“Desde que inició la actual administración, el presidente Castillo ha designado a gente con poca o nula preparación para ocupar cargos públicos”, comenta Andrés Romaña en su columna de opinión.

Por Andrés Romaña, director de Lucidez

El presidente Pedro Castillo asistió a la cumbre de la CELAC en México, donde los presidentes Lacalle Pou, Mario Abdo y Guillermo Lasso levantaron la voz en nombre de la libertad y la democracia en la región; sin embargo, el mandatario peruano no solo no se atrevió a condenar a regímenes dictatoriales como el cubano o venezolano, ni la presencia de los dictadores Maduro y Díaz Canel en la cumbre, sino que tuvo un discurso confuso, con ideas no hiladas y poco comprensible para los oyentes.

Aquello permite vislumbrar lo que serán cinco años de la política exterior de la administración Castillo. Atrás quedaron los años en los que Perú lideró el Grupo Lima, con el que se buscó restablecer la democracia en Venezuela. Ahora Perú tendrá una política exterior extremadamente permisiva con gobiernos autoritarios, siempre y cuando sean ideológicamente afines al presidente Castillo.

El mandatario peruano no solo fue noticia en México, sino también en Perú, ya que el programa dominical Punto Final reveló las actas de los Consejos de Ministros en las que se muestra que la participación del Presidente de la República es sumamente escasa. Entonces, difícilmente se puede pensar que Castillo esté liderando un programa conjunto de reactivación económica, vacunación y reducción de pobreza. Aquello significa que el Perú está a la deriva.

Desde que inició la actual administración, el presidente Castillo ha designado a gente con poca o nula preparación para ocupar cargos públicos, y menos aquellos que cuentan con presupuesto millonario como lo son ministerios o el directorio de Petroperú. Sin embargo, a pesar de las críticas e investigaciones, Castillo se mantiene firme en sus erróneas decisiones o indecisiones, como es el caso de la ratificación de Julio Velarde en el Banco Central de Reserva. El silencio prolongado de Castillo sobre la ratificación de Velarde está creando una crisis innecesaria que contribuye con la incertidumbre, generando el aumento del dólar y fuga de capitales. Por ello, es momento de que el presidente asuma su responsabilidad y sea consciente del impacto de sus palabras, silencios y actos.

El expresidente estadounidense, John F. Kennedy, decía que un hombre inteligente era tan inteligente como para contratar a gente más inteligente que él. Es momento que Castillo entienda ello y convoque a personas capaces y que puedan mantener a flote durante cinco años el barco llamado Perú.

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