El último 18 de marzo, el Perú perdió a una de las personalidades políticas más respetadas del país. Consejero de innumerables presidentes y fundador del PPC, Luis Bedoya Reyes deja un legado que honestidad y espíritu democrático. A continuación, la sentida semblanza que Alejandro Miró Quesada escribe del Tucán y conocida sabiduría.
Por Alejandro Miró Quesada C.
El país despertó entristecido. Luis Bedoya Reyes, el Tucán, había muerto a los 102 años.
Tuve la oportunidad, durante mis años de director de El Comercio, de reunirme varias veces con él en mi afán de recibir consejos honestos respecto del diario. Sus respuestas no siempre fueron agradables pero si justas, coherentes y siempre útiles.
Para algunos era ese ser ilustre –raro en nuestras huestes políticas de hoy–; otros le reconocían haber construido el zanjón –tuvo que morirse para que se considere ponerle su nombre al viaducto– y los mayores le recordaban haber ejercido un pulcro y fructífero periodo como alcalde de Lima. Sin embargo, la extensa mayoría le otorgaba el reconocimiento de haber sido un político que pensó siempre en el Perú antes que en su partido, su persona o en cualquier otro interés mezquino.
Fueron 102 años de entrega. Siempre dispuesto, fuese pepecista o no, a ofrecer ese consejo honesto, opinión ilustrada o respuesta desinteresada.
Quienes tuvieron la oportunidad de tratar con él no podrán olvidar su jovialidad, la que solía acompañar con una gran sonrisa y una mirada perspicaz.
Frente a la corrupción no se le ablandó el brazo, incluso con el hijo que recibió dinero de Montesinos. Le tomó tiempo superarlo.
Orador consumado. Recuerdo aún la polémica con el Ing. Grieve, considerado uno de los sabios del país, candidato aprista a la municipalidad de Lima. En uno de los lances, Bedoya retrucó de tal manera una de sus ponencias, que a Grieve solo le quedo reconocer su falta de argumentos con un: “Ese es el problema, profesor”, que quedaría en la historia política del país. Esa claudicación de su oponente, le permitió a Bedoya ganar las elecciones.
El PPC –partido que él fundó– fue el semillero de muchos de los principales políticos de las últimas décadas. Para ello renunció a la Democracia Cristiana, partido en el que militaba, cuando este dio un giro de su línea ideológica hacia la izquierda.
A excepción de la elección como alcalde de Lima, Bedoya Reyes no logró ganar ninguna elección para presidente de la República. Sin embargo, por su hidalguía y caballerosidad, sí logró adjudicarse el respeto de toda la Nación.
El agradecimiento del Perú a Luis Bedoya Reyes será eterno.