Ciencia. Yo contengo multitudes. Ed Yong.

“Cada uno de nosotros es un zoológico de nuestra propiedad, una colonia encerrada dentro de un solo cuerpo. Un colectivo multiespecies. Todo un mundo”, escribe el divulgador científico británico Ed Yong en el prólogo de este libro fascinante, que explora un universo extraño y misterioso que jamás podremos captar a simple vista, pero que es minuciosamente indesligable de la experiencia y el devenir humano. Como bien dice Yong, cuando los primeros astronautas llegaron a la Luna, también hicieron dar “pasos de gigante” al género microbiano. Debate, 418 páginas. Disponible en librerías.

Cómic. El club de la pelea 2. Chuck Palahniuk y Cameron Stewart.

“El club de la pelea” original, tanto el libro de Chuck Palahniuk como la película de David Fincher, fue uno de los artefactos culturales que definieron la década de los noventa, con su ácida crítica de la sociedad de consumo y la forma en que satiriza el estado de alienación y aislamiento que estigmatiza al hombre urbano contemporáneo. La sola idea de que la historia del inefable Tyler Durden y las celebérrimas reglas de su anárquico club pudieran tener una secuela podría sonar disparatada, pero aquí está, y en formato de novela gráfica como para prolongar el desconcierto. La gran noticia es que este “Club de la pelea 2”, ilustrado por Cameron Stewart, no solo está a la altura de los lisérgicos pergaminos de la historia que tuviera a Brad Pitt y Edward Norton como protagonistas en la pantalla, sino que en más de un sentido es todavía más desquiciada que la primera parte. De hecho, hasta el mismo Palahniuk se convierte en uno de los personajes de su propio libro, en una secuencia final surrealista y antológica. Un libro indispensable para los fanáticos del cómic dirigido a adultos. Reservoir Books, 286 páginas. En librerías.

Deporte. Capitanes. Sam Walker.

Luego de seguirle la pista a 1200 equipos exitosos en casi cuarenta disciplinas deportivas, el periodista estadounidense Sam Walker llegó a una conclusión inesperada: más que un entrenador revolucionario o planteles estelares, lo que todos esos colectivos triunfales tenían en común era la presencia de un líder indiscutible –un capitán– que guiaba a sus compañeros con su ejemplo y carisma por la senda de la victoria. Una lectura apasionante.Debate, 370 páginas. En librerías.

Best seller. La búsqueda de Gobi. Dion Leonard.

Una lectura perfecta para sentirse bien en esta temporada de fin de año: el maratonista de origen australiano Dion Leonard cuenta en primera persona la historia real de una amistad insólita, que en su momento dio la vuelta al mundo como una de esas noticias optimistas que solemos agradecer porque nos distraen de la siempre incierta realidad cotidiana. Cuando Leonard se topó con una perrita callejera mientras participaba en una ultramaratón en China, se desarrolló entre ambos una relación tan entrañable que, cuando esta desapareció entre las calles de una caótica ciudad del inmenso país asiático, el deportista movió cielo y tierra para encontrarla y llevarla con él a su casa en Edimburgo, Escocia. Prepárense para derramar unas cuantas lágrimas. Harper Collins, 264 páginas. En librerías.

El último aullido

Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941) fue uno de esos escritores que parecen desafiar los estereotipos y los prejuicios con la desconcertante amplitud de sus intereses.

Su pasión por la astrología, que mantuvo hasta el final de sus días, y su conocido afecto por la gastronomía, son algunos de los rasgos que lo convirtieron en una auténtica rara avis de nuestras letras. Pero su poesía es la bandera definitiva de su inagotable y excéntrica genialidad. Sus dos primeros libros de poemas –“Consejero del lobo” (1965) y “Contra Natura” (1971)– lo posicionaron de manera automática como una genuina y precoz estrella en el panorama de las letras hispanoamericanas, y aunque desde entonces no volvió a publicar otro volumen de tanta trascendencia, ya había dejado una huella indeleble como una suerte de wunderkind de la generación poética del sesenta, cuyo ascendiente anglosajón no solo se reflejaba en la influencia de escritores como T. S. Eliot o Ezra Pound, sino también en una actitud frente al mundo y el establishment literario que bien podríamos describir como rocanrolera.

Esta flamante edición de su “Poesía reunida” (que incluye los dos libros clásicos ya mencionados, además de la recopilación “Nudo borromeo y otros poemas perdidos y encontrados” y “Memorial de Casa Grande”), estuvo al cuidado del también poeta y crítico literario –e inveterado fanático de Hinostroza– José Carlos Yrigoyen, quien además ha rescatado el prólogo escrito por Mario Montalbetti para los “Poemas reunidos” que editó Mosca Azul en 1986.