“Si aquellos nombramientos hubiesen ocurrido hace 30 años, de inmediato se habría presentado en el Congreso mociones de vacancia y la población habría protestado multitudinariamente. Sin embargo, hoy impera la indiferencia parlamentaria y ciudadana.”
Por Andrés Romaña, director de Lucidez
Hace tres décadas el Perú se encontraba bajo el asedio de Sendero Luminoso, organización terrorista que no tuvo reparos en masacrar cobarde y vilmente a peruanos de todas las edades. Años convertidos en pesadillas que parecían que nunca se olvidarían, se empiezan a desvanecer y el enemigo a resurgir. Tal vez la captura de Abimael no significó que el Perú ganó la guerra contra el terror, sino solo una batalla.
La muerte del genocida Abimael Guzmán no traerá paz a sus víctimas ni a sus familiares mientras que el Estado, al que Sendero Luminoso le declaró la guerra, esté ocupado por personajes como el ministro de Trabajo, Iber Maraví, quien aparece en atestados policiales como partícipe de atentados terroristas, o el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, quien rindió homenaje a la terrorista Edith Lagos en su cuenta de Facebook.
Si aquellos nombramientos hubiesen ocurrido hace 30 años, de inmediato se habría presentado en el Congreso mociones de vacancia y la población habría protestado multitudinariamente. Sin embargo, hoy impera la indiferencia parlamentaria y ciudadana. Pareciera que los peruanos olvidaron la sangre cobardemente derramada por Sendero Luminoso y el MRTA; parece que los peruanos olvidaron el miedo de caminar cerca de un automóvil estacionado en la noche, pensando que podría ser un coche bomba; parece que olvidaron Tarata, Lucanamarca, a María Elena Moyano…
El Perú se encuentra librando una batalla y la está perdiendo, pero no por los ataques externos, sino por la indiferencia interna; y ninguna república puede mantener su libertad y democracia cuando por indiferencia o ignorancia acepta convivir con quienes años atrás le declararon la guerra al país y asesinaron a decenas de miles de hombres, mujeres y niños. Porque quienes hace 41 años levantaron las armas para tomar el poder, hoy buscan llegar a él a través de la democracia, pero no por convicción, sino por conveniencia. Por ello, todos los peruanos, pero sobre todo los jóvenes, deben de estar preparados, porque no cabe duda que habrá quienes busquen victimizar al asesino de Guzmán e intentarán reescribir la historia para justificar su accionar, pero los peruanos no lo podemos permitir, la democracia no puede ser boba.
La República, con todos sus aciertos y errores, se sostendrá siempre y cuando las actuales y futuras generaciones recuerden el sacrificio de miles de civiles y militares que entregaron sus vidas para que hoy el Perú viva en paz, libertad y democracia. Por ello, la tarea que tienen los peruanos tal vez sea la más difícil que han afrontado, porque el pasado está de vuelta y con una nueva careta. Dependerá de cada uno no permitir que las muertes de decenas de miles de peruanos a manos de Sendero Luminoso no hayan sido en vano.
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