Dicen que después de la tempestad reina la calma. El refrán se cumple a la perfección en St. Barths, la isla del Caribe que renace como destino predilecto de las celebridades, a dos años del destructivo paso de los huracanes Irma y María.
Por Angie Yoshida
Situada en las Antillas Francesas, al norte de la isla Guadalupe, San Bartolomé o St. Barths –como se le conoce popularmente– es un paraje tropical que combina sol y mar con un estilo europeo chic y a la vez informal que seduce. La cantante Beyoncé y su esposo Jay Z, las modelos Miranda Kerr, Naomi Campbell y Bella Hadid, actores como Leonardo DiCaprio y Harrison Ford, las integrantes del clan Kardashian y adineradas familias como los Rockefeller, los Lauder y los Rothschild son algunos de los que han caído rendidos a su encanto, y por los que ha sido bautizado como “el paraíso de los ricos y famosos”.
Pero este pequeño resalte rocoso de 22 kilómetros cuadrados, aguas turquesas y arena dorada no siempre ha prodigado exquisita tranquilidad a sus visitantes. En 2007, St. Barths fue embestida por la furia de la naturaleza. El 6 de setiembre de ese año, el huracán Irma (de categoría 5) asaltó el norte del Caribe y causó más de cuarenta muertes y daños por un valor de US$14,8 mil millones en la región.
Desafortunadamente, solo doce días después, otro huracán llevó similar destrucción al sur, y azotó también a Dominica, las Islas Vírgenes y Puerto Rico. En este último, perecieron casi tres mil personas. En la isla francesa, las explosiones provocadas por la tormenta fueron tan fuertes que rompieron todas las máquinas para registrar la velocidad del viento.
Ahora, veinte meses después, aún se pueden ver algunos rezagos de lo ocurrido. No obstante, tras los embates climáticos, el sol ha vuelto a brillar para sus cerca de diez mil habitantes y los empresarios hoteleros afincados en la isla, quienes tomaron la desazón del momento como una oportunidad no programada para reconstruir y mejorar sus propiedades.
A la fecha, la mayoría de hoteles ha reabierto y recibe buena afluencia de turistas ávidos de aventura y relajo. Solo algunos pocos –y exclusivos–, como el Eden Rock y Le Guanahani, han tardado un poco más en recuperar los estándares superlativos exigidos por su selecta clientela.
Verano todo el año
En St. Barths no existe el turismo masivo. Llegar requiere una parada en la isla de St. Martin (la más cercana), desde donde se puede tomar un vuelo de conexión o una avioneta para doce pasajeros. Otra opción es abordar un ferry y navegar por el Caribe. Las celebridades suelen elegir el mar: arriban en lujosos yates que luego anclan en Gustavia, la capital, que debe su nombre al rey Gustav III de Suecia, país al que perteneció entre 1800 y 1877, antes de ser definitivamente colonia francesa.
Bernard Arnault, propietario de Louis Vuitton, Leslie Wexner, dueño de Victoria’s Secret y Abercrombie & Fitch, o Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs, son algunos de los magnates que acostumbran tomar baños de sol por estas latitudes, tumbados en la cubierta de sus embarcaciones.
Ya en la isla, resulta imposible no sucumbir a la belleza del puerto y sus casas de tejado rojo que surgen entre la exuberante vegetación. En sus estrechas calles, hay bazares típicos y boutiques libres de impuestos de firmas como Hermès, Fendi, Chopard, Armani, Dolce & Gabbana, Prada y Cartier. Con una temperatura promedio anual de 27 °C y catorce exóticas playas, lo difícil aquí es decidir en cuál de ellas veranear.
Más sencillo resulta encontrar a Mick Jagger tostándose en la costa de Anse, en Grande Saline, un arenal escondido tras unas salinas abandonadas, considerada una de las mejores playas del mundo. A lo largo de una bahía natural y flanqueada por palmeras, se erige una veintena de hoteles y restaurantes, y, más allá del distrito comercial, el pueblo pesquero de Corossol conserva las costumbres más arraigadas de sus habitantes; entre ellas, el trabajo de cestería, elaborado a mano por mujeres de la zona y considerado uno de los más finos del Caribe.
Vuelve el glamour
Eden Rock – St. Barths, propiedad de la cadena hotelera Oetker Collection, ha anunciado su reapertura para noviembre próximo. El icónico refugio de lujo que en los años cincuenta acogió a la actriz Greta Garbo y al acaudalado empresario Howard Hughes, alista la inauguración de 37 suites de vanguardia y ambientes elegantemente decorados con antigüedades y obras de arte procedentes de Estados Unidos, Francia, Italia y el Reino Unido.
Las villas privadas también han sido sometidas a un rediseño para ofrecer máximo confort y una vista privilegiada de la bahía de St. Jean. Además de su ya conocido restaurante Sand Bar, se develará el nuevo Rémy Bar, un salón que rinde tributo al primer y único dueño del hotel, Rémy de Haenen, con un estilo que combina el espíritu relajado de la playa y el carácter colonial británico. Su nuevo spa, donde convergen tratamientos de avanzada y milenarias técnicas a base de insumos locales, ofrecerá a sus huéspedes una experiencia de bienestar única. La lista de actividades de Eden Rock incluye deportes acuáticos y excursiones alrededor de la isla.