Prejuicios, falacias y desgracias que sostienen la narrativa de ‘La Toma de Lima’.

Por Carlos Cabanillas

-Porque casi nadie lee las denuncias de financiamiento ilegal, ni los informes policiales, ni las Constituciones. 

-Porque según las últimas encuestas la gente no cree en Dina, ni en el Congreso, ni en las encuestas.

-Porque la marcha por la paz no fue tan grande como la marcha por La Paz.

-Porque parafraseando a Shakira, la izquierda peruana primero llora los muertos y luego factura. 

-Porque algunos siempre estarán del lado de la calle bajo la excusa de su supuesta ‘dignidad’. Hasta una congresista fue bautizada así: Digna Calle. 

-Porque los historiadores y politólogos dicen, como siempre, que el problema de fondo es la desigualdad histórica y la colonialidad del poder.

-Porque quienes incineraron vivo a un policía no son “blancos” como Silvana Buscaglia, quien fue condenada a 6 años y 8 meses de prisión y S/. 10 mil de multa solo por cachetear a un policía en un aeropuerto. 

toma de lima

“La narrativa ‘Lima vs. provincias’ ha calado, a pesar de que hay cientos de miles de veces más provincianos viviendo en Lima que marchando en ‘La toma de Lima'”.

-Porque la protesta “es una respuesta a la violencia”, dicen quienes no cuentan que la violencia fue un producto de la protesta en primer lugar. 

-Porque la narrativa ‘Lima vs provincias’ ha calado, a pesar de que hay cientos de miles de veces más provincianos viviendo en Lima que marchando en ‘La Toma de Lima’.

-Porque históricamente Lima ha sido el chivo expiatorio de todo el país, aunque desde sus orígenes es una ciudad migrante que acoge precisamente a gente de todo el país. 

-Porque en la mente de un millennial de Twitter el incendio de la Casa Marcionelli es una combinación del incendio del Banco de la Nación con el del Reichstag.

-Porque varios periodistas plantean el falso dilema “orden vs vida” o “autoridad vs derechos humanos”, como si el orden no fuese el estado de derecho que precisamente garantiza la vida y evita que nos matemos unos a otros. Y como si la autoridad no fuera el principio democrático que nos salvó de la dictadura que las protestas violentas buscan reivindicar.

-Porque Dina Boluarte llevó la cuenta de los aportes de campaña pero no la de los aportes para ‘La Toma de Lima’.

-Porque la ‘mayoría silenciosa’ se ha tomado en serio su apelativo.

-Porque el terrorismo es un concepto que se define por el marco jurídico y el derecho internacional, no por la auto percepción. Ninguna persona se auto percibe como ‘terruca’. Ni ahora ni antes. Los subversivos del MRTA y Sendero Luminoso se llamaban a sí mismos ‘luchadores sociales’ o ‘perseguidos políticos’. Y eso es algo que una generación acostumbrada a definirse un día pangénero y otro género fluido según su estado de ánimo simplemente no puede comprender.

-Porque al primer ministro Alberto Otárola aún  no se le ha ocurrido rastrear su linaje hasta la cultura ichma para exigir inimputabilidad y derecho a la autodeterminación.

-Porque ni el Congreso ni el gobierno se encargan de recordarnos día a día que hace apenas un mes y medio Pedro Castillo hizo un golpe de Estado. 

-Porque a diferencia de Inti y Bryan, el suboficial PNP José Luis Soncco Quispe no tiene mural, memorial, canción, vigilia con velas, libros ni próxima película con Tondero.

-Porque si Fujimori hubiera sido aimara su disolución del Congreso hubiera sido interpretada como una ancestral demanda cultural postergada por 200 años. 

-Porque usted no ha visto a ningún político gaseado, detenido o vejado. Porque la derecha ya no es la de Felipe Osterling, Raúl Ferrero Costa o Roberto Ramírez del Villar, quienes dejaron estampas de sus enfrentamientos contra el golpe de Fujimori. ¿Qué retratos o escenas memorables de algún político opositor nos ha dejado el golpe de Castillo y su coletazo de marchas? Ninguno. Y haciendo memoria, tampoco hubo grandes instantáneas de la disolución del Congreso de Vizcarra. Nadie se amarró a las rejas del parlamento. Nadie fue levantado en peso por las FF.AA. Nadie recibió un chorro de agua del rochabús. Ningún congresista recibió un par de golpes durante la toma de Lima. Por eso la derecha siempre pierde la narrativa contra la izquierda: porque la primera recibe el golpe pero es la segunda la que se tira al piso. 

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