Luego de los incendios que azotaron esta parte de la costa oeste meses atrás, decidimos visitar la zona vitivinícola más importante de Estados Unidos y encontramos una riqueza excepcional: un paisaje de ensueño, hoteles espectaculares, pequeños y románticos pueblos y, además, los viñedos mejor cuidados del mundo.
Por: George Pericles
Como todos sabemos, California tiene una geografía muy variada. De hecho, es como un país en sí mismo. Mientras estuvimos allí, disfrutamos de conversaciones sobre Yes California, una propuesta de secesión que cada vez goza de más popularidad en la zona. El vino californiano crece en regiones tan distintas entre sí, que es muy difícil generalizar. Por lo tanto, nos sumergimos en un microcosmos de la región que abarca la costa norte: el Valle de Sonoma y el Valle de Napa.
Hay que dejar claras las diferencias entre los dos: Sonoma es una ciudad pequeña y coqueta, mucho más discreta, con un ambiente muy amigable. Napa, por el contrario, es mucho más grande: es más “Old California» y comercial. Si visitas Napa, no irás por la ciudad en sí, sino por los viñedos. El terroir es muy importante en las regiones productoras de vino: el punto de diferenciación aquí es que esta es una de las pocas regiones del mundo donde el Cabernet Sauvignon puede madurar lo suficiente como para utilizarse con facilidad como una mezcla pura.
Vale la pena digerir esto: hay muchas montañas entre el mar y el valle de Napa, lo que normalmente significa poco aire marino o niebla para moderar el clima. Lo que hace a Napa única es que las temperaturas diarias pueden llegar a ser muy altas, cerca de 32 grados centígrados, pero por la noche este aire caliente atrae la niebla desde el área de la Bahía de San Francisco, bajando la temperatura. Esto trae como consecuencia que puede haber una gran variación en la forma en que las uvas maduran en el sur, a cómo lo hacen en otras regiones del planeta con burdeos. Son regiones menos comerciales, y uno puede visitar los viñedos gratuitamente, o por una propina.
Napa tiene el posicionamiento y fama suficientes para poder cobrar las visitas a los viñedos, y las cifras corresponden al 4% de las utilidades de la producción de vino estadounidense. Aquí se cultiva y se cosecha el 20% del producto nacional. Espera a sentarte y ser atendido, en lugar de estar de pie en un bar, y anticipa porciones mayores de degustación que la medida de dedal a que acostumbran los catadores puristas.
Vale la pena empezar el recorrido en la bodega de Elizabeth y Spencer para obtener una visión general de la región, y eso hicimos. Esta dupla de esposos obtiene sus uvas de los productores de toda la región de la costa norte y generan mezclas de vinos verdaderamente notables. La cata se ofrece en un encantador patio.
El encanto de Napa
Napa es una región vitivinícola relativamente joven. Uno de los primeros impulsores e iniciadores del culto es Williams Selyem, un productor de variedades de borgoña. Pensamos que sus pinot noirs eran fantásticos, aunque con más cuerpo que muchos de los pinot noirs que hemos bebido en otros lugares en el mundo. La juventud de Napa supone que muchos productores europeos que se hayan querido diversificar, hayan establecido viñedos aquí. Taittinger, la casa francesa de champagne, y Mumm, tienen operaciones aquí, por ejemplo. Recomendamos este último, con vistas a sus viñedos y sin la ruidosa carretera principal de Sonoma/Napa corriendo a sus pies, aunque vale la pena visitarlos.
Disfrutamos especialmente de la variedad de pinot noirs en Domaine Carneros, de Taittinger. En cuanto a la comida, el mejor lugar que probamos fue el restaurante epicúreo de Carneros Resort and Spa – Farm. El menú era moderno, pero con una cuidadosa combinación de ingredientes simples y clásicos. Sobresalen, como entradas, platos como el rabo de buey prensado envuelto de foie gras, sensacional, al igual que la pasta de trufa. Esto fue seguido por un bistec perfectamente cocinado, con un gratinado de papa excepcional y muy casero.
El servicio en Farm fue excepcional, con un bar divertido y vibrante, y una zona para sentarse al aire libre muy agradable. El Auberge du Soleil, galardonado con una estrella Michelin, tiene una vista fantástica del valle y bien merece la visita. Un menú es más bien clásico, aunque algunos platos eran un poco más recargados de lo aconsejable, por ejemplo, un risotto de limón y menta con gambas que eran difíciles de apreciar dado la intensidad del limón. En general, encontramos los sabores culinarios muy fuertes. Tal vez esto se hizo a propósito para apreciar mejor los poderosos vinos.