Se dice que en el Perú nunca se llega a tocar fondo. No obstante, no hay una clara señal que las actuales circunstancias económicas y políticas mejorarán.
La economía peruana se ha visto doblemente deteriorada, tanto por la guerra ruso-ucraniana y la preocupante coyuntura internacional que apunta hacia una posible recesión en EE.UU., como por el inaceptable desempeño del gobierno del presidente Pedro Castillo. Este lamentable rendimiento no solo es evidente a través de los principales indicadores macroeconómicos, sino también por la percepción que tiene actualmente la población en torno a la situación del país y a su proyección en el largo plazo.
Una encuesta elaborada recientemente por Ipsos Perú para Apoyo Consultoría revela, por ejemplo, que un 67% de las personas entrevistadas tiene la percepción que el país está estancado, mientras que sólo un 3% percibe que este está progresando. Estos resultados críticos evidencian que la actual administración gubernamental está haciendo un pobre trabajo en proyectar liderazgo y abordar los efectos de la crisis económica por la que atraviesa el país. La población tiene la noción que —en casi un año de gestión— este gobierno no sólo no ha hecho prácticamente nada en beneficio del país que perdure en el futuro, sino que las actuales circunstancias son aún peores.
Empero, esta reducción en la percepción de confianza en el país no sorprende. Es suficiente con revisar algunos de los principales indicadores macroeconómicos que han sido publicados recientemente para ver que el país no avanza hacia el camino del crecimiento. Por el contrario, diversos bancos y consultoras privadas están rebajando sus proyecciones para el año. Según una estimación del Banco de Crédito del Perú, por ejemplo, la economía peruana crecerá tan solo 1,6% durante el segundo semestre de este año. Esto se debería en parte al alza en la inflación y el aumento de tasas de interés por parte del BCRP y la Reserva Federal de EE.UU, pero también debido al pobre desempeño político que dificulta la atracción de inversión privada.
La minería y el Gobierno
El sector minero, en particular, es un ejemplo tangible de ello. La cartera de nuevos proyectos del sector —quizá el más importante del país— quedará vacía, una vez que el proyecto Quellaveco entre en su etapa productiva. Esta falta de proyectos de inversión relevantes, así como el pobre manejo del gobierno frente a un incremento de la conflictividad social en Las Bambas, complica aún más la situación. El presidente Castillo ha mostrado una grave carencia por ponerse al frente de situaciones turbulentas con liderazgo, sentando las bases para un diálogo productivo y el respeto por la propiedad y el Estado de derecho. Esta carencia, desafortunadamente, tiene un gran impacto en el crecimiento económico.
Se dice que en el Perú nunca se llega a tocar fondo. No obstante, no hay una clara señal que las actuales circunstancias económicas y políticas mejorarán si el Ejecutivo no toma con convicción y seriedad su mandato de gobernar en beneficio del bienestar nacional, designa funcionarios capacitados y establece un contexto propicio para la atracción de la inversión —el único motor del crecimiento— en el país. Si no lo va a hacer, lo mejor sería que el presidente Castillo y su equipo den un paso al costado.
*El autor es actualmente asesor parlamentario en el Congreso de la República.
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