En entrevista exclusiva con COSAS, Carlos Añaños recuerda al hombre que construyó, a base de esfuerzo y generosidad, el Grupo AJE, con una visión que transcendió fronteras a pesar de las adversidades

Por: María Jesús Sarca Antonio

«Caminante, no hay camino, se hace camino al andar» es una frase de un poema escrito por el autor español Antonio Machado y que Carlos recuerda pronunciar a su padre, Eduardo Añaños, a quien describe como un hombre que siempre soñaba en grande, pero que mentiría si dijera que desde el inicio tuvo la visión de lograr una gigante multinacional. “Él creía en que había que hacer las cosas paso a paso y nos motivaba a seguir esforzándonos”, nos dice Carlos.

Eduardo Añaños Pérez y Mirtha Jerí de Añaños en la celebración por las bodas de diamante de su matrimonio, junto a sus hijos, nueras, yernos y nietos.

Eduardo Añaños fundó el Grupo AJE en 1988, con la producción de Kola Real en Ayacucho. Hoy es reconocido por revolucionar la industria de bebidas en el Perú y lograr una expansión internacional, con presencia en veintitrés países.

Carlos describe a su padre como una persona “prudente y bondadosa”, alguien que abría su casa a desconocidos y enseñaba a sus hijos a ser generosos y empáticos con los demás. “Mis padres nunca comían solos. Siempre estaban rodeados de gente, de amigos, familiares y vecinos”, recuerda. Vivieron en una época difícil, marcada por el terrorismo, pero en medio de esas dificultades la bondad de Eduardo nunca decayó. “Era un desprendido total”, dice su hijo, quien también recuerda cómo su padre les enseñó a ayudar a los demás incluso en los momentos más oscuros. La empatía y la generosidad fueron principios clave en su vida.

Eduardo y Mirtha con su hijo Carlos, su nuera Carolina y sus nietos, de mayor a menor: Charlie, Valeria, Lorena y Rodrigo.

A pesar de los tiempos difíciles, como en la época de la Reforma Agraria, en la que Carlos cuenta que lo perdieron todo, Eduardo Añaños siempre mantuvo una actitud optimista. “Nunca lo vi quejarse”, afirma Carlos, quien recuerda cómo su padre nunca dejaba de motivarlos a pensar en grande, a trabajar con esfuerzo y dedicación. En sus primeros años en Ayacucho, cuando la empresa apenas empezaba a tomar forma, Eduardo insistía en que sus hijos y él mismo debían involucrarse en todos los aspectos del negocio. Fue esta visión la que permitió a AJE crecer más allá de las fronteras del país.

Su familia, el pilar fundamental

Eduardo Añaños Pérez y Mirtha Jerí de Añaños en la celebración por las bodas de diamante de su matrimonio, junto a sus hijos, nueras, yernos y nietos.

Uno de los recuerdos más queridos que Carlos tiene de su padre es cómo, a pesar de las múltiples dificultades y el constante crecimiento de la empresa, siempre hizo tiempo para la familia. “Mi padre logró crear un ambiente empresarial en el que todos participábamos de manera integral, sin importar jerarquías. La familia era el núcleo y él estaba siempre presente”, recuerda.

La vida en los primeros años de AJE no fue fácil: las amenazas y los momentos de incertidumbre por el terrorismo formaron parte del día a día. Pero Eduardo jamás dejó que su familia se sintiera sola. “Nos enseñó a ser valientes, intrépidos, a no tener miedo”, relata Carlos.

Detrás: Eduardo y Mirtha junto a sus hijos Vicky y Carlos. Delante: de izquierda a derecha, Jorge, Álvaro, Ángel y Arturo.

Recuerda que cuando estudiaba Ingeniería Industrial le dijo a su padre que quería hacer un análisis de productividad para mejorar las máquinas. Pero él le dijo que “no basta con analizar los tiempos, debes levantarte temprano, conocer el negocio a fondo”. Carlos recuerda una frase que decía su padre: “La plata se pinta con esfuerzo”. Este lema se convirtió en un mantra familiar, enseñando a Carlos y a sus hermanos que el éxito no se logra sin sacrificio, dedicación y trabajo constante.

Eduardo junto a sus hijos varones: Arturo, Ángel, Carlos, Jorge y Álvaro.

Cuando la familia llegó a Lima, Carlos recuerda que todos los domingos salían a Chosica, Huachipa o al Campo de Marte a jugar partidos de fútbol, aunque Carlos diría que su padre “no era tan deportista”. Su madre preparaba los fiambres y comían juntos. Esta es otra de las enseñanzas que comparte ahora con sus hijos: los domingos son sagrados y se pasan en familia.

Eduardo y Mirtha Añaños

Eduardo y Mirtha estaban a pocos días de celebrar sus Bodas de Titanio cuando él falleció el 21 de diciembre.

Carlos nos cuenta que ellos se fugaron hasta que los padres de Mirtha aceptaron el matrimonio. Se casaron un 23 de diciembre, por lo que estaban a días de celebrar sus Bodas de Titanio cuando Eduardo falleció. Juntos, crearon la Fundación Eduardo y Mirtha Añaños en 2003, con el propósito de mejorar el bienestar de las comunidades donde opera el Grupo AJE, a través de la cual ayudaron a miles de agricultores en el Perú. “De ellos aprendí que la verdadera riqueza está en dar, en vivir en comunidad y en armonía”, comenta Carlos.

Carlos Añaños ha sido responsable de establecer la posición global y estrategia financiera de la compañía fundada por sus padres, AJE.

Además de cómo conocemos a Eduardo, Carlos afirma que era un lector empedernido. “Le llegaban todos los periódicos que existen en Lima, y nosotros le decíamos: ‘Ya no estás leyendo, estás estudiando’”, ríe Carlos. Juntos recorrieron todos los rincones del planeta. “Ir a un safari era una novedad, pero él decía ‘animales más’, pues siempre había visto animales en el campo. Yo creo que una de las cosas más divertidas fue ir a la montaña rusa en Disneyland. Mi padre cansado, caminando, pero contento”, relata.

Familia Añaños: Arturo, Eduardo, Carlos, Mirtha, Ángel, Álvaro, Vicky y Jorge.

Un hombre de palabra

“Él fue una persona que no mentía, que creía que su palabra estaba por encima de cualquier contrato. Si te daba la mano, era el mejor trato”, señala Carlos sobre su padre, a quien describe como una persona íntegra y comprometida con los demás. De él aprendió que hay que ser más acción que palabras, que la vida es más que construir una empresa, y resume su legado en una palabra: “soñador”. Hoy, su familia está guiada por los principios que Eduardo sembró.

Carlos Añaños fundó Tiyapuy, impulsado por el legado de su padre para mejorar comunidades y apoyar a agricultores.

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