En octubre de 1874, el presidente Manuel Pardo fundó el distrito de Ancón, donde, pocos años después, se redactaría el tratado que puso fin a la Guerra del Pacífico. Años después, la creciente comunidad transformó el balneario en una de las zonas más exclusivas de Lima. Conversamos con Daniel de la Puente, César Villarán y Marisol Ayulo, quienes compartieron las memorias y recuerdos más importantes de la bahía.
Por Belén Medina Pizarro
En «Ancón. Toda la vida», Josefina Barrón Mifflin describió la evolución de la bahía como el paso «de una pequeña caleta de pescadores a fines del siglo XIX, al balneario más famoso del Perú». Si bien entre el siglo XIX y el XX tuvo un cambio fundamental que la llevó a consolidarse como el destino de verano de la aristocracia limeña, su historia va más allá. Con un pasado prehispánico y un presente marcado por su vida social y deportiva, su trayectoria está definida por el cariño que le profesan los anconeros.
Como señala César Villarán, presidente comodoro del Casino Náutico: «Ancón ha evolucionado considerablemente, adaptándose a las demandas de cada generación. Actualmente se ha convertido en un espacio diverso, donde conviven historia, tradición y modernidad».
El pasado de una histórica bahía

El emblematico patron del malecon de Ancón fue disenado por el arquitecto y entonces alcalde Alfredo Málaga Bresani.
Aunque la inauguración oficial fue el 29 de octubre de 1874, el distrito fue habitado desde mucho antes, pues en tiempos milenarios fue un centro urbano. Su cercanía al mar lo convertía en un lugar ideal para poblados pesqueros, lo cual se ha evidenciado con los hallazgos arqueológicos: templos, viviendas, centros rituales, terrazas y, lo más destacado, una gran necrópolis.
En la época virreinal, la bahía fue utilizada como una alternativa al puerto del Callao, aunque cobró mayor relevancia cuando, después de su famoso desembarco en Paracas, el general José de San Martín arribó a Ancón el 30 de octubre de 1820. Luego, el libertador partiría desde el balneario hacia Lima el 12 de julio para declarar la independencia del país días después.

En los anos treinta, el emblematico malecón de madera fue reemplazado por el de cemento.
A medida que la república se fue modernizando, también lo hizo Ancón. En 1870 se construyó la vía del ferrocarril y, en 1874, el presidente Manuel Pardo le otorgó la categoría de distrito, con Pedro Telmo Larrañaga como su primer alcalde.
Pocos años después, Ancón volvería a ser un punto estratégico en la Guerra del Pacífico (1879-1884), cuando se produjo y almacenó material explosivo. Además, fue ahí mismo donde se redactó el Tratado de Ancón, que, con su firma el 20 de octubre de 1883, puso fin al conflicto.
La llegada del siglo XX supuso la modernización del balneario, con la reconstrucción del ferrocarril en 1911 y, en los años cuarenta, su transición de un Ancón de pescadores a uno de veraneantes, como señala Barrón Mifflin. A partir de ese momento, se construyeron edificios y nuevos malecones, y la vida social se centró en el Casino Náutico y el Yacht Club.
EL ANCÓN TRADICIONAL
Daniel de la Puente, comodoro del Yacht Club, define la bahía de antes como muy tradicional. «Era un balneario adonde venían las principales familias de la Lima de esa época. Tenías el malecón, por donde paseaban en sus carruajes; los veías a todos muy elegantes y con sus mejores modas, pero siempre fue un balneario muy enfocado en la comunidad náutica», señaló.

El balneario cuenta con playas de aguas tranquilas, ideales para el descanso y la recreación de miles de visitantes.
La parte antigua del balneario cuenta con casonas de entre ciento veinte y ciento sesenta años, como la sede de APANCON, y algunas son de estilo francés o inglés. «La vida en Ancón es un reflejo del encanto de la tradición combinada con la tranquilidad del mar», añade Villarán.
Por su lado, Marisol Ayulo, vicepresidenta de APANCON, indica que, desde siempre, Ancón «ha sido muy unido, un balneario muy incluyente». Todos se conocían de nombre, y, como recuerda de la infancia, cada domingo se celebraba una fiesta con orquesta en el Casino Náutico. «¿Cómo hacían los papás para levantarse al día siguiente? No sé, pero eran fiestas hasta las doce de la noche».

A lo largo del tiempo, la vida en Ancón ha girado en torno a las actividades náuticas.
Ayulo resalta que un factor importante en el balneario es que se construyó «por el empuje de todos los anconeros». Recuerda cómo se realizaban kermeses en el malecón y, con lo recaudado, se hizo la primera posta y el jardín de infancia. También se reunieron fondos para la parroquia y los bomberos de Ancón, que cumplen veinticinco años formalmente.
Otro momento importante en la tradición del balneario es la procesión de Semana Santa, que va desde la parroquia, llega hasta el casino y pasa por las estaciones donde la gente rinde homenaje a la Virgen.
UNA INTENSA Y DESTACADA VIDA SOCIAL

Ancon fue hogar de personalidades como Ricardo Palma y Andres Avelino Caceres, cuyas casas aun se conservan.
La vida social de Ancón se concentra en los clubes y, desde sus inicios como balneario, ha sido el epicentro de grandes reuniones, fiestas y eventos. Las familias organizaban cenas y bailes en sus casonas frente al mar, y los socios acudían a los eventos del Casino Náutico y del Yacht Club, que coordinaban para organizar una agenda social en conjunto, dado que varios de los socios de un club también eran miembros del otro.
El Casino Náutico es el club más antiguo del balneario y nació como un lugar de encuentro a inicios de la década de los veinte. Con más de cien años, el casino «surgió con un salón que en su momento habría sido muy moderno, pero hoy es, diría yo, el salón más hermoso y clásico que tiene el balneario», aclara Villarán.
Su emblemático muelle es escenario de uno de los eventos principales del verano: la fiesta de blanco. Con una enorme terraza y una piscina sobre el mar, se han desarrollado infinidad de fiestas juveniles con más de mil participantes, como recuerda el presidente comodoro. Ahora, el casino cuenta con un plan de modernización que consiste en la construcción de una marina náutica con capacidad para albergar sesenta embarcaciones con las últimas instalaciones.

A principios del siglo XX, Ancón era el balneario de moda para los veraneantes de Lima, quienes desfilaban muy elegantes.
Por su lado, el Yacht Club cumple este año su 75 aniversario. Fundado por Alfredo Benavides y Luis T. Larco en 1950, el club se formó a partir de un grupo de amigos que querían tener un espacio donde veranear y realizar actividades deportivas y sociales. Con más de ochocientos socios actualmente, el Yacht Club busca que sus miembros disfruten de actividades sociales, culturales y deportivas. Organiza un variado calendario de eventos, desde la fiesta de carnavales en febrero hasta la regata de veleros oceánicos.
Antes, era común que los carnavales se festejaran en el malecón frente a los edificios. Daniel de la Puente recuerda cómo se lanzaban globos de agua y cómo los guardianes cerraban la llave del agua todo el fin de semana para evitar que los chicos mojaran a la gente. Sin embargo, el evento principal del Yacht Club es el emblemático Luau, una fiesta muy al estilo hawaiano. Cada año, se escoge a una reina del Luau y, tras una gran entrada, es recibida por el comodoro del club.

El edificio Neptuno (también llamado “El Redondo”), cuya construcción estuvo a cargo de Alberto Menacho, ganó el Premio Chavín en 1959.
Un evento recordado por todos fue el Festival de Música de Ancón, que comenzó en 1968 y fue organizado por Sono Radio, el Museo de Sitio de Ancón y el diario El Comercio, con la finalidad de recaudar fondos para el museo. Fue un emblemático certamen para compositores que se realizaba en la antigua estación del tren. En 1971, la canción Ancón, Ancón, de Virgilio Canchaya, obtuvo el segundo puesto y se convirtió en la canción bandera del balneario. Como apunta De la Puente, cada fiesta cierra con esta canción.
EL MAR DE LOS DEPORTISTAS
Como señalan los anconeros, la comunidad del balneario se caracteriza por su afición a las actividades náuticas. Aunque no las practiquen como deportistas profesionales, es común que las familias organicen actividades sociales centradas en las embarcaciones. Asimismo, el Yacht Club busca relanzar estas actividades más allá de lo social y fomenta el deporte, teniendo en cuenta que es un club del que han salido destacados deportistas de vela, como Stefano Peschiera, medallista olímpico; Luis Alberto Olcese; Alec Hughes, campeón mundial de lightning; y Sinclair Jones Monteverde, campeón mundial de Optimist.

Ricardo Caillaux Zazzali fue el Campeon Nacional de Esqui Acuático de 1975 a 1996.
EL NUEVO ANCÓN
«Conforme han pasado los años, el Ancón de hoy ya no es el mismo de antes», comenta De la Puente. Con más de doscientas mil viviendas nuevas y más de setenta mil veraneantes recibidos, la comunidad de Ancón es mucho más grande que la del pasado. Sin embargo, De la Puente indica que «han pasado muchos alcaldes que han tenido distintas prioridades respecto al distrito de Ancón […]. Se han dejado de priorizar ciertas cosas, como el orden y la limpieza, y eso alejó a muchos anconeros».
Como señala Ayulo, otro de los principales cambios es «el abuso del entorno». Un momento que reflejó la unión de todos los anconeros fue cuando, a inicios de los años 2010, el Grupo Santa Sofía Puertos intentó construir un puerto alternativo al Callao en Ancón. César Villarán recuerda cómo este grupo económico «hizo muchos esfuerzos por concientizar a la población, sobre todo a la residente, para desarrollar este puerto, lo cual creó la aflicción más grande que puede haber existido dentro de la población de Ancón, donde finalmente primó lo razonable».
A pesar de la prohibición del puerto, Ancón sigue desarrollándose. Como señala Villarán: «Ancón es un balneario clásico […] y vemos que, al día de hoy, sigue creciendo […]. El mundo evoluciona, nosotros también».

Las carretillas de D’Onofrio han sido parte del panorama de Ancón desde siempre.
Agradecimientos: Fotografías de Renzo Giraldo para el libro de Josefina Barrón titulado Ancón. Toda la vida. Archivo cortesía de César Villarán y Marisol Ayulo.
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