Llegó el año pasado al Perú tras estudiar arte en el School of the Art Institute of Chicago, y ahora, de la mano de la galería Ginsberg + Tzu, exhibe su primera muestra en solitario en Lima, titulada «Nights of bliss, days of blues».
Por Belén Medina Pizarro | Fotos Manuela Sanguineti
A Andrea Grau Belmont solo le bastó una única hora de clase de arte en el colegio, para tener claro que se convertiría en una artista. Aún así, nunca imaginó que iba a terminar siendo pintora. Empezó trabajando sus telares con algodón. «Creo que, al haber crecido en Perú, siempre sentí una fuerte influencia del textil y las fibras en mi trabajo.», comenta en entrevista con la revista COSAS.
Sin embargo, siguió tejiendo con materiales no convencionales, como alambre de cobre, nylon, gasa médica y elementos que se encontraba en su camino: «Antes de irme a Estados unidos, estaba tratando de encontrar objetos, ramas o cosas a mi alrededor que puedan integrarse al textil».

«Maybe, this time I would do it differently», 2024.
El inicio de una vocación artística
Apenas se graduó del colegio, Andrea se mudó de Perú para estudiar en el School of the Art Institute of Chicago, escuela para la que obtuvo una beca. Teniendo intereses en varias áreas, el instituto fue un lugar ideal para la exploración artística de Grau, ya que, como comentó, «tuve la oportunidad de probar diferentes departamentos, […] porque no me quería cerrar a una sola cosa. Quería experimentar mucho, quería quitarme el clavo con casi todo».
Andrea pasó por el departamento de textiles y grabado, en una época estuvo en el de escultura y cerámica e, incluso, en el de fotografía también, «pero a la par siempre quise aprender pintura». Desde su segundo año en la escuela ingresó a este departamento, pero no fue hasta su último año que tuvo la oportunidad de llevar clases avanzadas e intensiva de pintura, que le dieron un espacio exclusivo para dedicarse a esta rama del arte. Si bien fue un camino bastante largo hasta encontrarse dentro de la pintura, Grau define este último semestre como un «game changer» en su trayectoria.
«Aprender todo eso me llevó a darme cuenta que había un reward, como una satisfacción instantánea y muy emocional. Creo que encontré mi voz a través de la pintura»
Una vez egresada, «me di cuenta que para estar metida en la pintura no podías hacerlo a medias. […] En verdad tenía que envolverme con mi pintura, y estar ahí metida con ella». En 2024, la artista decidió regresar a Lima para dedicarse a su obra y tener un espacio grande donde hacerlo: «esto es lo que tengo que hacer, necesito ir a Perú, a mi base, buscar un espacio y pintar.»

«Not fighting anymore», 2024.
La etapa en Chicago
«Decidí estudiar Arte en el extranjero, particularmente en Estados Unidos, porque me daba la posibilidad de probar diferentes cosas y no tener que enfocarme en una sola cosa, que era lo que me frustraba a mí». Se me abrió las puertas a un mundo del arte mucho más grande y amplio. Si bien al comienzo le costó a Grau, dado que era un lugar al que nunca había ido, además de ser muy diferente a Lima, tanto por el clima extremo como por su tamaño, fue una experiencia que le ayudó mucho a abrir su mente, como menciona. Chicago le dio una gran noción de lo que es «el mundo del arte en la vida real». Dado que su escuela es parte del museo homónimo, los estudiantes tenían la posibilidad de ir siempre y visitar las colecciones para discutir, aprender e inspirarse. Entonces, «estábamos bastante involucrados con todo lo que estaba pasando».
Una vez en Estados Unidos, cuando la pintura de Andrea creció, la artista empezó a representar «el caos mental y el caos de la ciudad» en sus obras. Ella se relacionaba con ello, dado que «vivía en Chicago, me sentía súper chica, pasaban miles de cosas a la vez a mi alrededor y creo que eso fue una gran influencia». Siempre con referencias de la naturaleza y paisajes que la rodeaban, como lo fue el Lago Michigan durante sus estudios, Grau empezó a incorporar a sus pinturas estos elementos. «Cuando estaba en Chicago, pensaba mucho en el lago y mi relación con él […] A veces solo iba y trataba de reconectar y estar cerca de él.»
«Desde que llegué a Lima, la influencia cambió totalmente, He visto cómo, inconscientemente, ya después, un poco más consciente, la ciudad ha sido una influencia grandísima en mi obra. Puedes ver mucha influencia del mar, los colores, las nubes, el cielo y un poco de las montañas de Lima»

«Im still here», 2025
El arte es un mundo incierto
Si bien el arte es una carrera muy gratificante, indudablemente es un camino incierto. Cuando Andrea expresó su deseo de ser artista, recibió el apoyo total de sus padres y de gran parte de su entorno, aunque este soporte no le garantizó el éxito ni la seguridad. «Siempre hay gente que te dice ‘qué chévere, que increíble’, pero también la realidad de ser artista es que es una carrera muy dura por el tema de la incertidumbre«, resalta Grau. Agradecida con la galería Ginsberg y las oportunidades de trabajo que ha tenido, Andrea reconoce la dificultad de trabajar en el mundo artístico. Uno puede trabajar y emplear mucho tiempo en un proyecto específico sin un sueldo específico
Y una vez egresada de la universidad, otro factor que le preocupaba a la artista era la independencia del trabajo: «ya bailas con tu propio pañuelo, no te vas a trabajar con una empresa. Pasas de trabajar en un taller, en las clases con por lo menos quince personas más con las cuales discutes y recibes comentarios a salir a la vida real, tú sola en tu taller». «Cómo me gustaría tener un poco de esas voces que te hacen ver cosas que ni siquiera tú puedes ver en tus propias obras», explicó Andrea.

Andrea Grau estudió en School of the Art Institute of Chicago.
El proceso artístico de Andrea
A pesar de todo, para Andrea trabajar sola en su taller es esencial para su producción artística. Su inspiración proviene del día a día, de frases, algún fragmento que lee, una línea de una canción o lo que escucha a su alrededor: «Mi proceso es bastante intuitivo, es ver cómo responde la obra y cómo yo respondo a eso. Hay días súper buenos en los que funciona todo, y hay días en los que no estás en sintonía con lo que quieres visualizar, y lo que quieres decir, es parte de».
Lo que tienen en común sus obras un tono nostálgico, «un poco melancólico» que describe como una «tensión entre el momento de calma», la cual refleja sus momentos más caóticos, intensos y difíciles. «Creo que siempre como artista es difícil exponer tu arte porque estás exponiéndote a ti misma. Estás súper vulnerable frente al público y al final mi trabajo es súper emocional y personal», resalta.

Su arte es profundamente personal, reflejando momentos de caos y calma con un tono melancólico y nostálgico.
Antes de su debut en Lima, Andrea Grau llevó su obra a Nueva York de la mano de ALA Projects, una galería dedicada a la promoción de artistas latinoamericanos emergentes. En 2023, la pintora formó parte de dos exhibiciones: Inner Echoes, su primera muestra individual, y Act I: The Showcase, una exposición colectiva. “Tenía una amiga de la universidad que trabajaba con ALA Projects y les mostró mi trabajo. Les gustó y así fue como empecé a formar parte de su grupo de artistas”, recuerda la joven.
En específico, Inner Echoes reunió una selección de pinturas creadas durante su estancia en Chicago, marcadas por el caos urbano y la incertidumbre de una etapa de transición. “Era un momento en el que estaba por graduarme y no sabía si me iba a quedar en Estados Unidos o si iba a regresar a Perú. Ese sentimiento de incertidumbre se reflejaba mucho en mi obra”, explica.
De regreso a Perú
Su decisión finalmente se inclinó hacia el Perú, donde se ha instalado para dedicarle el «100%» a su práctica, aunque reconoce que el cambio no fue sencillo. Sostiene que «es siempre difícil regresar a tus orígenes. Pero, dentro de todo, creo que he tenido una súper buena experiencia hasta ahora».
Durante este proceso, surgió la oportunidad de presentar una muestra en octubre de 2024, titulada Far Away, So Close. Concebida como una exploración del retorno y la influencia de Lima en su obra, la exposición incluyó también a la artista Daniela Bustamante, con quien compartió estudios en Estados Unidos y una historia similar de migración y regreso.

«Hard to do the right thing», 2025
Nights of bliss, days of blues
Su último trabajo que se presenta en la galería Ginsberg + Tzu, «Night of Bliss, Days of Blues», es una muestra que explora la dualidad entre el caos y la calma. Curada por Teresa Arroyo de la Cruz y bajo la dirección de Claudia Pareja, la exposición sostiene una carga simbólica que induce a una reflexión sobre el color azul.
Desde el inicio, la paleta cromática que escogió Andrea estuvo marcada por distintas tonalidades de este color, tanto como un recurso visual como un eje conceptual. «Partimos de la palabra ‘blue’, ‘blues’, no solo por el color, sino también por la música y el sentimiento de nostalgia», sostiene. De este modo, la exposiciones adquiere una musicalidad y ritmo propio, evocando la tradicional melancolía, pero también la plenitud.
La disposición de las piezas en sala contribuye a aflorar estas emociones: «Queríamos que se sintiera el aire, el espacio, que las obras respiren».
El título de la exposición, «Night of Bliss, Days of Blues», refuerza esta idea de cambio y contraste, funcionando casi como un poema visual. «En mi trabajo hay muchas transiciones, reflejan cómo mi entorno va cambiando», señala. Entre las técnicas empleadas destacan el óleo sobre lienzo y el grafito, utilizados para otorgar matices y profundidad a la composición.

«Wind is blowing», 2025.
«El título tiene un tono poema, ‘Nights of Bliss, Days of Blues’. Y bueno, creo que también la obra… Ves bastantes transiciones, bastantes cambios, porque también pienso bastante en cómo mi entorno va cambiando. No solo por la mudanza, sino porque todo siempre está cambiando, las cosas se transforman, se desarrollan, y eso también pasa conmigo y con las obras», añade.
En estos últimos seis meses en Lima, Andrea asegura que sus proyectos se han desarrollado bien, pero también está convencida de que no desea quedarse en la ciudad «para siempre». «Siempre es bueno salir y empaparse de cosas nuevas, de lugares nuevos, de experiencias nuevas. El cambio que es un poco caótico y frustrante y doloroso, pero a la vez es lo que necesito como persona y lo que necesita un poco mi obra», concluye.
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