista de cincuenta discos favoritos en el circuito internacional durante el último año. Una lista que, por cierto, pese a estar ampliamente dominada por el mercado anglosajón, no se reduce solo a él: ahí están la francesa Charlotte Gainsbourg, los colectivos originarios de Mali Songhoy Blues y Tinariwen, la camerunesa Vagabon, el venezolano Arca, la senegalesa Orchestra Baobab, el italiano Daniele Luppi o el brasileño Criolo para ayudarnos a ampliar nuestras fronteras, las geográficas y las mentales.